“El pequeño niño será un gran jugador”. Sin ambages, con la contundencia que le caracterizaba al ejecutar las faltas, Sinisa Mihajlovic lanzaba esa rotunda predicción sobre la carrera de Andrija Zivkovic tras convertirle en el futbolista más joven en debutar con la selección absoluta serbia. En la despedida de un pilar del combinado nacional ‘plavi’ durante la pasada década como Dejan Stankovic, el actual entrenador del Milan le sustituía para que la grada del Stadion Karadjordje le brindase una última ovación al mismo tiempo que sacaba a la luz internacional a un diamante en bruto que ya estaba en boca de todos en la región balcánica.
“Nunca olvidaré este día. Mi ídolo Dejan Stankovic jugó en su despedida y debuté. Sé que tengo mucho que demostrar y aprender, pero estoy seguro de que lo voy a hacer bien en el equipo nacional”, confesaba dichoso Zivkovic, que todavía no había alcanzado la mayoría de edad ni seis meses como miembro de la plantilla del Partizan a todos los efectos. A pesar de su bisoñez, quienes seguían su trayectoria desde sus inicios sabían que ese momento llegaría más temprano que tarde. “Recuerdo que Ilija Zavasic, uno de sus primeros entrenadores en el Partizan, nos dijo inmediatamente que podría ser el líder de una gran generación de jugadores y, sin duda, lo fue”, explica a la web de la FIFA Miodrag Rajkovic, subdirector de la academia blanquinegra, respecto a su desembarco en la entidad de Belgrado.
Ese zurdo bajito que burlaba rivales con una facilidad innata hizo frotarse los dirigentes con su desembarco en Zemunelo, el centro de operaciones del club surgido del ejército popular serbio, procedente de su Nis natal a los 13 años. “Brillaba por su talento y su personalidad nos hizo pensar que podría ser una verdadera estrellar en el club”, evoca el vicepresidente Ljubisa Tombakovic. Con esa lluvia de elogios y su meteórica progresión, su irrupción en la primera plantilla no se hizo esperar. Llegó de la mano de Vladimir Vermezovic, que en su último encuentro en el banquillo, le ofreció la oportunidad de disputar 25 minutos en la recta final del campeonato liguero con apenas 16 años.
A Vermezovic, que ahora le califica como “el joven más talentoso de Serbia”, no le hizo titubear la fecha de nacimiento de un diamante en bruto que venía precedido por unas expectativas altísimas. “No tiene miedo a encarar a los defensas ni a los partidos grandes”, explica sobre un extremo al que tilda de “uno de los jugadores más talentosos formados en el Partizan”. Un club que gestó a futbolistas de la talla de Pedja Mijatovic, Slavisa Jokanovic, Milinko Pantic o, más recientemente, a Stevan Jovetic, Matija Nastasic o Lazar Markovic. Su relación profesional con Zivkovic fue efímera, pero quienes le sucedieron en el cargo corroboraron sus impresiones. Marko Nikolic le confió el brazalete convirtiéndole en el capitán más joven de la historia de la entidad al confiarle el brazalete al final de su primera temporada completa en el vestuario del primer equipo.
“Es un regateador extraordinario, tiene una increíble zurda y un potente disparo. Impredecible, es muy difícil para los defensas leer lo que va a hacer. Tiene todas las características que le hacen un jugador moderno”, expone Zoran Milinkovic, el entrenador que le consolidó como el líder del ataque del campeón serbio en una temporada en la que el club recuperó su hegemonía en el campeonato liguero después de que el Estrella Roja pusiese fin a una serie de seis entorchados blanquinegros. “Técnicamente es perfecto. Sus características me recuerdan a las de Robben, aunque lo primero que pensé al verle es que era un nuevo Messi. Lo tiene todo: regate, manejo de balón y capacidad para asistir”, abunda su compañero Stefan Babovic.
La verticalidad, su disparo al palo largo precedido de una punzante diagonal y su ciega confianza en su pierna izquierda trazan la silueta de su juego y fomentan las semejanzas con el extremo holandés que, al igual que esta perla balcánica, hace del costado diestro el punto de partida de sus serpenteantes conducciones. La intermitencia en sus interacciones con el balón y la dosificación de los esfuerzos son las áreas de mejora de este atacante explosivo en el giro, que subsana con esa virtud su exiguo manejo del pie diestro.
Golpe de efecto en Nueva Zelanda
Serbia acudió a Nueva Zelanda para disputar su primer Mundial sub 20 desde su constitución como país con el propósito de prolongar las buenas actuaciones cosechadas en el Europeo sub 19. La selección dirigida por Veljko Paunovic llegó con la vitola de outsider en un torneo que siempre propicia sorpresas y fue apuntalando su vertiente competitiva con el paso de la competición para proclamarse campeona tras superar a Brasil en la final.
Zivkovic, que había tenido que abandonar la concentración serbia en plena disputa del Europeo sub 19 de 2014 tras ser reclamado por el Partizan para disputar la previa de la Liga de Campeones, se sacó esa espina y confirmó que era una pieza clave de esa prometedora generación serbia demostrando su liderazgo en los momentos importantes del torneo. Con nervios de acero convirtió el penalti en la tanda de cuartos de final, abrió el marcador en la antesala de la final y fue diferencial en el choque por el título con su participación en las dos jugadas que decantaron la balanza del lado balcánico, ya que dio el penúltimo pase en el primer gol y asistió a Maksimovic en el contragolpe que él mismo desencadenó en los últimos compases de la prórroga ante Brasil.
Atestiguó además su condición de maestro de ceremonias en el balón parado, camino hacia el gol a través de la asistencia con sus tensos golpeos gracias a su tacto en la asistencia o por vía directo con sus precisos disparos enroscados, como atestiguó con su libre directo ante México, galardonado como el mejor tanto de la competición. Una cita que corroboró su inteligencia para aguantar bien el cuero y generar ventajas cuando su lateral le dobla, así como su facilidad para atraer rivales y generar desequilibrios en el entramado defensivo adversario.
“Es increíble lo que Zivkovic puede hacer en cuanto a su carrera y a sus habilidades técnicas. Es un gran regateador, con un disparo fuerte y preciso. Con él en la delantera siempre se puede esperar que suceda algo”, indica Radovan Curcic, seleccionador serbio, que también destaca su disciplina táctica sin balón y refrenda ese halo de futbolista especial que desprende cada vez que recibe el balón. “Tiene características de otros futbolistas, pero al mismo tiempo es único. La comparación con otros jugadores le debe motivar para encontrar su propio camino”, arguye Ljubisa Tumbakovic, vicepresidente del Partizan.
“Esas comparaciones no me agobian. Te sientes muy bien cuando alguien te compara con esos grandes jugadores, pero tienes que desarrollar tu propia personalidad sobre el campo”, sostiene con madurez Zivkovic, que no es ajeno a los elogios, pero sí consciente de que todavía está en el principio de su camino. “Quiero mantener los pies en el suelo. Escucho lo que me dicen todos, pero sé muy bien que todavía tengo que trabajar muy duro y seguir creciendo”, añade sin obviar que tras su paso por Nueva Zelanda ha escalado un nuevo peldaño: “Espero poder triunfar con la selección absoluta como he hecho en las categorías inferiores. Mi sueño es seguir mejorando y llegar a ser uno de los mejores jugadores”.
Salto a la escena europea
Con su excelente actuación en el Mundial sub 20 y su gran arranque liguero, las especulaciones respecto a su salto a un campeonato de superior nivel se dispararon, pero él no perdió la compostura y trasladó su buena línea al escenario continental. Primero con un gol precedido de un golpe de tobillo de genio frente al Steaua de Bucarest en la previa de la Liga de Campeones y después en la Europa League, competición en la que demostró su valía acaparando los elogios y haciéndose acreedor al galardón de mejor jugador de la jornada tras destrozar a domicilio al Augsburgo con dos zurdazos y un saque de esquina envenenado para propiciar un autogol de los bávaros.
“No es un jugador que solamente piense en marcar, trabaja duro para el equipo, a veces más de lo necesario. Es muy bueno”, asegura su compañero Babovic sobre un futbolista que suma catorce tantos en la presente temporada y finaliza su vinculación contractual con el Partizan el próximo 30 de junio, una situación que no pasa desapercibida para muchos clubes. Pedja Djordjevic y Pini Zahavi, los agentes que poseen el porcentaje mayoritario de los derechos del jugador, reconocieron el interés del Valencia y del Chelsea por contratarle tras su brillante desempeño en tierras neozelandesas. Una puja a la que se unieron el Benfica y el Saint Etienne.
El conjunto lisboeta apretó para conseguir su fichaje, pero el padre del futbolista, Jovica, que también ejerce como su representante, prefirió que su vástago continuase progresando en Serbia. “Es una decisión familiar, estamos impresionados por ver el nombre de mi hijo asociado a un club tan grande como el Benfica”, aseguró al rotativo luso Record, consciente de que en Da Luz dio un impulso cualitativo a su carrera otro joven valor curtido en Zemunelo como Lazar Markovic. “Nunca sabes lo que te va a traer el futuro. Lo que necesito es trabajar y entrenar duro para dar lo mejor de mí en el campo”, rehúye Andrija como cuando se zafa de la vigilancia del lateral.
Zoran Popovic, presidente de Partizan, no arroja la toalla pese a que el Manchester City y el Arsenal han sido los últimos en tratar de seducir a la joya de su corona: “La junta directiva reconoce que él es un diamante y ya hemos rechazado muchas ofertas de otros clubes, que nos llaman todos los días. Es un buen chico, con una gran actitud y todos los requisitos para convertirse en un jugador de talla mundial”, confiesa Popovic, que no pierda la esperanza de renovar a su mejor arma. En medio del fuego cruzado, Zivkovic convive con las elevadísimas expectativas generadas en torno a su figura y continúa desangrando a las zagas del campeonato serbio. La daga de Nis mantiene su filo intacto.
Orgulloso asturiano que observa con pasión el fútbol en cualquier parte del planeta. De los que intentan quedarse boquiabiertos con un jugador antes de que lo haga el resto del mundo. El éxito sin honor es el mayor de los fracasos.
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