“Pues del que me he acordado es de Bojan. ¿Sabes dónde está?”. Quien formula la pregunta, con cierto tono de pena, es mi hija. “Andaba en un equipo de Canadá”, le respondo, a la vez que en el interior de mi cabeza se ilumina una bombilla. “Me acabas de dar una idea”, le digo a mi hija. Ella, que más o menos sigue el fútbol, lleva tiempo sin oír algo sobre Bojan, y eso como que le da pena. Bojan, que iba para estrella, y no se sabe mucho de él ahora que tiene 30 años.
La aparición de Bojan Krkic en el mundo del fútbol fue como la erupción de un volcán. De la noche a la mañana aquel chaval, casi un niño, acaparó toda la atención del panorama futbolístico. Había surgido un fenómeno, un nuevo prodigio, un jovencísimo futbolista que hacía del gol su estado natural.
Me di cuenta de la dimensión que había alcanzado todo lo que rodeaba a Bojan cuando el periódico Sport mandó un enviado especial a Bélgica al Campeonato de Europa Sub-17. Creo que ha sido la primera y única vez que el Sport ha tenido un enviado especial, desde el principio del campeonato, en el torneo europeo de los más jóvenes. El Barcelona quería que Bojan estuviera super protegido y no hiciera entrevistas. El chico era obediente, así que ni una declaración. Ni al del Sport, que estaba allí sólo por Bojan y tenía que escribir algo de él todos los días, aunque fuera hasta cuando iba a mear.
En la semifinal de aquel campeonato, contra Bélgica, un tal Eden Hazard se empeñó en realizar una soberbia actuación. Primero, forzó la segunda tarjeta amarilla a uno de los centrales en el minuto 51 y luego marcó el primer gol. Aquel partido parecía más perdido que un pingüino en el desierto. Pero allí estaba Bojan para demostrar que el crack era él. Se inventó un golazo casi desde el medio del campo. El otro héroe fue David de Gea, que paró el lanzamiento decisivo en la tanda de penaltis. España se clasificó para jugar la final contra Inglaterra y ganó 1-0. Gol de Bojan.
Juan Santisteban, el seleccionador de los sub-17, disfrutaba viendo a Bojan jugar al fútbol y disfrutaba viendo la sonrisa de aquel chaval fuera del campo. “Siempre está con esa sonrisa”, decía Santisteban. Lo siguiente, sólo tres meses después, fue el Mundial en Corea. En la semifinal, contra Ghana, otra vez fue el protagonista principal. Marcó el 2-1 en los últimos minutos de la prórroga. Lo malo fue que en la última jugada del partido pasó por encima del balón antes del saque de una falta del contrario y el árbitro le mostró la segunda amarilla. Se quedó sin poder jugar una final que España perdió con Nigeria por penaltis.
Justo en aquel momento fue cuando cambió su vida. “Fui al Mundial Sub-17 y nadie me conocía. Cuando regresé no podía ni caminar por la calle”, le contó a Sid Lowe en una entrevista para The Guardian. Empezó a batir récords de precocidad. Fue el más joven en la historia del Barcelona en marcar con el primer equipo en Liga; el segundo más joven en anotar en Champions, por detrás del ghanés Ofori-Quaye. Ahora, el trono de este ‘reino del más joven’ en todo lo ocupa Ansu Fati.
El caso es que Bojan fue quemando etapas a un ritmo vertiginoso, quizás hasta endiablado. Se saltó una categoría y pasó a la selección sub-21, donde se encontró con jugadores cuatro años mayores que él. Pero es que él ya era una estrella. Al acabar un entrenamiento en Ponferrada el público, la mayoría muy joven, empezó a gritar ¡Bojan, Bojan! Diego Capel, que pasaba a mi lado, me miró y soltó con su acento andaluz: “Cómo están con el Bojan éste. Se tira un peo y aplauden”.
En febrero de 2008, no es que estuviera con futbolistas cuatro años mayores que él, es que se metió en el mismo vestuario que Iker Casillas, Xavi, Iniesta, Sergio Ramos, Torres, Villa, Cesc Fábregas, Marchena… Iba a ser el más joven en la historia en debutar con la selección Absoluta. Aquel 6 de febrero había estado con mareo, sensación de malestar constante, presión en la cabeza. “Estaba bien cuando entré al vestuario para el partido de Francia, pero comencé a sentir ese fuerte mareo. Estaba abrumado, presa del pánico, y me acostaron en la camilla del fisio”.
El partido acababa de empezar y todos ocupaban su lugar. Todos, menos Bojan. Pregunté. Bajé al vestuario y entré. Allí estaba, en la camilla del fisio. ¿Qué le había pasado para no salir? Le noté asustado, algo le dije para animarle y me respondió con su sonrisa, más leve que la de siempre pero su sonrisa.
Fue su primer episodio de un ataque de ansiedad. Aún sin haber debutado, Luis Aragonés quiso llevarle al Europeo de Austria y Suiza. El día antes de la convocatoria Fernando Hierro, el director deportivo, le llamó. Iba en el coche, camino del entrenamiento, y Bojan le dijo: “Me duele decir esto, pero no puedo”. Al llegar se lo contó a Puyol y éste se ofreció a estar a su lado durante aquel campeonato en todo momento. “Puyi, no puedo. Estoy tomando medicamentos, estoy al límite. Y al día siguiente vi un titular: España llama a Bojan y Bojan dice que no”.
Eso le traspasó el alma, le dolió en lo más profundo. El 10 de septiembre de 2008, con Vicente del Bosque de seleccionador, en partido oficial contra Armenia celebrado en el estadio Carlos Belmonte de Albacete, Bojan Krkic debutó con la selección Absoluta de España. Entonces, el segundo más joven en la historia, tras Ángel Zubieta.
Ese ha sido su único partido con la Absoluta. Volvió con los sub-21, se proclamó campeón de Europa en el torneo disputado en Dinamarca, donde jugó menos de lo que esperaba, y se dispuso a batir otro récord. Le faltaba un mes para cumplir 21 años y se preparó para convertirse en el más joven trotamundos del fútbol.
Roma, Milán, Ajax de Amsterdam, Stoke City, Mainz 05, Deportivo Alavés han sido sus equipos antes de recalar en el Montreal Impact canadiense. Cuando Ibrahimovic se marchó del Barça, Bojan heredó el 9. Tener sólo ese número no le hizo feliz y se fue a recorrer mundo. A ser el primer futbolista español en hacer goles en todos los más grandes escenarios de Europa: la Liga española, la Serie A italiana, la Eredivisie holandesa, la Premier League inglesa y la Bundesliga alemana.
Algunos pensarán que Bojan es un juguete roto más del fútbol. Creo que él no lo piensa así. Su mayor triunfo ha sido poder disfrutar del fútbol allá donde ha estado, algo que no siempre resulta fácil cuando recibes tanta presión desde tan pronto. Terminaba aquella entrevista con Sid Lowe, en 2018 cuando estaba en el Alavés, declarando su amor por el fútbol, orgulloso de su carrera y de haber sido fuerte para superar los momentos difíciles. “I will always love football, always…”. Siempre amaré el fútbol. Y me lo imagino diciendo esto con su sonrisa. Con la certeza de saber que has sido el chico más joven en tener la mejor sonrisa del fútbol. En Barcelona, en Canadá, o en aquel lugar del mundo donde decida ir.
Imagen de cabecera: Manuel Queimadelos Alonso/Getty Images
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