La tercera población más grande de lo que hoy se conoce como Serbia es Niš, después de Belgrado y Novi Sad. Niš es una de las zonas más grandes del país, que ha dado al mundo un par de leyendas del deporte como el jugador de balonmano Nikola Karabatić o el futbolista y entrenador Dragan Stojković. Niš recibe su nombre por el río que la atraviesa de lado a lado, el Nišava. Por su localización geográfica y por la red de autopistas que pasan por ella, la ciudad está considerada una puerta entre el Este y el Oeste, esa que conecta Europa con Asia Menor. En Niš, en 1996, nació Andrija Zivkovic, uno de los mayores talentos para el deporte que ha dado la ciudad.
El 11 de octubre de 2013, Andrija Zivkovic hacía su debut como internacional absoluto con Serbia. Zivkovic tenía 17 años y tres meses, y ese mismo día se convirtió en el futbolista más joven en debutar con la absoluta del país balcánico. El partido, además, tenía un componente sentimental. Se trataba de la despedida de Dejan Stankovic, precisamente el ídolo de Zivkovic. El veterano jugador, cuyo último equipo fue el Inter de Milán, llevaba ya seis meses inactivo y retirado del fútbol profesional, pero se vistió de corto una vez más para salir de titular, jugar 10 minutos y retirarse con el brazalete de capitán de su país. Aquel día, aunque no de manera directa, Dejan le pasó el testigo a Andrija.
“Nuestro pequeño niño será un gran jugador”, admitía entonces el seleccionador, toda una leyenda como Sinisa Mihajlovic. Que Andrija Zivkovic era diferente ya se sabía en toda Serbia. Aquel pequeñajo que no llegaba al 1’70m de altura se había puesto por primera vez la camiseta del primer equipo del Partizán a los 16 años y, desde entonces, no había terminado de dejar boquiabiertos a todos los que acudían a verle e, incluso, en las propias entrañas del equipo de la capital se sabía de su especial aura. “Es uno de los mayores talentos que ha pasado nunca por la cantera del Partizán”, admitía su entrenador Vladimir Vermezović, que jugó en el club casi una década y que era entonces absoluto conocedor de que por la disciplina del equipo habían pasado nombres como Mijatovic, Pantic, Jovetic, Milosevic, Kezman o Mitrovic.
La mochila que se le puso sobre los hombros a Zivkovic fue muy grande desde muy joven. Zivkovic, por altura, por complexión, por habilidades, por demarcación, y por estilo de juego, corrió con la etiqueta de ‘Messi serbio’ desde su edad juvenil. Cuando a un chico se le tilda como ‘el Messi de no sé dónde‘, generalmente la historia suele terminar mal. Y la bola se fue haciendo más grande a cada partido que jugaba. Y es que solo unos meses después de debutar con el Partizán, y antes de cumplir la mayoría de edad, fue nombrado capitán del club, convirtiéndose en el más joven en la historia de la entidad en llevar el brazalete. Para el verano de 2014, Serbia Sub19 había llegado a la fase final de la Eurocopa con él como estrella, pero justo en semifinales tuvo que abandonar el torneo, porque el Partizán se jugaba la clasificación en las fases previas de la Champions League y aquel extremo que había cumplido los 18 años en plena concentración era su mejor baza para llegar a la mejor competición de clubes del continente. Serbia, sin su estrella, cayó en semifinales en penaltis ante la Portugal de André Silva, Gelson Martins y Rony Lopes.
Zivkovic, eso sí, pudo desquitarse un verano después en el torneo internacional. A aquel Mundial Sub20 de Nueva Zelanda llegó muy maduro y tras una temporada soberbia en la Super Liga Serbia. Veljko Paunovic, el técnico, pudo contar prácticamente con todos los jugadores que quería, salvo un Luka Jovic que se quedó a última hora sin ir convocado porque había sufrido las semanas anteriores una lesión y estaba falto de forma. Serbia perdió el primer partido, ante Uruguay, pero luego encadenó seis victorias seguidas para conquistar la Copa del Mundo de la categoría. Con Rajkovic en la portería y jugadores de la importancia de Maksimovic, Milinkovic-Savic o Gacinovic, el equipo balcánico se alzó con el título de manera justa, merecida y casi inmaculada. Zivkovic, por banda derecha, jugó todos los partidos desde el inicio hasta el pitido final, salvo el segundo de grupo, ante Malí, cuando fue sustituido a dos minutos del final con el partido sentenciado. El extremo del Partizán marcó el gol inicial en la semifinal ante Malí, y sacó el córner que supuso el segundo, ya en la prórroga, obra de Saponjic. En la final, inició la jugada que suponía el primer gol del partido y, también en la prórroga, a un minuto de los penaltis, dio la asistencia que supuso el gol de Maksimovic. Con ello Serbia se proclamó campeona ante la favorita Brasil.
Empezó así un semestre frenético. Si bien el Partizán pudo retenerle aquel verano, sobre todo por la voluntad del jugador de seguir en el equipo de su vida, la realidad es que terminaba contrato un curso después, en 2016, y los cantos de sirena no se hicieron esperar. “He rechazado una oferta de 15 millones de euros del Real Madrid por mi hijo”, admitía Jovica, el padre de Andrija Zivkovic, en enero de ese 2016. “No todo es el dinero y no voy a destruir el futuro de mi hijo por ello. No deja de ser un niño y el Madrid quería ficharlo ahora (enero de 2016) para dejarle cedido, pero yo creo que no lo han hecho bien y que ir a ese equipo no es bueno para un chico joven que necesita jugar”. Por su parte, el club anunciaba también que tenían serias intenciones de renovar al futbolista y que por ello habían rechazado ofertas de equipos importantes. “Es un diamante. Nos llaman todos los días. En la junta directiva lo sabemos y, por ello, no paramos de descartar compradores. Él es un gran chico y tiene todos los requisitos para convertirse en una estrella”, señalaba Popovic, el presidente del club, toda vez que deslizaba el interés de Arsenal, Liverpool y Manchester City entre los futuribles compradores. Los 12 goles y ocho asistencias que había conseguido en ese semestre de competición (incluido un gran papel en Europa League) animaron aún más a los grandes de Europa. Sinisa Mihajlovic, que entonces entrenaba al Milan, declaraba que le quería para el proyecto. Sin embargo, algo explotó justo en enero.
Y es que, Andrija Zivkovic no era realmente propiedad del Partizán. El equipo serbio solo poseía originalmente el 75% del pase del futbolista (el otro 25% era de su padre Jovica), pero en 2014 le había vendido un 50% de la propiedad a la agencia del representante Pini Zahavi por 1’25 millones de euros. Así, en enero de 2016, la situación era que el club poseía solo el 25%, el padre tenía una porción igual, y la mitad de las decisiones las tomaba Zahavi. A su vez, la FIFA acababa de implementar la prohibición de que cualquier porcentaje de un jugador fuera propiedad de un fondo de inversión o un tercero; por lo que Zahavi tenía interés absoluto en que Zivkovic saliera gratis del Partizán y lo hiciera al Apollon Limassol de Chipre, club del que era máximo accionista, como puente para poder sanear ese desliz económico.
Según reveló Football Leaks, Zivkovic fue uno de los jugadores que tuvo que pasar por el Apollon (aunque su nombre solo figuró entre archivos y documentos y nunca se puso su camiseta) y que realmente lo hizo bajo presión de agentes, representantes y oligarcas del fútbol. Entre los papeles filtrados, se revela que la familia Zivkovic no sabía que el Partizán había vendido el 50% de los derechos de su hijo a Zahavi, y tampoco que en ese acuerdo había una cláusula por la cual, por cada oferta formal que llegara al club serbio y que no fuera aceptada, había que pagar una compensación al Apollon. Zivkovic lo pasó muy mal durante varios meses. Lloró desconsolado el mismo día que descubrió su situación y, durante unas semanas, trató de pelear por su libertad, sin éxito y sin saber qué hacer. La primera decisión que tomó fue la de no renovar su contrato con el Partizán, pues se sentía traicionado. La acción que tomó el club fue la suspensión del jugador, que se quedó apartado desde enero hasta junio sin poder jugar ni entrenar con sus compañeros.
Zivkovic nunca jugó en Chipre, pero su futuro nunca fue del todo libre; aunque así lo dijera su situación contractual con el Partizán. Junto a Jovic, otro de los futbolistas que figuran en el entramado, acabó recalando en el Benfica de la mano de Zahavi, algo que fue el fin para él. Si bien el Benfica había sido de los clubes que más interés habían mostrado en él siempre, en la capital lisboeta nunca se encontró cómodo. El acuerdo se anunció la semana antes de que el serbio cumpliera 20 años, pero llegó a Portugal falto de forma y de ritmo competitivo, desilusionado y con claros problemas de autoconfianza después de seis sin poder entrenar y tras haberse llevado un gran batacazo, que no fue el último. La prensa lusa informó que el jugador llegaba libre y que había recibido cuatro millones en concepto de prima de fichaje. Esto escandalizó al Partizán, que en su contrato con el Apollon tenía firmado que recibirían el 10% de la futura venta de Zivkovic a cualquier equipo, y resulta que ahora el fichaje era libre.
En la capital de Lisboa se encontró varios problemas. El primero era la alta competencia, pues por su misma demarcación solían actuar Pizzi, Salvio y Carrillo. El segundo, su situación física, tras un año apartado, que le hizo estar casi otros seis meses recuperando la forma y quedándose sin inscribir en Champions para la fase de grupos y jugando solo seis minutos en las primeras 15 jornadas de Liga. De manera paralela, Zivkovic también había perdido impacto con la selección absoluta y había sido relegado a otras categorías inferiores donde tenía cabida por edad, pero donde se presuponía nunca iba a volver. Pero en la segunda vuelta algo cambió. Rui Vitoria comenzó a darle minutos, sin importar que jugara en ambas bandas o detrás de un punta. Se hizo con el puesto de titular. Parecía que Zivkovic había vuelto por sus fueros. Acabó la temporada habiendo repartido 11 asistencias en apenas 1500 minutos de juego. No era un mal bagaje para venir de dónde venía. Pero fantasmas del pasado se repitieron. No pudo hacer pretemporada, por lesión, y se perdió por ello las primeras jornadas de Liga. Apenas sumó en la primera vuelta, otra vez, y en los primeros 20 partidos de campeonato solo estuvo disponible en seis de ellos. Se le había cortado esa progresión cuando empezaba a asomar la cabeza. Desde la jornada 20, jugó todos los partidos. Todos como titular. Pero el gran Zivkovic de las categorías inferiores y el jugador que estaba enamorando a Serbia no había terminado de explotar.
Zivkovic jugó dos temporadas más en el Benfica para hacer un total de cuatro. En la tercera, su impacto fue de más a menos, hasta los últimos meses, donde ni tan siquiera contó en las convocatorias. En la última apenas sumó cuatro presencias. 121 minutos. La nada. Así, en verano de 2020, con 24 años, Andrija Zivkovic se marchaba del Benfica después de fracasar en el fútbol europeo de alto nivel. El club luso le había rescindido el contrato cuando aún le quedaba un año más. Zivkovic era un talento innato al que habían cortado las alas cuando lo tenía todo para triunfar. Ese niño maravilla por el que todos se habían peleado cuando acababa de cumplir la mayoría de edad ya no tenía ofertas, ni suculentas, ni de las otras. Habían jugado con su carrera como con una marioneta y él no había sabido sobreponerse a esas adversidades. En esos cuatro años en Portugal, apenas había sumado una docena de partidos con la selección, había ido al Mundial 2018 sin tener ninguna incidencia en la plantilla y llevaba más de un año sin ser citado por el seleccionador.
Y entonces llegó la luz. El PAOK se atrevió a acometer su fichaje. En Grecia, más cerquita de casa, Zivkovic se ha reencontrado. El día que jugó su segundo partido, quiere la casualidad, un gol suyo eliminó al Benfica de la fase previa de Champions League (solo habían pasado 15 días desde que le habían rescindido el contrato) y ahí comenzó a escribir su nueva historia. Ya suma su tercera temporada en el club heleno y desde el primer día se ha sentido integrado allí. Es la absoluta estrella del equipo. Es el dueño de la banda derecha y en estas dos temporadas (y parte de la tercera) suma más de 20 goles y más de 20 asistencias con el equipo que le ha hecho resucitar.
En marzo de 2021 volvió a la selección. Ha ido de menos a más y ahora tiene cabida en los planes de Stojkovic, hasta el punto que en la última Nations League ha sido titular. Su rol, eso sí, es radicalmente opuesto al que se le presuponía hace años. De estrella diferencial a hombre de equipo. Zivkovic, aquel pequeño jugador que caracoleaba cerca del área rival y no tenía que pensar más que en dar el último pase, es en la selección un carrilero incansable que tiene que correr la banda derecha durante los 90 minutos. No suele tener fuelle para tanto, como tampoco es un especialista defensivo. Aún le queda el buen pie, así que podrá lanzar el balón parado que le quiera ceder a Tadic, o colgar balones en carrera que los Vlahovic y Mitrovic agradecerán. Hoy Andrija Zivkovic sonríe. Tiene 26 años. Hace ocho, los expertos en fútbol internacional habrían apostado por él como un jugador destinado a aterrorizar a las defensas rivales. Hace solo tres, habría sido una locura pensar en él como un jugador de talla Mundial. Sin embargo, Andrija Zivkovic estará en Qatar.
Imagen de cabecera: @FSSrbije
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