El símil del título es, obviamente, una generosa hipérbole aunque el parangón ha ido incluso más allá, llegando a ser bautizado desde su época en Turquía como el Gareth Bale asiático. La comparación y la exageración son, al parecer, vicios universales pero aunque es evidentemente cierto que no se acerca al nivel del virtuoso galés, principalmente por su más atropellada destreza técnica, sí que aglutina un buen puñado de las características que hicieron resaltar al futbolista del Real Madrid en sus inicios como lateral zurdo en el Tottenham.
Ali Adnan Kadhim Nassir Al-Tameemi, que así se llama el muchacho, saltó a la palestra pública el pasado verano tras convertirse en el primer jugador iraquí que aterrizaba en la Serie A en toda su historia pero más allá de la anécdota exótica, se ha confirmado como uno de los pocos grandes talentos en eclosión a ojos europeos provenientes de esa franja territorial que oscila entre lo denominado Medio Oriente y Oriente Próximo. Y es que el carrilero iraquí ya había dejado de ser un desconocido en su continente antes de su llegada a Udine hace apenas unos meses, donde definitivamente ha impresionado a propios y a extraños.
De familia de tradición futbolística, su padre llegó a ser internacional juvenil con Irak y su tío Ali Khadim fue uno de los mejores delanteros de la historia de la selección en la que llegó a convertirse en su máximo goleador en la década de los setenta, Ali Adnan se ha convertido con merecimiento en la nota más positiva del arranque de temporada de un dubitativo Udinese y una de las sensaciones del inicio de campeonato en Italia. Carrilero de corte moderno, alto (casi alcanza el 1’90), con tacto para asociarse y tomar zonas interiores, con recorrido para llegar a línea de fondo, agresivo, potente y con una notable calidad en su pie izquierdo tanto en los centros laterales como en las jugadas a balón parado. Y, también, con la mentalidad y el temperamento necesarios para asentarse en el máximo nivel del fútbol occidental.
Hecho futbolista en el Bagdad FC, donde se instauró como titular con apenas diecisiete años, Adnan comenzó a sacar la cabeza al mundo tras sus buenas prestaciones en el Mundial sub 20 de Turquía, disputado en 2013, en el que marcó el gol del célebre empate a dos del combinado iraquí ante una Inglaterra en la que hacían presencia Harry Kane, Ross Barkley o John Stones y en el que fue uno de los artífices de que Irak liderase su grupo y se colase hasta las semifinales, donde Uruguay únicamente pudo batirlos en los penaltis. Motivos suficientes para ser nombrado, ese mismo curso, como el mejor futbolista joven de Asia y ganarse un contrato en una liga más competitiva como la turca integrándose en las filas del Çaykur Rizespor, pese a tener ofertas de clubes con mucho más nombre.
Una situación que, tras dos campañas a buen tono en Rize, volvió a repetirse con equipos como el Galatasaray, el Genoa, el Napoli, el Sevilla, el Al-Gharrafa catarí o la Roma. Todos ellos tenían muy presente a Adnan en su radar. Sin embargo, en otra decisión que parece dejar a las claras lo diáfano que tiene los pasos a seguir en su carrera, se dejó seducir por el poder de revalorización de ese trampolín que supone Udinese, que abonó poco más de dos millones de euros por hacerse con los servicios de una apuesta que, con cada partido que pasa, acumula más y más motivos para convertirse en ganadora.
Por delante de Yaser Kasim (Swindom Town de League One), Justim Meram (Columbus Crew de la MLS) o Ahmed Yasin Ganin (AGF danés) y a sus todavía 21 años, Ali Adnan se ha convertido en el máximo representante internacional del balompié iraquí, además de ser, hoy por hoy, el lateral o carrilero izquierdo con mayor peso específico y más influyente en la idea de juego de su equipo de entre toda la élite del Calcio. No es Gareth Bale, ya lo habíamos avisado, pero tampoco está mal para apenas haber comenzado a mostrar, en uno de los grandes campeonatos de Europa, el potencial que guarda su proyección. Irak ya no sólo exporta petróleo y noticias de conflictos, ahora también exporta fútbol.