Si uno escribe en Google el nombre Mete Serdar Çoban, aún será capaz de encontrar noticias en primera plana de algunos de los medios más importantes de este país hablando maravillas del nuevo futurible fichaje del Real Madrid. Una situación que pone de manifiesto que, con un poco de ingenio, unas dosis de fortuna y una cara más dura que el cemento, alguien es capaz de burlar la profesión que se presupone es la de la verdad porque en ocasiones se hace de todo menos buscarla.
En verano de 2011, durante un par de semanas, un pseudofutbolista turco de 17 años parecía ser el nuevo niño maravilla por el que todo el panorama fútbol peleaba. Mete Serdar Çoban, que no había dado nunca una patada a un bote, veía su nombre vinculado al de los más grandes. En concreto, el Real Madrid. “Ha jugado durante cuatro años en el Inter de Milán y a Mourinho, actual técnico de los blancos, le encanta” o “Es un jugador del estilo de Marcelo y Coentrao”, como si estos dos se parecieran en algo, fueron las mejores bazas que recogían algunos medios para convencer a la afición de que había una nueva estrella y que iba a ser suya. Era 2011, una época donde el futbolista turco, o de origen otomano, tenía pedigrí. Sahin y Özil ya estaban en el propio Madrid, como Altintop, llegado libre tras buenos años en el Bayern Múnich. Arda Turan aterrizaba en el Atlético, la selección era dirigida por Guus Hiddink y, en la última Eurocopa, Turquía había terminado tercera, pero la historia del jugador, conocido por todos y a la vez por nadie, escamaba. Algunos le anunciaban como extremo, otros como lateral y otros como interior. Síntoma de que nadie realmente sabía absolutamente nada de él.
Nada habría existido si una simple llamada se hubiera hecho a todas esas referencias que el propio Serdar Çoban había dado, totalmente inventadas, creándose varios perfiles en diferentes portales de internet. Nacido en 1994, a sus 17 años, había militado durante seis años en el Inter de Milán (ni si quiera eso cuadraba con los cuatro que decía la prensa) y también había pasado por la infraestructura del Galatasaray. De hecho, según contaba él, había iniciado en el gigante turco como portero siendo un niño, pero un día le probaron como lateral izquierdo y la rompió, asentándose ahí para siempre. En una Atalanta Cup, el Inter le echó el ojo y se marchó a Italia, como un ídolo de masas y sin el rencor de la grada pasional del Galatasaray. Más tarde fichó por el West Ham cumpliendo un sueño de vivir en Londres, pero una lesión de gravedad mal tratada le hizo volver a buscar acomodo en el Inter. Entre medias, el Atlético había intentado ficharle, le había tenido a prueba con 15 años, pero una llamada de Mourinho rogándole no sellar acuerdo con los rojiblancos le hizo cambiar de opinión. Una serie de vivencias más increíbles todavía si tenemos en cuenta que solo tenía 17 años al terminar de relatarlas.
La historia real tiene otros matices. Serdar había aprovechado unas vacaciones en su infancia en Estambul, donde tenía unas fotos en el estadio del Galatasaray, para comenzar a escribir la historia que le mantuvo en las portadas durante dos semanas. Hizo lo mismo en Madrid, ya de adolescente. Aprovechó un viaje a la capital española para hacerse las pruebas como jugador del Atleti y trucó un puñado de vídeos de escasa visibilidad donde apenas se reconocían los jugadores juveniles del Inter de Milán para hacerse pasar por futbolista. Muchas de las imágenes correspondían a Arnautovic, que tuvo un periplo exprés entre el primer equipo y el filial del Inter en aquella época. El vídeo, por cierto, era para verlo. Goles de chilena, con la izquierda, con la derecha, llegando desde atrás, recorriendo todo el campo e incluso desde los once metros con su pierna diestra, cuando todo el mundo afirmaba era zurdo y así se definía él en su propia website (de hecho, hay goles de falta con la izquierda). En un clip, incluso, aparece Balotteli, cuatro años mayor que él y con quien por edad jamás pudo haber jugado. Nadie se percató de nada. Ya tenía en su poder un currículum que certificaba que sí había vestido ropa del Atlético en las instalaciones colchoneras y una imagen que aseguraba que alguien, que él afirmaba ser, entrenaba con el Inter. Haciendo el Tour del Vicente Calderón y del Santiago Bernabéu y dejando constancia de ello con un puñado de fotos, en el primero hizo el papel de ‘reciente fichaje canterano’ y en el segundo de ‘fanático madridista’, completó su carta de presentación. El guion estaba comprado y el fichaje en bandeja. La joven perla de 17 años del fútbol turco se muere por jugar en el Real Madrid, Mourinho le conoce y rechazó al eterno rival. “En el Inter le llamaban el Maicon zurdo”, se llegó a escribir.
La situación escamaba porque hace 10 años ya veíamos vídeos highlights de futuras estrellas que fueron y que no fueron. Porque ya existía una cantidad ingente de información sobre jugadores que iban a romperla o eso parecía. Porque ya se entregaban premios a jugadores juveniles y porque, sin ir más lejos, esa generación turca del 93 y 94 se había enfrentado a España en las semifinales del Europeo Sub17 el verano anterior. Los Jesé, Deuloufeu, Alcácer y compañía se habían impuesto a una Turquía que lideraba Yokuslu y en la que ningún jugador atendía al nombre de Serdar Çoban.
La bola se alargó con otro bulo. Quizás no había jugado con Turquía porque no estaba seguro de representar a Turquía o a Alemania. Ya ni siquiera hacía falta que Serdar Çoban se inventara su propia historia, otros lo estaban haciendo por él, unos padres ficticios con ascendencia teutona inexistentes habían entrado en escena. También había constancia de que podía representar a Chipre porque había nacido en Kalkanlı, una aldea a 30 kilómetros de Nicosia. Él recogió el guante. “Preguntadle a la Federación y no a mí”, escribió en su muro de Facebook a la cantidad de fanáticos de todo el mundo que logró reunir en poco tiempo que le asaltaban por su futuro internacional.
Entonces, cuando su fichaje por el Real Madrid parecía cuestión de horas, eso sí, para ingresar en el Castilla (pero entrenar con el primer equipo), las agencias de Turquía le contactaron para entrevistas, reportajes y todo tipo de piezas y él accedió. Copó todos los titulares y no hubo un solo medio que quisiera quedarse rezagado en la noticia. En ellas, Serdar Çoban afirmaba que el fichaje por el Real Madrid era cuestión de horas, pero no podía contar más porque le tenían “Prohibido hablar del tema”, que soñaba con jugar en Bursaspor, porque su padre era fanático del equipo, y que un año antes había hablado con el entrenador del club y había estado muy cerca de llegar, pero que ahora era el momento de “ganar Copas de Europa”.
Fue Fanatik, quien también mordió el anzuelo, quien disparó primero y pensó después. Porque una vez cometido el error, el medio turco comenzó a hacer unas pequeñas pesquisas que echaron abajo todo el tinglado. Nadie en Galatasaray conocía a alguien con ese nombre. Tampoco existían referencias en la academia del Inter de Milán. En el Real Madrid no había ninguna información de ningún interés de fichaje en ese supuesto futbolista. Edip Adanir, que cubre el fútbol inglés para Turquía desde hacía 30 años, no tenía constancia de que un chico turco hubiera estado en el West Ham. Abdullah Ercan, seleccionador Sub17 de Turquía jamás había oído hablar de un tal Serdar Çoban: “Habríamos sabido de un chico turco que juega en el Inter si hubiera existido”. Ertuğrul Sağlam, entrenador del Bursaspor, con quien se suponía había negociado un año antes, sí confirmó haber oído hablar de él: “Me ofrecieron fichar a un chico con ese nombre hace poco tiempo, pero nunca supe nada de él”. Quizás lo único real de toda su historia es que había estado a prueba en el Atlético, donde como él mismo confirmaba cuando se descubrió su farsa, hizo el ridículo.
Mete Serdar Çoban fue un jugador ficticio. En realidad, nunca se llegó a saber si era ese su nombre real, si tenía 17 años o si había nacido en Chipre. Como tantos otros, como Ali Dia, como Dexter Rosales, como Néstor Coratella, como Rajko Purovic o como Sayalongo, solo faltó un poco de ingenio, unas dosis de imaginación, un perfil en redes inventado y unas cuantas imágenes trucadas para contar una historia y engañar a decenas de medios que nunca corroboraron la información. Algunos de los antes citados, de hecho, llegaron a vestirse de corto estafando a varios clubes. Flaco favor le hizo a Yussuf Serdar Çoban que, sin ser hermano ni nada, fue un jugador turco que, seis meses después de la estafa, se atrevió a fichar el Stoke City para su cantera con solo 15 años. Para suerte de los Potters, este Serdar Çoban sí existía y, aunque hoy juegue en la sexta división del fútbol alemán, llegó a tener un paso fugaz por la máxima categoría de Turquía.
Imagen de cabecera: Internetspor
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