La operación Neymar es ya, desde hace tiempo, una de la más controvertidas de la historia. La causa: la falta de transparencia por parte del Barça. Un día digo una cosa y al siguiente, otra.
Si a nivel deportivo la situación es prácticamente idílica, en el ámbito extra deportivo las cosas no acaban de funcionar en Can Barça. Las semanas pasan de multa en multa y tiro porque me toca. Y la imagen institucional, claro, cada vez está más dañada.
El caso de Neymar, en sí, es el más grave de todos. Y un caso además sin sentido. Porque, al fin y al cabo, qué más da si ha costado 57, 86, 100, 150 o 200. Nadie pone en duda el precio. Neymar está justificando y justificará, aún más, el coste de su fichaje. Lo inaceptable son las formas. Que cada vez que un miembro del club salga en rueda de prensa diga una cosa diferente. Que se admita hace unas semanas un doble fraude fiscal en la operación y luego la vicepresidenta económica catalogue la operación de «excepcional». Al socio no se le torea, se le debe respetar, pues por algo es el dueño del club.
Esta directiva tiene el mérito de haber contratado al mayor talento joven surgido desde Messi, algo que debería ser suficiente motivo de orgullo. Por si ello no fuera suficiente, el Barça le birló el fichaje al Madrid. La afición, repito, hubiese aceptado el precio fuera cual fuera. Y más viendo su evolución sobre el terreno de juego.
Sea cómo sea, cada día que pasa se antoja más complicado descifrar cuales son las verdades cifras del traspaso de Neymar. La falta de transparencia es un problema en Can Barça.