El grado de excelencia que ha vivido el fútbol español en la última década es seguramente irrepetible. Ya no es que la selección y los clubes españoles no puedan volver a repetir semejantes éxitos. Es que, con bastante probabilidad, está fuera del alcance de cualquier otro país del mundo extender en el tiempo un dominio de tal calado. En los 10 años que van entre 2008 y 2018, la Selección española ganó dos Eurocopas y un Mundial. El Real Madrid ganó cuatro Champions y el Barcelona tres. Y hay que sumar las Europa League que levantaron el Sevilla y el Atlético. Lo dicho, es mejor hacerse a la idea de que algo tan brutal no volverá.
¿Cuáles fueron los motivos de aquel éxito prolongado? Hay distintos factores.
El primero es la materia prima: es dificilísimo hacer coincidir en un mismo espacio de tiempo a jugadores con el ángel de Casillas, la competitividad de Valdés, el pundonor de Puyol, el carácter de Ramos, la inteligencia de Piqué, la velocidad de Jordi Alba, la astucia táctica de Xabi Alonso, la fluidez de Busquets, la capacidad para organizar de Xavi, el desequilibrio de Iniesta, el último pase de Cesc o el desmarque y eficacia de Villa. Y podríamos seguir con los Silva, Cazorla o Fernando Torres. Se da la circunstancia de que la inmensa mayoría de ellos estuvieron en sus años de plenitud en equipos españoles. Estamos lejos de aspirar a algo así ahora.
El segundo, la calidad de los extranjeros. En estos años, han pasado por la liga española futbolistas tan dominantes como Cristiano Ronaldo, Neymar, Falcao, Agüero, Modric, Kroos, Dani Alves, Benzema, Di María y tantos otros que ponían su talento a disposición de los clubes de LaLiga. Cristiano, Neymar y muchos otros se fueron marchando. Los recambios, por lo general, no han estado a su altura. Y a los que se quedaron, el DNI les dice cada año que tienen uno más.
Y por último, y es donde me gustaría poner el acento, el nivel de los entrenadores. El Barça de Guardiola es algo irrepetible, entre otras cosas, por la capacidad que tuvo el técnico de Santpedor para mover las piezas en el tablero. Tito Vilanova, estuvo en ese proceso con Guardiola y supo continuar con ese legado. Mourinho volvió a elevar el orgullo de un Madrid que parecía adormecido y generó un antídoto para competir contra los equipos asociativos que luego se ha ido perfeccionando. Simeone supo devolver al Atlético a su esencia del fútbol aguerrido y el contraataque. Luis Enrique supo encontrar el equilibrio al Barcelona de Messi, Suárez y Neymar. Ancelotti puso su experiencia y lectura del juego para que el Madrid recuperara lo que hacía 12 años que buscaba: volver a reinar en su competición, la Copa de Europa. Pero, ¿seguimos teniendo ese nivel de excelencia en los banquillos?
Zinédine Zidane es un técnico fabuloso. Historia del fútbol, como jugador y también como entrenador. El técnico ideal seguramente para un club como el Madrid, por su ascendente y su capacidad de gestionar el vestuario. Un técnico que ha puesto el foco en que el Madrid sea un equipo adaptable, poniendo mucho énfasis en una salida de balón muy trabajada pero al mismo tiempo ofreciendo al grupo las claves para defender un resultado en el área de Courtois cuando sea necesario. Con una plantilla top como la que tuvo el Madrid entre 2016 y 2018 ganó tres Champions y una Liga.
Ronald Koeman, además de un mito del barcelonismo, era el hombre adecuado para lo que pretendía el Barça este verano. Limpiar plantilla y apostar por jóvenes que puedan dar al club una visión de un futuro, al menos, decente. Diego Pablo Simeone es santo y seña del Atlético de Madrid. No hay nadie con su influencia en el Atlético en los últimos 30 años. Y seguirá ocupando el banquillo rojiblanco hasta que él quiera.
Son entrenadores de élite, sin lugar a dudas. La pregunta es si están realmente al nivel de los mejores en cuanto a planteamiento de los partidos y diseño de estrategias. El grado de interés que me genera qué plantearán Jürgen Klopp y Marcelo Bielsa en un Liverpool-Leeds me cuesta encontrarlo en cualquier partido de la liga española.
Los tres, por razones diferentes, se encuentran ante un año clave para demostrar que me equivoco. Zidane, con el crédito de la última liga, debe hacer del juego del Madrid un ejercicio más constante. Que la fluidez en el juego no se vea reducida a media hora de dominio. Koeman vive a caballo entre asentar a las piezas que ilusionarían a la afición (Pedri y Ansu especialmente) y ganarse el crédito a través del juego y, quizá, algún título (parece lejos ahora mismo). Y Simeone, al son de un João Félix que vuelve a apuntar muy alto, apuntalar el ataque estático de un Atlético que ha sufrido demasiado en los últimos años cuando no ha podido jugar su partido.
Los tres tienen parte importante de responsabilidad en volver a reavivar ese interés que generaba LaLiga y que poco a poco se ha ido perdiendo.
Imagen de cabecera: LLUIS GENE/AFP via Getty Images
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