Aquella afición que lloraba en el ‘Teatro de los Sueños’ no podía visualizar, con el corazón roto, cuándo volvería a poner el Celta un pie en Europa. Pero todo apunta a que el equipo celeste podrá preparar sus maletas de nuevo para otro viaje inolvidable. Lo hará con los de casa; un grueso de canteranos que, junto a un técnico que también ha crecido profesionalmente en el club, ha escrito una temporada espectacular. En Anoeta, defendieron y sufrieron con pasión para encontrar la llave de una puerta que lleva ocho años cerrada.
El efecto Giráldez es toda una evidencia. El técnico de Porriño ha unido entre sí todas las piezas, apostando por los jóvenes, para componer un equipo con identidad y crear una familia con grandes aspiraciones. Ha escarbado entre sus virtudes para obtener el máximo rendimiento de su plantilla y sacar a pasear su pizarra. Con un once indescifrable, manteniendo activos a todos sus efectivos. Y lo más importante, ilusionando a una afición que está totalmente conectada a este proyecto.
Le preguntaron a Imanol, tras un partido durísimo que alejó a la Real de sus posibilidades continentales, a quién ficharía del Celta. No lo dudó: “A Claudio Giráldez”. Entrenador reconociendo entrenador.
La admiración por el técnico traspasa gradas y banquillos. Borja Iglesias, que regresó a Vigo con la humildad que le caracteriza, está firmando un gran final de temporada. Compromiso, capacidad para crear acciones favorables, juego de espaldas y habilidad para atacar el área. El Panda ha vuelto a sonreír con Giráldez. “En cierto modo, Claudio me ha cambiado la vida. Es de ser agradecido reconocerlo. Me ha cuidado mucho en momentos iniciales en que podía tener mis dudas y me ha querido desde el principio. Estoy disfrutando muchísimo con él. Sinceramente, aparte de todo esto, creo que es el mejor entrenador que he tenido”.
De esa plantilla que peleó en Old Trafford para acceder a una ansiada final a la que no pudo llegar, solo quedan Iago Aspas e Iván Villar. El capitán, leyenda del celtismo que nunca se bajó de este barco, puede volver a ver a su Celta en competición europea si las circunstancias se dan este jueves o si el domingo, en Balaídos, certifica su asistencia. En un rol de menos minutos, pero con la ilusión intacta. Giráldez ha integrado en su vestuario la importancia del colectivo, por delante de lo individual. Y sus jugadores lo han captado a la perfección. Juntos son más fuertes, y pueden llegar más lejos. Para muestra, un botón.