De todos los deportes, el fútbol es el que mayor aporte ha hecho a la lengua común. En el habla coloquial empleamos, casi sin darnos cuenta, expresiones procedentes del balompié que con el tiempo se han asentado en el idioma después de que años ha los medios de comunicación las introdujeran por la vía de la metáfora, tomando como referencia escenas y vocablos de otros campos ajenos al deporte e incluso aquellos provenientes de otras modalidades.
Como señala el catedrático de Lingüística Inglesa de la Universidad de Alicante Félix Rodríguez, «en el género literario que gira en torno al fútbol suele buscarse una épica que trascienda una vida con pocas emociones y se exaltan los estados de ánimo, de lo que se hace eco principalmente el periodista deportivo convirtiendo sus crónicas en un campo abonado para la metáfora».
Las metáforas más antiguas y arraigadas en lengua española referidas al fútbol tienen que ver con el tanto conseguido durante un partido, con la descripción de la jugada que lo propicia o con la destreza del futbolista que lo consigue. Así, entre ellas figura desde hace décadas en el lenguaje futbolístico la voz crack, que, según el Diccionario de la lengua española define al ‘deportista de extraordinaria calidad’. Pero se trata de un vocablo cuyo uso en español es principalmente futbolístico, tal como recoge el Oxford Online Dictionary: «Persona brillante en su profesión, en especial jugador de fútbol u otros deportes que tiene una calidad o habilidad extraordinarias».
No obstante, esta palabra de origen onomatopéyico (‘crack’ significa chasquido o grieta) esconde una particular historia que puede explicar también por qué se utiliza así en la actualidad. Crack en su acepción deportiva empezó a emplearse en inglés en competiciones sobre hierba o césped, concretamente en el turf, para referirse al caballo favorito en las apuestas (‘crack horse’, de hecho se sigue usando hoy así y en el propio diccionario normativo español se recoge como significado de crack también el de ‘caballo que destaca en las carreras’).
Según explica Recaredo Agulló en su Diccionario Espasa de Términos Deportivos, la voz inglesa procede del verbo crack up (‘vanagloriarse’, ‘jactarse’, ‘dar bombo’) en su acepción de ‘caballo favorito’ ya aparece documentada en 1637. Del ámbito ecuestre pasaría mucho después al fútbol, la modalidad que a lo largo de la historia más términos ha tomado prestados de otras para ilustrar sus crónicas y agrandar su léxico.
Más allá de su sentido deportivo, en inglés crack se utiliza para designar a aquella persona que es muy buena, de las mejores, en lo suyo (crack detective, a crack shot, a crack player). Sin embargo, llama la atención que en su lengua original esta palabra no se usa como sustantivo sino solo como adjetivo. En su paso al español, este préstamo léxico adquirió un valor diferente al de su uso tradicional en el idioma de procedencia, que, por la fuerza del uso, acabó consolidándose, de forma que hoy día el periodismo español lo emplea de una forma diferente a como se hace en los medios anglosajones.
Su empleo periodístico en lengua española se alterna con sinónimos como as, campeón, número uno, astro o fuera de serie y, desde hace unos años, de acuerdo con la Ortografía de la lengua española (2010), se recomienda su escritura de forma españolizada como crac, tal como se pronuncia, si bien esta grafía aún no goza de la suficiente aceptación entre los profesionales de los medios deportivos de nuestro país.