El aficionado medio al fútbol comenzó a escuchar andanzas de David Alaba a comienzos de la pasada década…. “Hay un lateral en el Bayern que juega de mediocentro con su selección y que tiene una pinta extraordinaria”. Ese jugador era David Alaba. Cuando un futbolista es bueno de verdad, se hace con el puesto en el once de un gran equipo y no lo suelta durante una década.
Por eso no hay tantos buenos como se dice habitualmente, pero en este caso hablamos de uno bueno de verdad. Hay una palabra para definir su forma de jugar, independientemente de la posición que ocupe en el terreno de juego, y esa es jerarquía.
Cuando un futbolista manda, dirige, anima y además muestra autoridad sobre la hierba, se convierte en indispensable. En el caso de Alaba con un mérito especial, no es rápido ni especialmente llamativo desde el punto de vista físico.
El liderazgo no se importa, se tiene o no se tiene. Si se lleva dentro, genera respeto y confianza en el grupo de compañeros. Alaba cayó de pie en el Real Madrid desde el primer día y juega la mayoría de sus partidos en una posición que durante años fue una trituradora de buenos futbolistas en el Real Madrid.
Ser central es una profesión de riesgo en el conjunto blanco. En el Madrid de los últimos 30 años no pudieron consolidarse centrales del nivel de Ricardo Rocha, Walter Samuel, Jonathan Woodgate o Raúl Albiol…
Y ninguno era malo. En otros equipos antes o después de jugar en el Madrid, dejaron o aún dejan, la impronta de lo magníficos futbolistas que eran o son. El Madrid vivió unos años de esplendor en esa posición cuando se juntaron en la plantilla tres futbolistas del nivel de Pepe, Varane y Sergio Ramos. Campeones de todo a nivel de club y selección, y los tres con una personalidad futbolística arrolladora.
El Madrid tomó decisiones duras el pasado verano. Decidió no renovar a su gran capitán. Tras 16 años en el club, Sergio Ramos tuvo que hacer las maletas destino París. Su compañero infatigable de las últimas temporadas, Raphael Varane, fue traspasado al Manchester United. Las dudas sobre la defensa se acrecentaron en pretemporada tras no llegar ningún recambio más.
Alaba nada más llegar aceptó el reto de quedarse con el cuatro en la camiseta. Es simbólico, pero tiene un peso especial y sin duda demuestra que los retos no le amilanan. Le ayuda su normalidad dentro y fuera del campo. Cada vez se habla menos de eso, señal inequívoca de que muy pronto está llenando un hueco de dimensiones a priori gigantescas. Marcar un gol en escenarios tan icónicos como el Camp Nou es una ayuda extra.
El club apostó por el recién llegado Alaba más el crecimiento exponencial en el último año de Eder Militao. Para suplirles en caso de necesidad, Nacho, con una hoja de servicio inmaculada durante una década en el equipo, y Vallejo como cuarto central, tras su vuelta tras de un periplo de cesiones sin mucho éxito.
Militao y Alaba son tan buenos como complementarios. Es un aspecto fundamental para mezclar bien en cualquier equipo, porque uno tiene lo que le falta al otro. Militao es rápido y Alaba es más cerebral, Militao corrige y Alaba ordena, Militao despeja y Alaba juega… y así…
El nuevo cuatro del Madrid dirige, ordena, sale, manda y hasta marca. Lo tiene todo para asentarse y cerrar la eterna carpeta del central en el Real Madrid hasta nuevo aviso. Seguiremos informando…
Imagen de cabecera: Real Madrid