Puede que, según los parámetros de Florentino Pérez, del momento en el que escribo estas líneas hasta su publicación ya nos hayamos cansado de hablar de la Superliga Europea. Así nos ha quedado el nuevo mundo tiktoker que nos toca vivir: estímulos constantes y falta de memoria. Cocinar algo que caduca en media hora y a otra cosa. La razón por la que el presidente del Real Madrid quiere cargarse uno de los principales valores fundacionales de este deporte centenario es el dinero. E incluso ahí yo puedo entender su punto de vista. El que esté libre de pecado que tire la primera piedra. La pasta atrae más pasta y para seguir gastando necesitas cambiar cosas. Perfecto.
Se complica la cosa cuando ves al dirigente dando razones peregrinas, apartadas del beneficio económico, en ese programa en el que bailan mambo cuando marca Vinicius. «Entre los 16 a 24 años, el 40% de los jóvenes ya no tienen interés en el fútbol. Hay muchos partidos de escasa calidad y no les interesa, tienen otras plataformas en las que entretenerse y distraerse», aseguró el mandamás. Qué valor.
Por esa regla de tres no solo hay que hacer una Superliga: habría que empezar a acelerar las series que vemos, acortar las películas largas -como las de Scorsese-, aligerar los encuentros y acabar con esa estúpida tradición llamada literatura. ¿A quién le importa lo que nos pueda decir Cervantes o Perez Galdós sobre nuestra historia si tenemos a Ibai bailando en TikTok? ¿Para qué voy a disfrutar del sinuoso camino de Robert de Niro en Taxi Driver si puedo avanzar hasta el final y no tener que tragármelo entero? ¿Por qué voy a tener que aprender las provincias de España si las puedo buscar en Google? Incluso las matemáticas no sirven para nada: son un invento pasado de moda. Multiplícate por cero.
Está bien que nos adaptemos a las nuevas generaciones, pero hasta cierto punto. La sensación es que al aficionado ya no solo le tratan como a un títere: también le toman por un necio. “Estamos arruinados”, dijo al principio de la entrevista. Acabó hablando sobre el fichaje de Mbappé. Eso sí que es un plot twist de su Florentineza.
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