En décadas como dirigente deportivo, Carlos Arthur Nuzman vio caer a históricos hombres fuertes del deporte brasileño, pero él siempre pareció encontrar la forma de que toda sospecha de escándalo pasara sin siquiera arañarlo.
Esquivar el escándalo generado por la investigación de una presunta compra de votos para que Río de Janeiro fuera elegida sede de los Juegos Olímpicos de 2016 hubiera sido ya demasiado. Así, el presidente del Comité Olímpico Brasileño (COB) y jefe del comité organizador de Río 2016 fue detenido hoy en la ciudad carioca.
El escándalo coloca a Nuzman como uno de los principales protagonistas de una trama de sobornos millonarios a favor del dirigente senegalés Lamine Diack, entonces jefe del atletismo mundial, para que el africano votara por la candidatura de Río cuando era miembro del comité ejecutivo del Comité Olímpico Internacional (COI).
La caída de Nuzman comenzó hace exactamente un mes, cuando en el marco de esta misma investigación fue allanada su casa en el barrio de Leblon y fue instado por la Policía a que aclarara cuál era su participación en la trama.
La orden de prisión preventiva en su contra decretada hoy por la Justicia brasileña pone fin a más dos décadas en las que nunca había sido cuestionado por sus manejos políticos y financieros.
Ahora el histórico dirigente olímpico termina salpicado por las sospechas de corrupción al igual que otros altos cargos del deporte brasileño, como por ejemplo el poderoso Joao Havelange, ex presidente de la FIFA.
Entre otras cuestiones, Nuzman deberá responder cómo logró un aumento de su patrimonio de más de 450 por ciento, como sostienen las autoridades locales.
El dirigente de 75 años, divorciado de su mujer Márcia Peltier desde el año pasado, es una figura controvertida: en noviembre del año pasado fue reelegido en el COB por sexta vez en medio de protestas de una oposición que denunció que su candidatura había sido inscrita fuera de tiempo.
Su obstinación para que Río fuera sede de los primeros Juegos Olímpicos de Sudamérica hizo descollar su figura, pero ahora lo hace descender al infierno al mismo tiempo que su ciudad natal, hundida en una bancarrota financiera de la que la opinión pública hace responsable en gran parte a los Juegos del año pasado.
Y no solo la ciudad está en medio de una crisis económica por los Juegos, sino también el comité organizador de Río 2016 dirigido por el mismo Nuzman, que dejó una deuda de más de seis millones de dólares. Según la prensa brasileña, el déficit le habría ocasionado al brasileño roces con Thomas Bach, presidente del COI, ya que la entidad internacional le habría girado un préstamo 30 millones de dólares.
Los Juegos 2016 ya le habían causado un dolor de cabeza antes en el momento mismo del comienzo del ciclo olímpico de la ciudad, cuando ni bien finalizó la edición de Londres 2012, se hizo público que integrantes del comité organizador brasileño accedieron a archivos secretos de la organización inglesa. La noticia causó tensión entre ambos comités, pero, hábil políticamente, Nuzman supo superar la situación, que quedó como un accidente en el camino a 2016.
Durante años, Nuzman cultivó una imagen de dirigente renovador del deporte brasileño, la cual se apoyaba en sus años como titular de la Confederación Brasileña de Voleibol (CBV) entre 1975 y 1995. Se considera a su gestión como la responsable de que Brasil se transformara a partir de la década de 1980 en una potencia olímpica en el voleibol femenino y masculino.
Tuvo que ser el megaproceso anticorrupción «Lava Jato» («Lavado de Autos»), que desde hacer tres años parece arrasar toda estructura de poder en Brasil, el que finalmente hiriera de gravedad a un hombre que en una entrevista llegó a jactarse de ser el único miembro de la familia olímpica en acumular el poder que otorga ser al mismo tiempo presidente del COB, jefe de los Comités de Candidatura y Organizador de unos Juegos y miembro del Comité Olímpico Internacional (COI).
Su imagen ya había sufrido los primeros daños por los Juegos Panamericanos de 2007, de los cuales también fue presidente del comité organizador, ya que costaron diez veces más que lo estipulado en el presupuesto original.
Y continuó cada vez más manchada desde que la entidad responsable por la liquidación de cuentas y administración del legado de los Juegos Olímpicos divulgaba en junio que el costo de Río 2016 fue de 13 mil millones de dólares, casi cuatro mil millones más de lo presupuestado originalmente.
Ahora, este ex atleta olímpico como jugador de voleibol de Brasil en Tokio 1964, juega su partido más difícil, el que no está acostumbrado a jugar, el de titular de un escándalo.
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