El Liverpool, de la mano de Jurgen Klopp, ha recuperado el honor que le
precede por su historia y ha vuelto a colocar los reds entre los mejores
equipos europeos. Bajo las órdenes del técnico alemán llegaron a la final de la
Europa League, que perdieron contra el Sevilla, han vuelto a obtener el
prestigio en la Premier League, y este año, en la Champions, aún siguen
luchando en las eliminatorias finales soñando con ganarla.
Klopp siempre ha conseguido sacar el máximo rendimiento de sus futbolistas,
una característica de los buenos entrenadores. Por eso, cuando se fijó en un
joven lateral izquierdo escocés, llamado Andrew Robertson, que llevaba tres
temporadas notables en el Hull City, en las que compitió tanto en la Premier
League como en la Championship, no dudó el pasado verano en desembolsar 10
millones de euros por él. Era un lateral bastante desconocido y que acababa de
descender con los tigers, la segunda vez en cuatro años, a la segunda división
inglesa.
Robertson nació en Glasgow en 1994 y comenzó su carrera en el Celtic FC.
Aunque tuvo que abandonar el club por su baja estatura, como, por ejemplo, tuvo
que hacerlo Jordi Alba de las categorías inferiores del FC Barcelona. El
estereotipo de jugador escocés es que son futbolistas toscos, altos y fuertes,
aunque Robertson es todo lo contrario, pequeño, veloz y con una buena técnica
con el balón en los pies.
El futbolista nacido en Glasgow empezó a dar sus primeros pasos de su
trayectoria futbolística en categorías superiores en el mítico club escocés, el
Queen’s Park FC, el conjunto más antiguo de Escocia, fundado en 1867, y con una
idiosincrasia muy particular. A pesar del profesionalismo del fútbol, este
equipo continua siendo un conjunto formado por futbolistas amateurs,
manteniendo así la esencia de los orígenes del balompié, aunque compite en las
ligas profesionales escocesas. De hecho, es el único club amateur que juega en
estas divisiones. El lema de la entidad es claro, Ludere Causa Ludendi, que significa «el juego por el juego
mismo».
Robertson empezó a destacar en el Queen’s Park FC, jugando en la tercera
división escocesa. En 2013 lo fichó el Dundee United, así que pasó de jugar en
tercera, con un equipo amateur, a jugar en la Scottish Premier League, la
máxima división, con 20 años. Su adaptación fue tan rápida, que en la temporada
que llegó al Dundee, fue nombrado el mejor jugador joven de la campaña.
Su buena temporada no pasó desapercibida y cruzó la frontera hacia el sur
para trasladarse al Hull City. Robertson se forjó un puesto en el lateral
izquierdo de los tigers en las tres temporadas que estuvo. Klopp vio potencial
en el escocés y fue el elegido para, de una vez por todas, contratar a alguien
de garantías para esa demarcación en el campo que tanto dolor de cabeza le
había dado.
El
técnico alemán no erró en su decisión. Ya nadie duda quién debe ocupar el
puesto de lateral izquierdo en el Liverpool. Esa demarcación está reservada
para Andrew Robertson. Sus buenas actuaciones, tanto en solidez defensiva como
proyección ofensiva, le han dado la titularidad en los reds como también su
presencia en la selección escocesa. Sin hacer mucho ruido, como acostumbran a
hacer las piezas básicas de un equipo, ha sorprendido a todos. En cuatro años,
Robertson han pasado de jugar en la tercera división en Escocia, en un club
amateur, a ser titular indiscutible en el Liverpool que vuelve a plantar cara a
los grandes de la Premier League y de Europa. Klopp se fijó bien y acertó con
la contratación del escocés.
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