Sabíamos que este Europeo de balonmano iba a estar marcado por la pandemia. De hecho, mientras esta maldita situación no cambie, tocará seguir asumiendo las consecuencias que comporta el coronavirus en cualquier gran torneo. La mayoría de selecciones participantes han tenido al menos un positivo y España, pese a que en los primeros días de torneo se ha librado, finalmente no ha sido una excepción. Joan Cañellas e Ian Tarrafeta, dos figuras que encarnan el pasado, el presente y el futuro de los Hispanos, dieron positivo justo antes del debut en la Main Round ante Alemania y tuvieron que aislarse del grupo. Cañellas, uno de los pesos pesados del vestuario, nos atendió en nuestro canal de Twitch antes de la triste noticia.
Este Europeo está siendo un reflejo de lo que es España: si no aparece uno, aparece otro.
Es la gracia del equipo. Estamos sabiendo sufrir cuando las cosas no salen también. No está bien depender de un jugador. Dinamarca tiene a Hansen, que es el estandarte, pero miras a su alrededor y hay muchos jugadores buenos. Lo mismo pasa con Francia y Karabatic.
Podía haber dudas con la transición, pero los resultados de los últimos grandes torneos evidencian que las cosas van bien.
La transición se ha alargado mucho. Se han ido cayendo hombres importantes, pero otros han alargado su etapa. Ahora vuelve a haber otra transición y veremos cómo va. Es un año raro para todos porque hay bajas de última hora, pero van pasando cosas y los resultados son positivos. No somos favoritos, pero lucharemos para dar guerra y estar arriba.
¿Qué tal gestionáis las expectativas que habéis generado vosotros mismos?
Un año no saldrán bien las cosas y nos la llevaremos. Con cada convocatoria, se dice: “¿Dónde van estos abuelos?” Eso motiva, por otro lado. Se espera mucho de nosotros porque hemos malacostumbrado a la gente a conseguir cosas año tras año. En los Juegos, los deportes minoritarios cobran más importancia y todo el mundo pone medallas rápido. Una cosa que creo que me ayuda es no dedicar tiempo a leer comentarios en redes sociales.
La sensación es que en este Europeo hay un nivel medio que realmente es alto.
Por eso dicen, y con razón, que un Europeo es más complicado que un Mundial. En el Mundial siempre hay algún partido que puedes ganar fácil. En un Europeo, si no estás bien, te ganan. El primer partido marcó un punto de inflexión. Le tenía mucho respeto porque, de haber perdido el primero, ya pasábamos a prácticamente jugarnos la clasificación contra Suecia. Hay que dar valor al Europeo que estamos haciendo porque varios de los jugadores que debutan lo hacen en posiciones delicadas, que son importantes. No tenemos jugadores que destaquen en lo físico, pero sí en lo táctico y lo técnico.
¿Cómo llevaste el hecho de perderte los Juegos de Tokyo?
Da rabia e impotencia. Creo que he pasado página porque no sería sano. Mientras se disputaban los Juegos estaba entrenando en Suiza con ansiedad y no podía seguir así. Son cosas que pasan en el deporte. No había tenido una lesión muscular y llegó en el peor momento. Perderte un Europeo o un Mundial da rabia, pero se disputan cada dos años. Me alegré mucho por su medalla, pero me da rabia porque ellos la tienen y yo no y me siento parte del grupo. No pienso en París. Pensé en Río y en Tokyo y me los perdí. Solo por pensar en los Juegos es posible que no haya valorado del todo los éxitos que ha habido durante este tiempo.
Tu primer gran torneo fue en 2009. ¿Cuáles son las claves para mantenerse tanto tiempo en la élite?
El balonmano y el deporte en general cada vez es más profesionalizado y físico, y eso te obliga a cuidar más el cuerpo. Eso va acompañado de una mentalidad que aspire a seguir estando arriba. También son importantes los productos que te ayuden a mejorar a través de recuperadores, vitaminas… Llevo años en la familia Finisher y estoy muy contento con ellos. Me llevo sus productos allá donde voy porque merecen mucho la pena, especialmente en torneos como este en los que juegas prácticamente cada dos días.
Mirar tu trayectoria es mirar un mapa de Europa.
Es muy intenso. Por un lado es bonito porque conoces muchos sitios, pero llega un punto en el que se termina haciendo pesado. Son muchos años. Lo máximo que he estado en un equipo son 3 años. Es cambiar de país, de lengua, de cultura, de entrenador, de club, de forma de trabajar. Y una cosa que también cambia son los fans. Cuando llevas mucho tiempo en un sitio eres el icono, el querido por todos… Y a mí nunca me ha llegado ese momento. Siempre he tenido que demostrar. Es duro en lo personal y lo familiar. Cuando eres joven te mueves tú solo y ahora arrastras a la familia.
¿Descartas volver a Granollers?
Nunca cerraré las puertas al Granollers. Es mi club. En todos los sitios sientes cosas especiales, pero como este año, no. Tendría ganas de volver, pero la situación económica aún no es la que puedo esperar. Pero las puertas nunca se cierran y menos al Granollers.
¿Cuál es tu título más especial?
A nivel de clubes, la Champions League. Solo la he ganado una vez y las semifinales y la final se decidieron en el último minuto. A nivel de selección, el Mundial de España y el primer Europeo. España nunca había ganado un Europeo y fue histórico.
Contenido patrocinado por Finisher
Imagen de cabecera: Joan Cañellas
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