Javi PALEN – Desde hace casi una década hasta ahora, varios acontecimientos han ido suponiendo un antes y un después en el equipo más poderoso de San Petersburgo (y se podría decir que de Rusia), el Zenit. Todo comenzó en diciembre de 2005, cuando la empresa estatal ‘Gazprom’ (que ya poseía una cuarta parte de las acciones del club) pasó a ser accionista mayoritario del conjunto ruso tras abonar cerca de 40 millones de dólares al banco de San Petersburgo.
Posteriormente, empezaron a llegar logros que hasta la fecha eran desconocidos, como alzarse con su primera liga rusa en la temporada 2007, o lograr su primer trofeo internacional tras proclamarse campeón de la –por aquel entonces- Copa de la UEFA en 2008. No obstante, es a partir del verano de 2012 cuando, a golpe de talonario, este equipo del noroeste de Rusia hace que en el exterior se empiecen a comentar cosas como ’ojo a la plantilla que puede formar el Zenit en los próximos años’ o ‘habrá que tener cuidado con ellos en Champions’.
Para que lo anterior tome sentido, es necesario recalcar que, dicho verano, la plantilla petersburguesa dio un notable salto de calidad. Hubo varias incorporaciones pero, sobre todo, dos de ellas son las que generaron absoluta expectación. Hulk y Witsel dejaban Oporto y Benfica, respectivamente, para recalar en la fría Rusia tras dos traspasos que sumaron alrededor de 90 millones de euros (Hulk 40 fijos más 2 variables, y Witsel 42 fijos más 6 variables). Además, el hecho de contar con varios integrantes de la selección rusa (Anyukov, Faizulin, Kerzhakov…), con Danny y Neto (internacionales con Portugal), o con Criscito (lateral izquierdo de Italia); dio pie a que en la temporada 2012/2013 al Zenit se le exigiera ser el claro campeón de la liga rusa (venía de serlo en las dos campañas anteriores), y hacer un más que aceptable papel en la Liga de Campeones. Sin embargo, terminaron el campeonato liguero en segundo lugar y en Champions no consiguieron pasar de la fase de grupos.
Tras el doble fiasco anterior, esta temporada no quedaba otra que pelear por los objetivos no logrados en el curso pasado. En esta ocasión, el desembolso fue mucho menor. Llegaron jugadores como Arshavin, Tymoschuk, Ansaldi, Oleg o Rondón (este último en el mercado invernal por 18 millones); y abandonaron el barco, entre otros, Bruno Alves, Denisov o Semak. Pese a que esta vez sí lograron superar la fase de grupos de la Champions (de milagro, ya que solo consiguieron 6 puntos de 18 posibles), en octavos fueron apeados por el Borussia Dortmund. En lo que se refiere a la competición liguera, lo cierto es que, a pesar de que no lo tienen fácil, aún existen bastantes opciones, dado que marchan segundos (a tres puntos del Lokomotiv Moscú) y todavía restan ocho jornadas.
Al fin y al cabo, queda claro que durante estas –casi- dos temporadas el Zenit ha rendido muy por debajo de lo que se espera de ellos. Y debido a lo acontecido, creo que llegamos a un punto en el que, en mi opinión, se ha iniciado una interesante etapa de transición de –aproximadamente- cinco meses (desde la reciente llegada de Villas-Boas hasta final de verano) que determinará si la próxima temporada el Zenit, o bien se va convirtiendo en un proyecto frustrado (como hizo su compatriota el Anzhi) o, en cambio, saca fuerzas de flaqueza, endereza el rumbo, y pasa a ser un claro dominador en Rusia y un equipo que ilusiona en Europa. A continuación, indago en las variables (negativas y positivas) que marcarán un camino u otro.
En referencia al rumbo negativo, este se podría producir, principalmente, por los siguientes motivos: que Villas-Boas, tras fracasar en sus dos etapas en la Premier League (Chelsea y Tottenham), haga lo propio en Rusia y no consiga que los de San Petersburgo sean campeones. A su vez, que jugadores como Hulk, Witsel, Danny o Criscito (entre otros), firmen un buen Mundial, reciban más ofertas –de las ya recibidas hasta ahora- por clubes importantes, y decidan cambiar de aires. Dos circunstancias que, en caso de producirse, darían lugar a una futura temporada que no se encararía con especial ilusión.
Por otra parte, nos quedaría el camino más optimista. Camino que, ni mucho menos, pienso que sea difícil seguir. Y estos son los alicientes que –en mi opinión- pueden retomar dicho rumbo positivo: que un equipo (Zenit) y un entrenador (Villas Boas) venidos a menos últimamente, consigan sacar lo mejor el uno del otro y, por consiguiente, den pie a un exitoso futuro conjunto. Y como es lógico, que también retengan a todas sus figuras y, además, refuercen notablemente todas las líneas. Y no me refiero a traer solo a dos jugadores ‘top’ para ilusionar y punto, sino a generar competencia en todos los puestos. Lo que se conoce como ‘tener fondo de armario’. Al fin y al cabo, eso es lo que te hace ser competitivo y llegar a abril-mayo aun con opciones de ganar tres títulos. De ellos depende.
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