El FC Barcelona es un equipo al que da miedo enfrentarse. Quizá no todo el mundo coincida con «miedo», pero como mínimo infunde respeto. Y esto puede parecer una obviedad -al fin y al cabo el Barça es uno de los equipos más grandes del mundo, con más historia y más ganadores, sobre todo en el último siglo- pero hubo un tiempo en el que no era así. No hace tanto, el Barça no infundía respeto a sus rivales más allá de tener grandes nombres. Con la profunda reestructuración de la primera plantilla, que fue de la mano del grandioso mercado veraniego de la directiva de Laporta, el equipo blaugrana ha completado un lavado de cara que ya está dando sus primeros frutos deportivamente. El devenir de la temporada y lo que finalmente logren es una incógnita, pero van por el camino correcto.
El último logro de este equipo fue la contundente victoria 0-3 en el Ramón Sánchez-Pizjuán, fortín de un Sevilla que no termina de carburar en este arranque de liga. No es por nombres, ni por calidad, ni por entrenador, aunque algún que otro refuerzo no les habría venido mal, sobre todo en defensa. Perdieron a sus dos centrales de jerarquía absoluta (Kounde y Diego Carlos) y este último partido lo completaron con Fernando como lateral derecho -que sufrió mucho ante Lewandowski- y Tanguy Nianzou (20) como central izquierdo, que a pesar de ser un gran jugador, no tiene los galones para ser titular ante el Barça días después de incorporarse al equipo.
A pesar de todo, los primeros minutos del Sevilla fueron muy buenos. Presionaron muy bien arriba y tuvieron varias ocasiones de gol que Ter Stegen tuvo que solventar. Y qué bien lo hizo. Tras cuatro jornadas de liga se empieza a ver un Marc-André mucho más reconocible, mucho más decisivo y que, a este nivel toda la temporada, puede ser el salvavidas del equipo, al más puro estilo Courtois en el Real Madrid. Su confianza propia seguro que aumentó al mismo tiempo que la confianza en su defensa, pues es una realidad que la línea defensiva actual se antoja más difícil de traspasar para los rivales.
Por parte del Sevilla, Isco brilló en estos primeros 15-20 minutos pues su calidad no es discutible, está ahí y cuando puede lo demuestra. Con el paso de los minutos desapareció, seguramente por una mezcla entre su falta de ritmo y que el Barça fue en ‘crescendo’.
Del lado culé no puedo no hablar de Gavi, que estuvo omnipresente por todo el campo y siempre muy acertado, sin duda uno de sus mejores partidos con el primer equipo, por no decir el mejor. Su presión, sus robos de balón, sus cambios de orientación, su lectura del juego… en todos los aspectos estuvo enorme. El único momento que se me viene a la mente en el que quizá erró en sus decisiones fue en una conducción de balón en la frontal del área en la que no se atrevió a disparar cuando era lo que pedía la jugada. Básicamente, buscar errores donde apenas los hubo. De hecho, de un robo de balón suyo surgió la acción del primer gol. Gracias a su gran lectura de lo que está sucediendo, se le ocurrió cubrir las espaldas de Busquets y, presionando al poseedor del balón, logró robar y lanzar a la contra a Dembélé, que como un misil se cruzó más de medio campo en conducción y terminó cediendo para Robert Lewandowski, que picó el balón ante la salida de Bono. Fernando logró sacar el balón encima de la línea de gol pero Raphinha, muy atento al rechace, anotó su primer tanto en partido oficial con el FC Barcelona. Era el minuto 21.
Quince minutos más tarde, Jules Koundé -otro del que se podría hablar largo y tendido, todo bien desde la posición de lateral derecho- envió un balón a la frontal del área tras identificar un espacio entre los centrales, justo donde se ubicaba Robert Lewandowski. El flamante nuevo fichaje del Barça controló con el pecho y, sin dejarla botar, conectó un grandiosa volea que batió al portero marroquí. Soy capaz de contar con una mano los jugadores capaces de completar esa definición.
El tercer tanto llegó tras el descanso en una jugada a balón parado, algo en lo que el Barça no brilla más allá de las infinitas faltas anotadas por Leo Messi estos últimos años. Tras sacar el córner en corto con Dembélé, Raphinha colgó el balón al área y, cuando parecía que nadie lo alcanzaría en el segundo palo, Koundé asistió de cabeza a Eric García, que esperaba listo para empujarla. El primer gol como profesional para el central. Además, me parece curioso comentar que, en la ‘foto finish’ del gol, los tres que aparecen son los tres centrales: Araújo levantando la pierna a la altura de la cabeza de Koundé en un intento de remate acrobático al balón colgado por Raphinha, Jules asistiendo de cabeza y Eric empujando el balón al fondo de la red.
En los minutos restantes, Bono salvó al Sevilla de lo que pudo ser una goleada más abultada, pues hasta en dos ocasiones hizo paradas muy meritorias que perfectamente pudieron haber acabado en gol. Con esto, el Sevilla queda más dañado de lo que ya estaba y a la espera de un reseteo mental que les permita empezar a sumar con regularidad. Por su parte, el Barça suma y sigue, todavía es muy temprano para hacer cualquier cábala pero las sensaciones que transmite son excelentes. Si son capaces de mantener este nivel en el tiempo, se antoja una gran temporada para los de Xavi.
Imagen de cabecera: FC Barcelona
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