El 2 de Julio de 2003, con demasiados focos y un buen puñado de flashes, Beckham posaba con la camiseta del Real Madrid. Tras Figo, Zinedine Zidane y Ronaldo, Florentino Pérez fichaba al mejor centrocampista del momento. Por una cifra cercana a los 35 millones de euros, era el cuarto galáctico en llegar, un inglés con el 7 a la espalda que había recogido en Old Trafford el testigo de Eric Cantona. En el Real Madrid era propiedad de Raúl y en homenaje a uno de sus ídolos, Michael Jordan, Becks lució durante los 4 años que vistió de blanco el número 23.
El señor inglés, de múltiples peinados y un solo esqueleto, siempre listo para ser elegante, militó cuatro años en el Madrid, siendo el último año donde más noticia sería tanto fuera como dentro de los terrenos de juego. El jugador hasta la jornada 22, solamente había disputado un total de 637 minutos, una media de 30 minutos por partido. Sorprendian aquella cifras, cuando el jugador venía de 30 partidos como titular en el último año. Pues bien, con el retiro de Zinedine Zidane, la llegada de Fabio Capello al banquillo, y la llegada de jugadores como Fabio Cannavaro, Van Nistelrooy o Mahamadou Diarra, Beckham pasó a segundo plano, y no fue considerado en los planes del entrenador. Todo esto añadido al anuncio del adiós del jugador, que una vez finalizada la temporada pondría rumbo a LA Galaxy, fue el motivo de Capello para apartarlo del equipo. El internacional inglés completaba la lista de descartes junto a Ronaldo y Cassano.
«La decisión del jugador es de irse a Los Angeles, siempre ha sido un gran profesional, pero un jugador que tiene un contrato tan importante con otro club…, no podemos contar con él. No va a jugar más. Va a entrenar pero no jugar. Que se quiera ir no depende de mí, depende de él. Hay que preguntarle a él sobre este tema» Fabio Capello a 13 de Enero de 2007
Beckham lejos de declaraciones mal intencionadas o faltas de actitud, se mantuvo al margen. Su representante aseguró que el jugador se sintió sorprendido por dichas declaraciones y poco más. El compromiso de Beckham fue profesional. A la espera de una segunda oportunidad que no tardaría en llegar. El 9 de Febrero, Fabio Capello, incluía a Beckham entre los 23 convocados para el partido frente a la Real Sociedad en Anoeta. El técnico italiano hizo caso de la solicitud que habían formulado públicamente varios de los ‘pesos pesados’ (Raúl, Guti, Casillas, Helguera y Salgado) y Beckham volvió.
«Es de personas inteligentes rectificar. Normalmente las personas pueden fallar en lo que dicen y en las cosas que hacen. Rectificar es de sabios. Hay que explicar la historia por la que regresa. Tuvimos dudas después de que firmó un contrato tan importante con un equipo estadounidense. Las dudas eran que entrenase y jugase con las mismas ganas. Hace unas semanas dije que entrenaba muy bien y esta semana ha hecho un entrenamiento más que perfecto. Siempre ha tenido el apoyo de sus compañeros. Las dudas que hemos tenido nosotros eran sus ganas de jugar pero se ha comportado como un gran profesional y regresa a la convocatoria«, explicó el técnico.
En su vuelta frente a la Real Sociedad, los donostiarras comenzaron ganando el partido por un mal despeje de Casillas, que aprovechó Aramburu para marcar de cabeza. Pero el Madrid reaccionó a tiempo gracias a Beckham. En el minuto 36 sacó una falta directa que sirvió para empatar el encuentro y que los blancos reaccionaran en el momento más difícil. En la segunda mitad, Van Nistelrooy marcó de cabeza el gol de la victoria en el minuto 47. Tras aquel encuentro, el Madrid comenzó su remontada en la tabla.
En el resto de la temporada, desde la jornada 22, Beckham disputó 700 minutos. En solo 7 partidos se quedó fuera de la convocatoria; cinco por lesión en su rodilla derecha y los otros dos por tarjetas. Con Beckham de vuelta, el Madrid recuperó la frescura, el hombre que comparaban con Makelelé. Sin balón y con una mochila de oxígeno a sus espaldas, era un peón de obra de primer nivel, no se negociaba el trabajo, corría alocado hasta recuperar. Con balón, demasiado cambiaba el escenario. Eran los otros quien comenzaba a acelerar, buscando diagonales y pases en profundidad. Beckham no tenía límites ni fronteras; su pie un guante, su ojo, la mirilla. Bombeado, seco o milimetrado, su golpeo era pura exquisitez. Fue uno de los artífices de la Liga del clavo ardiendo, del «Juntos Podemos». Asistió ante Valencia y Recreativo para sendas remontadas y ante el Mallorca, en la última jornada, como no después de remontar, después de los goles de Reyes y Diarra, estalló a llorar. Era el día de su despedida y nada podía salir mal. Se marchó un hombre sin un gran palmarés pero de los que muchos todavía hoy se acuerdan. De muerto a resucitado, fuiste el ejemplo que hizo creer en la remontada. Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Gracias Sir Lord Beckham.
@PipeOlcina17 | 1995. Periodismo. Peor sería tener que trabajar, que decía en un cartel de la redacción del Times.
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