Hace un tiempo se decía que se buscaba rival digno para derbi decente. Desde aquella pancarta, como si el Dios del fútbol quisiera castigar a los canallitas -permitidme pensar en Pantomima Full- que escribieron eso, el Atlético de Madrid se erigió como uno de los clubes más importantes de Europa. De hecho, consiguió ganar algún que otro título en el feudo blanco. En las dos finales europeas, sin embargo, la moneda siempre cayó de lado para los madridistas: los mismos que ganaron ayer otro encuentro que engrasará la lista de los duelos directos entre ambos, pero que no pasará a la historia por su belleza. Este es el mérito del cuadro de Carlo Ancelotti: se aleja de sus perseguidores en la pugna por el título con la facilidad con la que Don Draper se servía una copa por la mañana. Sin grandes aspavientos y sin dolor alguno. Solamente hay gloria.
El Santiago Bernabéu, me temo, está acostumbrándose a ver una pareja que no es normal: Modric y Toni Kroos no son inmortales. Siento decirlo, siento pensarlo y siento imaginar que ambos un día tendrán que colgar las botas. El adiós del croata, por edad, parece más cercano que el del alemán. Es complicado imaginarse al menudo todocampista diciendo adiós al coliseo que disfruta día tras día de sus pases con el exterior, de sus sempiternas carreras y de su dominio de todo lo que ocurre en el verde. Creo firmemente que “Peluka”, como le llamó un periodista hace unos años, es mejor que Miguel de las Cuevas.
Los de Chamartín, en las últimas semanas, están dominando en todas las facetas ante sus rivales. En su área, la pareja Alaba-Militao parece que celebra las bodas de oro pese a conocerse este año. Arriba, donde se ganan los encuentros, Vinicius y Benzema han transformado esa frialdad que despertaban el curso pasado en una conexión mortífera para los rivales. Así es muy sencillo, parecemos decirnos. Los merengues han conseguido cuajar una serie de sistemas que mezclan la juventud y la experiencia con un resultado siempre positivo. Las mocitas madrileñas, muy alegres y risueñas, disfrutan de un conjunto que lo tiene todo para triunfar esta temporada. Aunque en este deporte los títulos no se ganan a diciembre. Bien lo sabe Ancelotti: ya le despidió Florentino Pérez tras cuajar una gran primera vuelta en liga en el último año de su primera etapa. Cuando le preguntaron al presidente por las razones de la marcha del italiano no supo responder, pero esa es otra historia.
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