Hace 7 años, Neymar Jr debutaba con el primer equipo de Santos en la victoria por 2-1 ante Oeste. Una semana más tarde, anotaba de cabeza su primer gol frente al Mogi Mirim. Tan solo 17 años, era un descubrimiento sobrenatural para la vista del espectador. Allí en Brasil, poco o nada tardan en comparar y Pelé o Robinho ya eran objeto de comparación con el joven Neymar. Con Robinho como ídolo, su juego se podía descifrar a grandes rasgos. Bicicletas en el viento y un abanico de registros no propios de un jugador profesional y si tal vez de un freestyle.
Sin el Ramón de Carranza como entrada para el público internacional, el futuro que se le preparaba en una corta pero intensa travesía hasta el momento parecía más halagador. En los cuatro años en Brasil se coronó líder y campeón del Santos en varias ocasiones. Campeón Paulista hasta en 3 ocasiones, Copa de Libertadores en 2012 y Recopa Sudamericana en 2013.
Su momento cumbre hasta la llegada a la ciudad condal fue en el verano de 2013, ya como azulgrana tras anunciar su fichaje por el F.C.Barcelona en Mayo, disputó la Copa Confederaciones para dar por terminado un material exquisito. En aquella Copa vimos lo que podía ser capaz el Neymar de los Santos. Ya sin esa cresta colorada, mantenía intactas todas sus fuerzas. Fue el líder de esa Brasil campeona y bajó a España a la tierra. Por una noche, hizo caer a todo un país en la profunda desesperación, España no pudo con aquella bestia. Y los deseos de Mundial parecían naufragar en la lejanía.
Un equilibrista que nunca cayó al vacío. Youtube nos enseñó todo lo que parecía no ser verdad. Un carácter sobresaliente por encima de los 21 restantes del campo, una osadía para hacer cotidiano lo poco visto y hacer terrenal todo aquello que había subido unos peldaños en años anteriores. En Barcelona, le han servido tres años para acercarse a su ídolo, ganarlo todo y madurar como jugador. Ha vivido sus mejores años como profesional. Sigue manteniendo esa vertiginosidad. Disfruta sobre el terreno y el fútbol lo nota. Ni espectáculo ni provocación, es Neymar.
El Mundial de Brasil puso a prueba de la pasta que esta hecho el jugador. Todo un país a sus espaldas. Desde el himno hasta el pitido final, las cámaras apuntaban a Neymar, era el corazón y la esperanza de la Selección, de todo un país hasta que Zúñiga en una acción desafortunada decidió poner fin. Su despedida del terreno de juego, su marcha en helicóptero, fue noticia en todo el país. Casi más importante que un cambio de gobierno o un golpe de estado, Neymar con 22 años tiró de la cuerda hasta tensarla y el efecto rebote le dejó en el dique seco. Días más tarde, Brasil caía humillada frente a los alemanes por 7-1.
Ya no es tanta cresta, ese gallito rebotado que era noticia por los campos de Brasil o bien por regate o carácter ha cambiado y no solo de peinado. El paso de los años, cruzar el charco y la compañía de estrellas mundiales le han hecho madurar. Ahora más bien parece una gacela. Animal de ojos grandes y negros, patas largas y finas; es muy ágil y veloz. En cuestión de segundos puede cambiar el rumbo del partido.
Recogerá el testigo de Lionel cuando el argentino fatigue o decida abandonar hasta entonces partirá desde la izquierda recordando a aquella cresta que caracoleaba por Brasil ahora bien en el mejor equipo del mundo, frente a los mejores y en los minutos de la tensión. Neymar se divierte y hace divertir, requisitos indispensables para ser feliz, para mantener la tensión. El temple y la osadía de mantenerse por cuanto tiempo quiera sobre la cuerda, mientras el público le ovaciona, los brasileños le comparan y la prensa le critica. De gallo a gacela pero siempre sobre la cuerda.