Vértigo: turbación del juicio, repentina y pasajera. La Real Sociedad, que había hecho un año para el recuerdo, naufragó en la penúltima jornada de Liga ante un Celta de Vigo que estaba apuntillando la Champions League. No os asustéis: eran otros tiempos. A los vascos les había entrado esa palabra que introduce el texto y que la RAE define asépticamente. La temporada 2002-2003 empezó con el conjunto de San Sebastián en modo sport. Sin titubeos. De hecho, se tiraron toda la primera vuelta sin perder. En Donostia se frotaban los ojos viendo como el cuadro conformado por Xabi Alonso, Karpin, de Pedro, Kovacevic y Nihat se antojaba invencible. Ese impresionante elenco lo dirigía un desconocido Raynald Denoueix, que dispuso un clásico 4-4-2 en el que buscaba la mezcla de equilibrio con algarabía en ataque. Tras seis triunfos y tres empates se plantó en el Bernabéu con ganas de gresca.
Los blancos, con el librillo de Vicente del Bosque a punto de agotarse en la etapa más ciclotímica de Florentino Pérez, evitó el disgusto con un empate. Aquel Real Madrid, vigoroso y vibrante, tenía una amalgama de futbolistas lejos de la normalidad. De la vieja, digo. Raúl, Ronaldo y Zidane casaban bien con Claude Makélélé o Esteban Cambiasso, de un perfil mucho más bajo para tapar la ostentación y la nobleza de los galácticos. La batalla iba a continuar hasta el final curso.
Los txuriurdines, tras unos meses de febrero y marzo complejos, se asustaron. Con el pistoletazo de la segunda vuelta, las derrotas abrazaron a los vascos. Ya en abril, en tercera posición, la Real Sociedad volvió a agarrar vuelo. En un duelo dominado con claridad, superaron a los madridistas 4-2 en su campo. Sin embargo, un empate ante el Valencia y el petardazo comentado en Vigo concedió el brío necesario a los blancos para sumar otro trofeo más. En la última jornada, en un Bernabéu entregado, los blancos superaron al Athletic e hicieron trizas las ilusiones del conjunto de Anoeta, que había conseguido superar al Atlético de Madrid. Así firmaron la mejor temporada de su historia. El Deportivo completó con su tercera posición un curso para la posteridad en Galicia. El FC Barcelona, sexto, vería desde casa la máxima competición continental.
Imagen de caebecera: PIERRE-PHILIPPE MARCOU/AFP via Getty Images
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