Tras un triunfo importantísimo en la ciudad condal, ante el FC Barcelona, el Real Madrid volvió a mirarse al espejo reprochándose cosas, como el que comete errores en la noche, después de tropezar en la plaza donde normalmente no falla: Europa. Este es el Madrid y este es su cortijo, o eso parecía porque su punto en dos encuentros coloca a los blancos al filo de la navaja en la fase de grupos. Repito, la fase de grupos. La camiseta y el escudo sigue pesando, pero eso no te asegura estar entre los 16 mejores hasta que no aparezca la Superliga Europea.
Hubo brotes verdes en Mönchengladbach. Aquel lugar repleto de fantasías e historias magníficas de tiempos pretéritos. Eso son los blancos: un cuadro que mira a su pasado con orgullo pero que no tiene tiempo para mirar álbumes de fotos. Para los merengues, los libros de autoayuda son mentiras y su única patria y fin es la victoria. Por ello, aunque los alemanes te ganen 2-0 en el minuto 86 hay tiempo para reclamar que Casemiro, Sergio Ramos y Karim Benzema, la columna vertebral de esta plantilla, rescate un empate sobre la bocina.
La semana nos ha dejado una conclusión: Luka Modric sigue siendo imprescindible para Zinedine Zidane. No importa si de inicio o desde la banca, pero debe siempre pisar el verde. A sus 35 años sigue siendo ese pulmón capaz de organizar, crear, hacer goles e incluso hacer la compra. El croata es insaciable y además parece que el tiempo de reflexión en la cuarentena le ha servido para darse cuenta que la vida familiar es preciosa, pero que el balompié le sigue dando emociones inefables. En este 4-3-3 del francés suele ser el chico para todo y el que proporciona a Karim Benzema la alegría que parece perder cuando juega con Vinicius cerca. Sin querer meterme en polémicas, el brasileño sigue perdiendo oportunidades para ser titular. Y el Madrid es una trituradora: si no estás, desapareces.
El mayor problema blanco, casi endémico desde la marcha de Cristiano Ronaldo, es la falta de creatividad desde que el cuero sale de los pies de Thibaut Courtois. El Real Madrid mueve bien el balón de un lado al otro, implementando a sus laterales por dentro, lateralizando a Toni Kroos, obligando a Fede Valverde a ocupar una posición altísima en el verde y arrastrando a Benzema a la zona izquierda de la mediapunta. Sin embargo, detrás de una buena idea sigue faltando una mayor cohesión en el ataque. Sigue faltando un todo. A esto hay que sumarle que el mejor recurso de los del Santiago Bernabéu sigue siendo el centro y remate, pero sus mejores rematadores ocupan las posiciones defensivas. Ni Asensio ni Vinicius son rematadores y tampoco son futbolistas acostumbrados a marcar mucho. Eso obliga al ariete francés a acumular la gran mayoría de tantos y a Ramos a subirse al carro del gol. Si a todo esto le sumamos las malas actuaciones atrás quizás incluso el Madrid deba darse con un canto en los dientes con los puntos sumados en Europa y LaLiga. El margen de mejora es muy grande.
Imagen de cabecera: Lars Baron/Getty Images
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