En promedio se realizan más de mil operaciones aéreas diarias en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
Viajeros van, viajeros vienen en un interminable vaivén de piernas y maletas que cruzan los rincones de este importante punto de conexión entre América Latina con América del Norte, Asia y Europa.
Este aeropuerto, uno de los más importantes del “nuevo continente”, esconde millones de secretos que se guardan en el equipaje de miles de pasajeros sin importar el destino.
Si algo es seguro es que en la mayoría de las valijas se ocultan sueños que no descansan hasta aterrizar en el lugar prometido. Sueños que van desde establecer una negociación exitosa, reencontrarse con viejos conocidos, regresar al lugar de origen, explorar nuevas aventuras o simplemente descansar.
No sabemos a ciencia cierta hacia dónde se dirigen los viajantes ni las intenciones con las que abordan sus aviones pero al menos podemos estar seguros de que a principios de diciembre de este año partirá un vuelo desde la Ciudad de México con destino a Japón con una expedición que sueña con conquistar el mundo.
Tal vez parezca inocente de mi parte pensar que un grupo de mexicanos puede dominar el planeta pero si lo contextualizamos al fútbol, todo puede suceder.
México tiene el pasaje asegurado para asistir por onceava vez consecutiva a la máxima justa de clubes en la Tierra (Mundial FIFA de clubes) después de que América, Querétaro, Santos y Tigres derrotaron a DC United, LA Galaxy, Real Salt Lake y Seattle Sounders, todos equipos de la MLS, en los cuartos de final de la llamada Liga de Campeones de CONCACAF (Concachampions).
El boleto destinado para esta confederación futbolística se pintó de verde, blanco y rojo con los enfrentamientos entre América y Santos y Querétaro frente a Tigres por un lugar en la final de dicho torneo.
En participaciones anteriores los clubes de la Liga Mexicana han llegado a obtener hasta el tercer lugar; sin embargo, para esta edición 2016, el potencial de los planteles de Águilas y Universitarios, posibles finalistas, hacen pensar en una mejor representación.
De la Ciudad de México a Osaka, sede del Mundial de Clubes de la FIFA 2016, son 11 mil 696 kilómetros donde, el representativo que obtenga el campeonato, cruzará prácticamente la circunferencia del planeta y soñará, desde su ventanilla de vuelo, con la conquista de cada rincón de la Tierra que ha pisado el hombre aunque sea solo un sueño de fútbol.