Mira que lo hemos dicho veces: el fútbol no comprende a la lógica. El PSG saltó al Santiago Bernabéu con la confianza por las nubes, sin importarle los recibimientos fuera del estadio y los cánticos de un público entregado. Durante gran parte de la eliminatoria fue el mejor equipo, movió el balón de un lado al otro sin que el Real Madrid pudiera olerla y sabía que tenía y tiene al mejor futbolista del mundo: Kylian Mbappé. Los blancos, sin embargo, superaron cualquier miedo y firmaron otra noche histórica en el Santiago Bernabéu. Quizás es la última en esta competición ya que la Superliga Europea sigue bien viva. Una pena.
Hay dos cosas bien distintas: las sensaciones fuera del campo y lo que ocurre en el terreno de juego. La gente, desde muy pronto, creyó en conseguir voltear la eliminatoria. Sin embargo, en el verde, pese a un gran inicio, los merengues estuvieron a merced de los parisinos. Es normal: teniendo a Marco Verratti todo es mucho más fácil. El italiano enseñó a todos los centrocampistas del mundo cómo se debe jugar a la pelota ya que mejoró todas las jugadas que pasaron por sus pies. Parecía imposible vencer tras el tremendo tanto de Mbappé y por el peligro que suponen, además del parisino, Messi y Neymar.
No se puede decir que es un riesgo lo que hacía el PSG en su área. En más de una jugada, sus centrales y centrocampistas combinaron casi en el área pequeña, pero no es lo mismo que lo haga un futbolista de regional que un internacional por Brasil. Aunque todo es muy bonito hasta que pierdes un balón en tu área y te empatan el encuentro. A partir de la pérdida de Gianluigi Donnarumma todo cambió. Definitivamente, el mejor psicólogo en el balompié es el gol. Ya no importaba todo lo que había ocurrido previamente.
Luka Modric, que llevaba todo el partido desesperado, decidió dar un paso adelante. La sala de máquinas blanca no había funcionado. Asensio y Fede Valverde chocaban y Kroos, muy mermado, jugó en un contexto que no le favorece. Pero Modric es Modric. El croata es un jugador de época, de los que es capaz de jugarte bonito hasta en el barro. Su carrera en el segundo gol, dejando a cuatro futbolistas por el camino, quedará en el imaginario colectivo durante mucho tiempo. Solo él, tras su carrera, podría a sus 36 años imaginar ese pase a Karim Benzema. Ya nadie podía detener al Madrid.
Lo mejor para los de Carlo Ancelotti es que, mas allá de Benzema y Modric, es un éxito muy coral. Sería muy injusto, por ejemplo, dejar fuera de esta humilde columna Militão y a Alaba. Todos formaron parte de un triunfo en el que también hay que colocar en los agradecimientos al PSG. El tercer tanto, perdiendo el cuero en el saque de centro, es para replantearse muchas cosas. Antes de amenazar a los colegiados hay que mirarse al ombligo. La sensación para los galos es que se les acaba la temporada en marzo. Lo de ayer es un tremendo fracaso.
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