«Hay un tiempo para todas las cosas en el mundo. Hay tiempo para los juegos, hay tiempo para los negocios y hay tiempo para la vida en familia. Hay un tiempo para todo, pero solo hay tiempo para una cosa ahora mismo. Esa cosa es la guerra. Si los futbolistas tienen la suficiente fuerza de determinación, dejadlos servir y marchar sobre el campo de batalla«.
Arthur Conan Doyle.
La Primera Guerra Mundial se llevó por delante la vida de más de nueve millones de combatientes y siete millones de civiles. La fuerza devastadora de un conflicto en el que ya entraron los avances tecnológicos e industriales de los contendientes recibió la denominación de Gran Guerra y trajo consigo, tras la firma del Tratado de Versalles, numerosos cambios políticos inéditos hasta la fecha. Entre ellos, el auge del nazismo.
Reino Unido, que formó parte de la llamada Triple Entente, declaró la guerra a Alemania el 4 de agosto de 1914. A partir de entonces, la sociedad británica sufriría una serie de cambios insalvables al verse envuelta en el conflicto.
En el ámbito deportivo, las ligas nacionales de cricket y rugby se suspendieron nada más estallar la guerra, el 28 de julio de 1914, mientras que la Football League siguió su curso durante la totalidad de la temporada 1914/15. Aunque en muchas ocasiones nos encontramos con la máxima de que Inglaterra suspendió su actividad futbolística durante el tiempo de entreguerra, no es cierto. O, al menos, no del todo cierto.
La temporada 1914/15, el Everton salió campeón de la First Division con 46 puntos, uno más que el Oldham Athletic. El Tottenham, con 28 puntos y solo ocho victorias en 38 encuentros, quedó último en la tabla. A partir de entonces, la Football League suspendió la actividad profesional, pero permitió que se formaran torneos regionales. La FA Cup, que se llevó el Sheffield United tras ganar tres a cero al Chelsea, corrió la misma suerte y no volvería a celebrarse hasta 1919.
A partir de 1915 los equipos se aglutinaron en diversos campeonatos. De este modo, en la temporada 1915/16, se crearon cuatro ligas regionales. Cada liga se dividía en un torneo principal y otro secundario, a excepción de la South-Western Combination (Portsmouth, Southampton, Cardiff, Bristol Rovers o Swindon Town). Las secciones de Lancashire y Midland se dividían en un puñado de divisiones, quedando la London Combination como liga única. Por ejemplo, Manchester City saldría campeón de la Lancashire Regional, siendo campeón el Burnley de la división norte. Chelsea ganaría la London Combination, mientras que Portsmouth se haría con el torneo de la South-Western.
Pero más allá de la organización o no de campeonatos que pudiesen hacer frente al parón del fútbol profesional, Inglaterra tenía otra serie de problemas de carácter más urgente.
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El llamamiento
El 7 de agosto de 1914, Lord Kitchener, Ministro de Guerra, comenzó su campaña de reclutamiento dirigida a los hombres con edades comprendidas entre los 19 y los 30 años, llegando en un primer momento a los más de 20.000 alistamientos diarios. Tres semanas después, Kitchener subió la edad máxima a 35 años y, a mediados de septiembre, había logrado reclutar a más de 500.000 hombres.
A los voluntarios pronto se unieron numerosos deportistas, y no fueron pocas las voces que se alzaron para pedir que los futbolistas se uniesen a una causa que otros profesionales ya habían secundado. Para entonces, era el club el que decidía si sus jugadores iban o no a la guerra.
Aunque fueron bastantes los futbolistas profesionales que se alistaron, no parecían ser suficientes y pronto se empezó a utilizar el apelativo de «traidores» para referirse a aquellos que no pasaban a engordar las filas del Ejército Británico. Comenzaron a verterse numerosas críticas y muchas voces autorizadas expusieron sus opiniones sobre la situación. Por ejemplo, el filántropo Frederick Nicholas Charrington acusó a los jugadores del West Ham de cobardes y afeminados por cobrar por jugar al fútbol mientras otros luchaban en el frente. Del mismo modo, el famoso Charles Fry llamó a la anulación de todos los contratos de los jugadores profesionales y a que no se permitiese la entrada a los encuentros a los menores de 40 años. Incluso llegó a pedir la abolición del fútbol.
Mientras la sociedad británica miraba de reojo lo que ocurría con los futbolistas profesionales, una problemática en la que llegaron a inmiscuirse relevantes figuras del clero, Lord Kitchener se veía obligado a realizar una nueva campaña de reclutamiento. Las bajas hacia noviembre de 1914 ya eran numerosas y era necesario reemplazar a los voluntarios que habían muerto en las primeras batallas de la contienda.
Para entonces, mientras la guerra seguía su curso, las mujeres se veían obligadas a ocupar los puestos de los hombres que marchaban al frente. Aquello favoreció el impulso del fútbol femenino, que vio crecer a alguno de sus equipos históricos más relevantes como las Dick Kerr’s Ladies en Preston.
Futbolistas a la guerra
En noviembre de 1914 se había conformado en Edinburgo el Batallón McCrae, el primero de los escuadrones que sería conocido como Batallón del Fútbol o Batallón de los Futbolistas. En aquella compañía tomaron parte 16 jugadores del Heart of Midlothian junto con 500 de sus aficionados, a los que se fueron sumando jugadores y seguidores del Hibernian -unos 150 en total-, siete muchachos de la plantilla del Raith Rovers y numerosos profesionales que militaban en el Falkirk, East Fife o Dunfermline. Pronto se sumaron al Batallón jugadores de rugby, atletas y profesionales de otras disciplinas deportivas.
Inspirados por el éxito de la compañía de Edinburgo, en diciembre de 1914 comenzó la actividad del 17º Batallón del Regimiento de Middlesex, que pasaría a ser conocido como The Football Battalion. El éxito de la convocatoria llevó a la formación, ya en junio de 1915, del 23º Batallón del Regimiento de Middlesex, al que se llamaría 2nd Football Battalion.
Bajo la comandancia de Frank Buckley, que jugaba en el Bradford City antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, en febrero de 1914 el Batallón ya contaba con más de 120 futbolistas alistados. Entre ellos se encontraba la totalidad de la plantilla del Clapton Orient (hoy Leyton Orient) y numerosos jugadores del Chelsea, Manchester City, Queens Park Rangers o Newcastle. Con el paso de los meses, otros profesionales del fútbol como dirigentes o árbitros engordaron el Batallón, hasta que el llamamiento caló en los aficionados, que lucharon codo con codo junto a sus estrellas en la trinchera.
Aunque las críticas hacia los jugadores parecían acallarse, no fueron pocos los profesionales marcados por la sociedad británica y que vivirían para siempre con el estigma de haber sido señalados como traidores a la patria. Fue el caso de Jimmy Hogan, que alcanzó el éxito como jugador en el Fulham llegando la semifinal de la FA Cup en 1908 y que, para el inicio de la Primera Guerra Mundial, se marchó a entrenar al extranjero.
Todo acaba en el Somme
Mientras en el nordeste de Francia se libraba la Batalla de Verdún, al norte las fuerzas británicas y francesas intentaron romper las líneas alemanas a lo largo de un frente de unos cuarenta kilómetros al norte y al sur del río Somme. El Ejército Británico sufrió 57.470 bajas solo en el primer día del ataque.
El Batallón del Fútbol se vería seriamente dañado en la Batalla del Somme. La mayoría de sus muchachos perderían la vida en los combates de Delville Wood y Guillemont. En total, el famoso Batallón vería morir a más de 1.000 hombres. El río sería la tumba de un buen puñado de profesionales. Ya en 1917, en la Batalla de Arras, el Batallón llegaría a perder a más de 450 hombres en un solo combate. Los que no murieron, quedaron gravemente heridos o fueron hechos prisioneros de guerra.
Hoy en día, pueden verse algunos monumentos en honor al Batallón del Fútbol como el que se encuentra en Longueval. Muchos equipos sufrieron severas bajas, como fue el caso del Clapton Orient o el Bradford City. Otros, llegaron a sentirse orgullosos de haber contado en sus filas con auténticos héroes de guerra. Entre algunos de los ilustres condecorados se encontraban Jimmy Speirs (Leeds), Tim Coleman (Everton, Sunderland y Fulham), Donald Simpson (Newcastle), Lyndon Sandoe (Cardiff) o William Baker (Plymouth). Muchos de los futbolistas llegaron a hacer carrera militar como fue el caso de Frank Buckley, Alan Haig-Brown (Tottenham y Clapton Orient), comandante en jefe del 23º Batallón o Walter Tull (Northampton Town), condecorado con la Cruz Militar y que fue el primer oficial de raza negra en la historia del Ejército Británico.
Historiador. Fútbol y cultura popular. Anglófilo convencido. Cinéfilo militante. Reivindico la necesidad de contar historias más allá del balón.
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