Hay pocas cosas más emocionantes en el fútbol que conseguir el acceso a una gran final europea. Es la puerta que abre la de la historia. En los últimos 40 años son muchos los equipos que lo han conseguido en las diferentes competiciones y los partidos de vuelta en una semifinal dejan momentos inolvidables y para el recuerdo.
El 16 de abril de 1986 el Camp Nou vivió una noche mágica. El Barça de Venables venía de caer 3-0 en Suecia ante el Göteborg en la ida y necesitaba poco más o menos que un milagro, para llegar a la final de Sevilla.
Fue la inolvidable noche de Pichi Alonso. Su Hat Trick igualó las cosas y en los penaltis, el Barcelona sacó el billete para una final que terminaría siendo de infausto recuerdo para los azulgranas. Fue ante el Steaua y en el Sánchez Pizjuán, pero la imagen de un joven Guardiola recogepelotas celebrando junto a Víctor Muñoz la clasificación para la final, está en la historia del club.
Cuatro años después y en esta ocasión sin equipos españoles en las semifinales, el Benfica recibía en Da Luz al Olympique de Marsella. Los portugueses cayeron en el Velodrome 2-1 y necesitaban un gol para acceder a la final de Viena.
El 18 de abril del 90 un gol con la mano del angoleño Vata, en las postrimerías del encuentro, fue suficiente para clasificar a las Águilas para la gran final. Una vez allí, apareció de nuevo la maldición de Bela Guttmann y un gol de Rijkaard batiendo a Silvino Louro mandó la Orejona camino de Milán.
El Real Madrid ha conquistado 6 Champions en los últimos 22 años, pero de todas las semifinales que disputó hay una muy especial. El 15 de abril del 98 en Dortmund, Fernando Redondo dio una exhibición que nadie puede olvidar. El Madrid se había impuesto 2-0 en la ida, el famoso día en el que cayó la portería del fondo sur del Santiago Bernabéu.
En la vuelta, Redondo se adueñó del balón y consiguió una y otra vez enfriar el Westfalenstasdion en uno de los mejores partidos que ha hecho un mediocentro en la historia del fútbol europeo. En Amsterdam el Madrid consiguió al fin la ansiada séptima Copa de Europa batiendo a la Juve con el gol de Pedja Mijatovic.
El Valencia de Cúper fue capaz de jugar de forma consecutiva dos finales de la Liga de Campeones en 2000 y 2001. El 9 de mayo del 2000 el Camp Nou soñaba con una remontada tras encajar un doloroso 4-1 en Mestalla en la ida, con un Piojo López absolutamente encendido.
El gol de Mendieta en la vuelta, a veinte minutos del final, silenció el Camp Nou y dejó en insuficiente la victoria del Barça con un gol de Cocu ya en el descuento.
A veces no es un gol y sí la actuación descomunal de un portero la que catapulta a un equipo a jugar una gran final europea. Lo que hizo Jan Oblak el 3 de mayo de 2016 en el Allianz Arena será recordado toda la vida. El Atleti llegó a Múnich con la intención de hacer válido el golazo de Saúl en el Calderón.
El Bayern atacó por tierra, mar y aire. Un gol de Griezmann neutralizó el inicial de Xabi Alonso, Lewandowski marcó otro y el Atleti estaba a uno más de caer eliminado. Ahí emergió un Oblak descomunal para pasaportar al Atleti a la final de Milán.
Estos son algunos ejemplos de semifinales históricas en la Copa de Europa. Villarreal y el Real Madrid tienen esta semana una nueva cita con la historia.
Ojalá en unos años escribamos un artículo con una heroicidad de Albiol y Gerard Moreno en la Cerámica, haciendo olvidar para siempre el penalti de Riquelme en 2006 ante el Arsenal, y de otra noche mágica del Bernabéu con Courtois y Benzema llevando al Madrid a una nueva final de la Copa de Europa.
París fue española en el 2000 y podría repetir en 2022. Ojalá así sea…
Imagen de cabecera: OptaJose