Hernán Crespo, Andrei Shevchenko, Alessandro Del Piero, Marco Di Vaio, Christian Vieri, David Trezeguet… y Dario Hübner. En medio de los grandilocuentes nombres que aparecen en la nómina de máximos goleadores de la Serie A en 2002 y que jugaron anteriormente en el dorado Calcio de los años ’90, aparece uno de los futbolistas más carismáticos de los últimos tiempos, un bomber de provincias.
Con el modesto Piacenza, Dario Hübner se proclamó capocannoniere en la temporada 2001/02, empatado con 24 goles al juventino Trezeguet. Antes, durante su prolífica carrera en el Calcio más modesto, ya había sido máximo goleador en Serie B con el Cesena y en Serie C1 con el Fano. Junto al príncipe Igor Protti ha sido el único goleador capaz de semejante proeza en el Calcio, desde lo más humilde hasta la élite.
Hübner era un goleador de esos que solo aparecen en lo más profundo del Calcio, cuyos orígenes se pierden en el caos del fútbol regional italiano -o en esos partidos de calcetto los domingos con los amigos-, donde más que la técnica priman el carácter y la potencia alimentada por la grappa tras las comidas, la latina de cerveza y el Marlboro en los descansos. Y así le funcionó a Hübner en su carrera.
Cuando llegó al Fano en Serie C2 ya tenía 23 años y de la mano de Francesco Guidolin comenzó a hacerse un nombre en el Calcio. Ascenso, máximo goleador y un sobrenombre que quedará para siempre: el Bisonte, o Tatanka, el nombre que le dan los nativos americanos. Pura potencia.
Luego, tras un lustro y más de 80 goles en Cesena, Hübner debutó en Serie A con el Brescia, ya superada la treintena de años. 70.000 personas en San Siro para presenciar el primer partido de Ronaldo en el Inter y poco antes de la media hora, apareció el protagonista inesperado. Un pase perfecto de un tal Andrea Pirlo, de 18 años, control de Hübner y balón a la escuadra. Sin contemplaciones.
Más de 80 goles también en Brescia, entre Serie A y B, incluyendo la mejor temporada de la historia del club, con Roberto Baggio. Luego se marchó al Piacenza para ser capocannoniere de Serie A con 35 años. Y para terminar su carrera, siguió anotando dobles cifras de goles en diferentes equipos de categorías regionales en la provincia de Brescia, siempre cerca de su casa donde regenta un bar, hasta que se retiró con 44 años.
Nunca jugó en la selección italiana. Nunca jugó en un gran equipo. Gino Corioni, presidente del Brescia, dijo que sin la grappa y los cigarros habría sido el mejor del mundo. No sería sorprendente. El genuino Hübner siempre antepuso su calidad de vida al fútbol. Y aun así triunfó en el Calcio y todavía es querido por los mayores aficionados al Calcio de siempre. Un fútbol que todavía guarda un sabor especial y cercano.