El mundo del deporte está plagado de historias de lo más controvertidas. La de Samuel García es una de ellas. El atacante, hoy ídolo y pieza clave del Málaga de Javi Gracia, puede ‘presumir’ de haber triunfado pese a que en su día rechazó subirse a uno de esos trenes que solo pasan una vez en la vida.
Año 2004. Samu, como todos le conocen, maravilla a sus catorce años en las categorías inferiores del CD Conejito, el equipo de su tierra, el barrio de La Luz de Málaga. Su progresión llega a oídos de un ojeador del Glasgow Rangers, que le seduce para realizar una prueba de dos semanas en el histórico escocés. Al chaval, de catorce años, no termina de convencerle la idea. Triunfar en el fútbol es un sueño, sí, pero para él no es lo más importante. Prefiere disfrutar de su gente, de sus amigos, de su adolescencia, de su Málaga. Pero finalmente accede. Al fin y al cabo, no todos los días se tiene una oportunidad así.
Samu viaja entonces a Escocia, donde en seguida convence. En el Gers lo ven claro: en el chaval hay futbolista para rato, y hay que retenerle como sea… pero entonces una potencia mundial en ciernes se cruza en el camino. El Chelsea, que menos de un año atrás había sido adquirido por el magnate ruso Roman Abramovich, y que revienta el mercado a golpe de talonario con las miras puestas en colarse en el Olimpo del fútbol a corto plazo, se fija en su talento y le propone un contrato firme con miras de futuro. Samu no estaba cómodo en Glasgow, pese a los arduos esfuerzos del Rangers en su aclimatación, y decide aceptar la propuesta blue.
En Londres espera José Mourinho, recién llegado del Oporto, al que había llevado a ganar la Copa de Europa. Muy pronto, ‘The Special One’ también queda prendado del chaval. Pese a que solo tiene catorce años, le hace ejercitarse con el segundo equipo, le selecciona una vivienda cercana a la suya y a la de otros titanes blues como Terry o Makélélé para tenerle cerca, y le invita día sí y día también a desayunar y comer en el exclusivo comedor del primer equipo. Mou y el entonces director del fútbol base del Chelsea, nada menos que Brendan Rodgers, se vuelcan en el chico, al que intentan hacer sentir como en su propia casa, y el portugués incluso, en una de sus muchas charlas, le asegura que con su talento en dos o tres años debutaría en la Premier con la casaca azul.
Sin embargo, Samu no comparte el entusiasmo del técnico luso. No termina de adaptarse a las costumbres británicas y echa demasiado de menos su tierra y a los suyos. El frío clima inglés, para alguien que no ha abandonado nunca la Costa del Sol, tampoco ayuda. Era la envidia de la cantera, el chico de moda… pero él se sentía muy solo. Necesitaba otras cosas para ser feliz, y poco menos de tres meses después, pese a la firme insistencia de Mourinho en retenerle, estaba de vuelta en Málaga y en su CD Conejito. “No fui lo suficientemente fuerte de cabeza como para quedarme y afrontar esa experiencia. Necesitaba el cariño de mi gente”.
Al joven malagueño le habían servido en bandeja la oportunidad de su vida. Infinidad de futbolistas hubieran pagado por tenerla, pero Samu renunció a ella por volver a su rutina, que era lo que verdaderamente le llenaba. Años después salió del Conejito, y deambuló por las divisiones menores del fútbol malacitano, en el Dos Hermanas San Andrés o el CD Alhaurino, con una breve experiencia en el Goyu-Ryu ceutí, hasta que en 2010 le llegó una nueva oportunidad y firmó por el Atlético Malagueño, el filial del Málaga, el club en el que siempre había soñado jugar.
Allí estuvo tres temporadas, en las que marcó 21 goles en 92 partidos, y comenzó a tomarse el fútbol como prioridad. Pronto comenzó a entrenar con el primer equipo, y en el truculento verano de 2013, tras la espantada de varios jugadores y el jeque Al-Thani, Schuster se le llevó a la pretemporada junto a otros cuatro canteranos: Fabrice Olinga, Sergi Darder, Juanpi Añor y Cristian Moreno. Samu acababa de cumplir 23 años, y sabía que estaba ante la ocasión definitiva. Por edad, ya no regresaría al filial, así que si no convencía al alemán, abandonaría el club con el que siempre había fantaseado. “Si no me quieren, se acabó. Es ahora o nunca”, pensaba.
Pero la moneda volvió a salir de cara. El atacante convenció a Schuster y se ganó una ficha en el primer equipo. Debutó en Primera en la primera jornada ante el Valencia en Mestalla, y en la jornada 9 fue titular nada menos que en el Bernabéu. Se terminó de ganar el puesto en la segunda vuelta en base a su constancia y determinación, y acabó la temporada como indiscutible en el extremo derecho, con cuatro goles en 27 partidos de Liga.
Y este año, con Javi Gracia al mando, pese a la nueva diáspora veraniega, el delantero, a sus 24 años, ha terminado de consolidarse en uno de los mejores equipos que se recuerdan por Martiricos. El chaval ya no es Samu, sino Samuel García, referencia y modelo de un conjunto basado en la solidez, el trabajo, y con grandes dosis de ADN joven y malaguista, en el que brillan canteranos como Juanmi, Samu Castillejo o Juanpi, que derrochan malaguismo por los cuatro costados y tienen en el atacante un espejo en el que mirarse. Un atacante que dijo ‘no’ a Mourinho, y ahora brilla con luz propia.
Madrid, 1992. Periodismo y Comunicación Audiovisual. Escribo en el Diario MARCA. También Deporte de Alcorcón y el periódico 'Al Toque'. Premier League y Southampton FC en Sphera Sports. La verdadera historia está en lo que no se ve.
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