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Toril y el nuevo Real Madrid

Escudos hay muchos. Todos se llevan en el pecho con el mismo orgullo, pero lo que es evidente es que unos pesan más que otros. Algunos resultan ligeros como plumas, permitiendo a quien los porta que la presión no sea un hándicap a la hora de rendir. Otros, en cambio, pueden llegar a pesar una tonelada, obligando a quienes lo defienden a hacer gala de una buena fortaleza mental para poder estar a su altura. Y creo que en esto estaremos de acuerdo: el escudo del Real Madrid, por su historia y su laureado palmarés, es uno de los que más puede afectar anímicamente a sus futbolistas.

La sección femenina del conjunto blanco se estrenó la pasada campaña en Primera Iberdrola tras haber adquirido la plaza del CD Tacón. El estreno en la máxima categoría del fútbol femenino de nuestro país fue realmente brillante, acabando la liga en segunda posición solo por detrás de un Barça intratable, y logrando un billete para que el nombre del cuadro merengue se paseara por Europa la presente temporada. Pero esa finura mostrada el curso pasado pareció esfumarse con el inicio de este, cuando el equipo dirigido por David Aznar, a pesar de superar la ronda previa de Champions ante todo un Manchester City, cosechó numerosos resultados negativos en liga.

Tras siete jornadas disputadas, el Real Madrid ocupaba la decimotercera plaza de la tabla, habiendo sumado una victoria, un empate y cinco derrotas, quedando tan solo tres puntos por encima de los puestos de descenso. Tal situación hizo saltar todas las alarmas, precisamente por lo anteriormente comentado; un escudo como el del conjunto blanco no puede verse en según qué tesitura. Aznar logró revertir mínimamente la situación, pero la calidad de la plantilla seguía sin ser acorde con los resultados que se estaban obteniendo, de modo que fue cesado a finales de noviembre.

Y llegó el momento de buscar un sustituto. De encontrar en un tiempo récord a alguien que, a pesar de no haber podido planificar la temporada desde un inicio, lograse exprimir al máximo a una plantilla repleta de futbolistas de primer nivel. El elegido fue Alberto Toril, que cumplía ciertos requisitos que siempre suman a la hora de intentar triunfar en un banquillo. Toril conocía el club, puesto que había sido jugador blanco y posteriormente entrenador del filial, con el que logró un ascenso a segunda división. Y disponía además de experiencia internacional, después haber pasado varios años trabajando en China. Empezaba pues a gestarse un nuevo Real Madrid.

Cuando el problema de un equipo no reside en la calidad de sus futbolistas, quien dirija dicha plantilla debe ser un magnífico gestor anímico. El escudo pesa, las cosas no salen y la frustración hace acto de presencia. Es ahí cuando el técnico puede aportar un plus de psicología para levantar a un grupo de profesionales conformado para aspirar a todo y al cual no le están saliendo las cosas. Si en ese trabajo mental logras tocar la tecla adecuada, casi con total seguridad el engranaje empezará a funcionar.

No podemos tener la certeza de que eso sea lo que ha sucedido. No tenemos la suerte de estar en ese vestuario para averiguarlo de primera mano. Pero lo que sí está claro es que, desde la llegada de Toril al banquillo del Real Madrid femenino, ha habido un antes y un después en el rendimiento del equipo. Un cambio de dinámica que ha traído consigo la mejor versión del conjunto blanco. Y un despegue colectivo que reactiva las opciones merengues de luchar por las plazas europeas en la Primera Iberdrola y de poner en apuros al Barça en los cuartos de final de Champions.

Ese revulsivo provocado por el cambio de técnico ha traído consigo cinco victorias en liga, la última hace apenas unas horas ante toda una Real Sociedad en Zubieta. Y dos derrotas, una en competición doméstica y otra en la Supercopa de España, ambas ante el Barça. Tropiezos que escuecen por darse ante una camiseta azulgrana, pero que entran dentro de lo previsible cuando tienes que enfrente al conjunto más en forma del momento. No obstante, las dos se dieron por resultados ajustados, algo que no es para nada habitual cuando te mides a la apisonadora culé. De modo que, a pesar de que una derrota jamás puede ser un buen resultado cuando defiendes los intereses del Real Madrid, concretamente estas dos demuestran que se va por el buen camino.

Tan solo han transcurrido dos meses desde la llegada del nuevo técnico al banquillo, pero en estos 60 días hemos sido testigos del proceso de transformación de un conjunto que a día de hoy rebosa seguridad por los cuatro costados. El escudo blanco pesa lo mismo que cuando las cosas no salían, solo que ahora sus jugadoras están preparadas para hacer de esa carga una motivación extra. Quedan por delante los meses más importantes de la temporada, a ellos llegan Toril y el nuevo Real Madrid con la sensación de que nada ni nadie puede frenarlos.

Imagen de cabecera: Real Madrid Femenino

Contenido patrocinado por Iberdrola

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