Cuando la vida era menos seria y más tranquila, al menos para mí. La Premier League la disfrutaba desde el sofá -como ahora- y sin pagar. Lo hacía en Teledeporte acompañado de José Manuel Díaz y Jose Antonio Martín «Petón» al pie del cañón. El fútbol era fútbol en su más pura esencia y por aquel entonces, la Premier ya portaba la corona de reina del fútbol.
En aquellos años, la moda residía en Manchester y el rojo era pasión. Ferguson y los suyos lideraban el campeonato inglés año tras año y la estrellita iba cogiendo peso. Como mandan los cánones, el rápido del corral era el 7, jugador de banda, pegado a la cal, como Best, Garrincha o Amancio, atemorizaba a sus rivales por su arrancada, descaro y regate. Extremo derecho por antonomasia se dio a conocer por Inglaterra y el mundo entero a base de filigranas, carreras y goles.
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Las buenas costumbres se han perdido. El hombre no acompaña ni se las apaña, ni espera el beso ni lo consigue, no busca el amor. La mujer se respeta menos y en definitiva el mundo también. Las cartas no llegan y el cartero ya no llama dos veces. La música de hoy en día sirve para bailar, pero no para escuchar. En el fútbol, ya no hay bigotes, ni cigarros, ni botas negras, los pantalones suelen ser más largos y los jugadores más físicos. Por antaño, los excesos eran normales y las trifulcas, cotidianas, «que corra el balón y no nosotros». Cafú, Ferrer y Chendo arrancaban con el 2, Los «Maldini» y Roberto Carlos lo hacían con el 3, Guardiola, Koeman, Hierro o Ramos han sudado sangre para defender el 4, en cambio, con el 6 siempre ha habido identidad, raza y carácter desde Baresi o Beckenbauer hasta Mauro Silva o Xavi. Gento, Romario o Van Basten portaron el 11, con algo nuevo siempre que enseñar. Para los clásicos, el 9 siempre ha estado ligado al gol, entre ceja y ceja de los Ronaldo, Di Stefano o Hugo Sánchez. El 10 fue el que todos quisimos llevar, el de las estrellas, Maradona, Pelé, Ronaldinho, Baggio, Gullit o Matthaus nos hicieron soñar. Y por último, el 7…el de los Garrincha, Best y Amancio se hospedaba bajo la cal de una de las bandas dispuestos a filtrear con el esférico y con el viento.
Todo esto pasaba hasta que el 7 perdió alegría, chispa y agilidad pero hacía goles, muchos goles. No se movía como una mariposa pero sí picaba como una abeja. ¿Entonces? Resultó que la abeja fue al panal y la mariposa en el intento de sobrevivir, perdía vida entre tanta miel. La abeja y el dulce sabor del gol dio resultados, derrocó a la historia y deslumbró a los estadistas. La mariposa se machacaba por vencer a la naturaleza en un constante ascenso laborioso.
Cristiano hace de 9. El gol le busca y él al gol. El amor es recíproco, egoista ansioso y muchas veces, ciego. Los veteranos de guerra lo saben, siempre hay que salvaguardar las distancias. Tal es el amor, que Cristiano se ha perdido, no se encuentra, no se reconoce y ante eso, el problema es gordo. Ahora ya la abeja no pica y la mariposa apenas aletea. Cristiano, a día de hoy, registra 10 goles menos que la temporada pasada y su promedio goleador ha pasado de 1,8 a 0,72 de promedio. Sus peores números desde 2009.
Ante el PSG, realizó 46 toques durante el partido y ninguno dentro del área, desolado. Ante el Sevilla, fue el jugador que menos toques realizó saltando de inicio (20). Y hasta la fecha, se ubica en el número 40 de los jugadores con mayor porcentaje de regates exitosos de la Liga. Messi, Neymar, Carrasco y Halilovic lideran la cima.
Confucio dijo: «Escoge un trabajo que te guste, y nunca tendrás que trabajar ni un solo día de tu vida» Error. Al menos para Cristiano. El reconocido pensador chino procedía de una familia noble arruinada, todo lo contrario a las raíces del portugués, perteneciente a una familia pobre enriquecida. Confucio, al parecer, no trabajó ni un solo día en su larga vida, en cambio Cristiano no paró. El trabajo lleva al éxito y Cristiano lo conoce. Trabajador nato y obrero del gol, debe encontrarse a sí mismo. Que el Madrid necesita a Cristiano es fácil de deducir por esta estadística de Mister Chip: «Cuando Cristiano marca, el Madrid gana un 85 por ciento de partidos y pierde un 7 por ciento. Cuando no lo hace, gana un 56 por ciento y pierde un 19 por ciento»
Sentenciarlo sería de necios, de insensatos, de imprudentes. Cuántas bocas ha callado y a cuántos ha enojado. Ya lo dice él, «tu amor me hace fuerte, tu odio me hace imparable». A sus 30 años, Cristiano busca sanar su frustración con jugadas imposibles que exigen una inspiración divina de la que a día de hoy, no dispone. Su ansiedad aumenta por momentos. Ni pica, ni vuela, es pura precipitación. Su vuelta al extremo debe devolverle a la senda de la victoria, al trabajo, al aleteo. La abeja primero debe volar como mariposa para después picar y una vez picado, seguir volando.
@PipeOlcina17 | 1995. Periodismo. Peor sería tener que trabajar, que decía en un cartel de la redacción del Times.
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