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A todos los Diego López del mundo

No se me ocurre mejor momento que este para hablar del curioso caso de Diego López. Un caso sumamente escandaloso. Ante el Granada, el portero del Espanyol dio un recital de paradas, una detrás de otra, todas ellas evitando goles cantados. No pude evitar quedarme con una frase que dijo Miguel Ángel Román durante la retransmisión: los 40 son los nuevos 20. Totalmente de acuerdo. Aunque el guardameta perico no sería el único que incluiría en esa lista de ‘nuevos veinteañeros’, sí merece un reconocimiento especial. Él mejor que nadie sabe lo que significa la soledad del portero.

Decía Pablo Neruda en uno de sus poemas (y algunos años después la Oreja de Van Gogh lo trasladó a una de sus canciones), eso de que “es tan corto el amor y tan largo el olvido”. De una forma mucho menos poética y romántica, bien se podría aplicar esta frase a los porteros, esos grandes olvidados.

El trabajo de un guardameta, como su propio nombre indica, consiste en guardar la meta. Hasta ahí, todo bien. Pero se trata de una de las tareas más desagradecidas que hay en el mundo del deporte y del fútbol si nos ponemos a concretar. Si lo haces bien, la gente te aplaudirá unos 10-15 segundos, 20 si ha sido una bonita palomita. Pero si fallas, ay. Si cantas en alguna salida a destiempo, si te comes un envío al área, si por lo que sea, te ha dado el sol de cara y no has sabido proteger y guardar tu zona, te van a crucificar. Te sentirás cuestionado en cada balón que sea tuyo, en cada saque de puerta. Es por eso por lo que quería darle algo más que 20 segundos a Diego López, y no sólo por el partidazo descomunal que se marcó este pasado fin de semana ante el Granada, sino porque lleva haciéndolo mucho tiempo. Pero sí, también ahora con 40 tacos. Y pese a todo, hay gente que se sigue preguntando si es buen portero para Primera División o incluso, le señalan en algún gol. Increíble pero cierto.

Si los goles de RDT le están dando puntos al Espanyol, las paradas de Diego no se los quita, son paradas que salvan goles y puntos. Los dos son resolutivos y decisivos en sus respectivas áreas, pero la portería es menos agradecida, no sale en las portadas ni en las fotos.

La implicación del gallego con el Espanyol se ha demostrado en tantas ocasiones que me sería imposible recuperarlas todas, así que me quedo con dos especialmente. La temporada en la que el conjunto blanquiazul bajó a Segunda, siendo uno de los porteros más goleados de la liga y, aun así, siendo el único que se salvaba en la mayoría de partidos y saliendo a dar la cara ante los micrófonos. Y segundo, el corto periplo en Segunda División. Se quedó pese al descenso y dotó de seguridad al equipo con más calidad de la competición. Una seguridad que sigue comprometiéndose a transmitir a los que les toca evitar que el peligro llegue a su zona, a su defensa.

Muchas veces (por no decir la mayoría) los porteros tienen más que perder que de ganar. Es fácil que cometan un error que les marque o les señale, y es tan difícil enmendarlo por muy bien que lo hagan. Pero sin ellos, sin su trabajo, ese que es tan desagradecido en el fútbol, las victorias, los puntos y los goles no serían lo mismo. Por muchos goles que marque tu equipo, si el rival marca más, se acabó. Por eso les necesitamos. Por eso, aquí va mi homenaje a los Diego López del mundo.

Imagen de cabecera: @RCDEspanyol

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