El Celta disputará competiciones europeas por 9ª vez en su historia. Pero ya han pasado 9 años de su último partido “europeo” en el Weserstadion de Bremen. Entre los años 1998 y 2007 el Celta disputó 64 partidos en Europa (a los que hay que añadir los 2 que jugó en los años 70). Pero para la ciudad y para el celtismo no parece que ésta sea una clasificación más. La mayoría de la masa social que ha empezado a acudir a Balaídos no ha vivido un Celta en Europa. Y no tantos recuerdan las hazañas contra Liverpool, Benfica o Juventus.
La última experiencia europea con partidos contra Fenerbahçe, Newcastle, Palermo, Eintracht Frankfurt, Spartak de Moscú, Standard de Lieja y Werder Bremen se vivió de un modo muy gris en el celtismo. El equipo se encaminaba de nuevo hacia Segunda. No había “feeling” con Fernando Vázquez y la asistencia al estadio en estos partidos fue más bien pobre.
Y anteriormente en la temporada que se jugó Champions, más de lo mismo. En general no hay buenos recuerdos de ese período a pesar de que se alcanzaron retos inimaginables, unos Octavos de Final de la Champions League. Los verdaderos buenos recuerdos de lo celtistas son las eliminatorias contra Juventus, Benfica, Liverpool o Aston Villa en Copa de la UEFA.
En esta temporada 2016-2017 el Celta ha logrado una de sus mejores clasificaciones de la historia batiendo récord de puntos a domicilio y pudiendo alcanzar la 3ª mejor puntuación de siempre si puntúa en el Calderón. Pero por encima de todo, esta temporada ha sido distinta a todo lo vivido. La comunión entre afición, club, jugadores y entrenador es total. Y lo lleva siendo los últimos 6-7 años. Por supuesto hay críticas a ciertas actuaciones del club, sobre todo en materia de comunicación y organización.
El único lunar en estos años lo podemos situar en todo lo que concierne al vetusto Estadio de Balaídos. Se ha iniciado un proceso intensivo de remodelación, pero que aún tiene un largo recorrido. La asistencia no ha aumentado, sino todo lo contrario. Es un estadio incómodo por aparcamiento, por visibilidad desde ciertas gradas, por problemas de goteras, por asientos y pasillos estrechos. Y a esto se le ha unido el malestar generado por un exceso de celo a la hora de controlar el acceso de los aficionados con la «excusa» de la seguridad. Muchos comentan que el celtismo fuera de Galicia – o en las redes sociales – está al nivel de equipos más potentes como Betis, Sevilla o Athletic, pero la presencia en Balaídos debería ser bastante mayor. Mucha culpa la tiene también la estructura social de la ciudad y por supuesto la cantidad de gallegos que continúan emigrando y no pueden asistir al estadio.
Mirando hacia al futuro la única duda en el celtismo será saber gestionar esta progresión constante teniendo siempre los pies en el suelo. La temporada que viene el club debería mantenerse entre los 10 primeros si realiza las cosas bien, pero a algunos le costará entender que hoy por hoy el lugar del Celta no es clasificarse todos los años para Europa. Ni mucho menos.
La crónica de una progresión
La tarde del 6 de junio de 2009 el celtismo se preparaba para vivir un dramático partido en Balaídos buscando la permanencia en Segunda División. Recibía al Deportivo Alavés en un duelo que llevaría a uno de los dos equipos al pozo de la Segunda B. En la última media hora entró en el campo un chaval de Moaña y revolucionó el partido. Anotó 2 goles (sus 2 primeros goles con el Celta) y el Celta venció 2-1 y se salvó.
Aquella angustiosa tarde marcó un punto de inflexión que dura hasta hoy. Desde entonces el equipo (y el club) ha ido subiendo peldaños de manera constante pero a ritmo lento, como se cocinan los buenos alimentos.
Eusebio Sacristán permanecería al mando la temporada siguiente a ese partido. Y aunque el equipo no hace una brillante temporada 2009-10 (- todo lo contrario, está más cerca de la zona baja que del ascenso -), comienza a despuntar un proyecto con gente de la casa. Tienen protagonismo los Dani Abalo, Michu, Roberto Lago, Hugo Mallo, Iago Aspas, Yoel, Noguerol, Jonathan Vila, Túñez, Joselu (el hoy jugador del Stoke). Y debutan entre otros Álex López y Mateo. De esta temporada lo que queda en el recuerdo es la valentía de Eusebio confiando en gente de la casa y la eliminatoria de Copa contra el Atlético con un fantástico partido en el Vicente Calderón. En Balaídos en la vuelta se rozó el lleno tras varios años de entradas paupérrimas. Y se rozó la clasificación, que Pérez Lasa ayudó a que no se produjese.
En 2010 llega a Vigo uno de los hombres clave en el renacimiento de este nuevo Celta. Paco Herrera, que había triunfado a lo grande en el Liverpool y que aprovechó en Vigo la herencia de Eusebio para añadirle un toque de personalidad y garra al equipo. Formó un bloque sólido y el equipo empezó a tener un estilo propio. En el medio campo la calidad de Trashorras y Quique de Lucas, y en punta los goles de David Rodríguez. Todo eso complementado con los jugadores de la cantera. La gente en la ciudad se enganchó al Celta. Los jóvenes empezaron a vestir con ilusión la camiseta celeste. La media de edad en las gradas de Balaídos bajó más de 15 años. Se empezó a vivir un nuevo celtismo. De más alegría que de amargura. Eso sí, el final de esa temporada se sufrió un palo muy duro cuando en las eliminatorias para el ascenso a Primera el Celta cae derrotado en Granada en los penalties.
Pero esa base sólida que se había construido evitó que se derrumbase todo. El club y la afición siguieron confiando en Paco Herrera. Se mejoró la plantilla. Llegaron Orellana, Bermejo, Natxo Insa (que resultaría el hombre de los goles históricos) y Oier. Y los canteranos salieron reforzados de la experiencia del año anterior. El equipo se mantuvo en los primeros puestos toda la temporada, aunque a falta de un mes las cosas se complicaron y todo parecía irse al garete, especialmente en un Celta-Xerez que comienza con 0-1 y expulsión de Sergio. Ese día es recordado por todo el celtismo. Terminó 4-1 y significó más de medio ascenso. Sobre todo en lo anímico.
El regreso a Primera fue complicado. El equipo notó su “inactividad” en Primera y le costaba ganar partidos. Sobre todo fuera de casa. Con todo, la afición apoyaba más que nunca. Ni un solo reproche. Y eso fue la clave. Faltando 2 jornadas sólo había un 4’01% de posibilidades de salvarse y el equipo logró los 6 puntos en juego y celebró la permanencia un 1 de junio de 2013 como si no hubiese un mañana. Esa salvación impedía que todo el trabajo de varios años se viese interrumpido.
En la temporada siguiente fue Luis Enrique quien tomaba el relevo y le da otro giro de tuerca al equipo. Llegan jugadores contrastados (Fontás, Nolito, Charles y Rafinha) y se mantiene el bloque. El equipo comienza a hacer un fútbol que encandila (con ciertos riesgos defensivos) y se salva con comodidad en Primera División por primera vez en muchos años.
Al año siguiente la marcha de Luis Enrique al Barça provoca que se tenga que buscar un recambio que mantenga en cierto modo el estilo. Se contrata al “bielsista” y exjugador del club, Eduardo “Toto” Berizzo.
El equipo arranca como un tiro en la temporada 2014-15 pero llegado noviembre se “gripa” el motor y se pasa 2 meses sin anotar un solo gol. El puesto de Berizzo peligra. Llega el colista, el Córdoba. El equipo (y especialmente Berizzo) salva ese match-ball con un 1-0. El equipo recupera el pulso y realiza un gran segunda vuelta.
El segundo proyecto de Berizzo, en la temporada 2015-16 comienza igual de fuerte. Pero esta vez no sufre el bache de la anterior y logra con 3 jornadas de anticipo la clasificación para la Europa League 2016-17.
Ourense. Profesor en activo. Leer y viajar son el complemento imprescindible a todo aprendizaje. Del fútbol me atrae la parte estadística, histórica, social y geopolítica. Los 90 minutos no son lo más importante. El celeste es mi color. Responsable de @CeltaSphera y orgulloso del aire fresco de @SpheraSports.
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