Nadie pone en duda el valor como entrenador de Solari, aunque Zinedine Zidane quisiera gritarle a los cuatro vientos que su Real Madrid de Cardiff, Milan y Kiev, debía tener una continuación, lo contrario a lo que su predecesor profesaba. Y todo ello sin tener que recurrir a la resurrección, a pesar de que pareciera que esta serie había acabado; que ya no habría una temporada más. Sin tener que acudir a la famosa frase “no estaban muertos, estaban de parranda”, algunas fichas de esta plantilla, de un plumazo, han vuelto a sentir. Porque el francés quiere a todos preparados, aunque algunos, cuando les dice que les quiere, es en sentido literal. Zidane nunca ha podido olvidarse de ellos. Al fin y al cabo, se hizo eternos a su lado.
Aún es pronto para dilucidar que esquema mostrará el Madrid de aquí a final de temporada, sobre todo tras la sanción a Casemiro en el reestreno del técnico en el coliseo blanco. El brasileño fue un fijo en sus disposiciones en su primera etapa, especialmente en ese 4-4-2 en rombo que hacía volar a sus interiores y que obligaba que sus delanteros cargaran el área, hecho mucho más complicado sin la presencia de Cristiano Ronaldo. Además, le daba libertad a Isco, un futbolista que ya ha tenido artículos aparte. Y hoy, aunque no sea todo un escrito, merece una pequeña mención.
Con la llegada de la primavera, Zizou ha decidido suavizar el esquema, como las temperaturas. No quiere llegar directamente a verano y por ello colocó un doble pivote con la compañía de dos jugadores de banda, que aligeran las dudas defensivas de sus laterales. En la zona de mediapuntas, el de Arroyo de la Miel no está a tono todavía, pero mostró que a su fútbol le sobra melodía. En el esplendor de su vuelta, cuajó un partido correcto, que pasó a notable con la apertura de la lata de un encuentro que parecía bloqueado. A pesar de ello, el ex del Málaga no debe abusar de la recepción a pocos metros de sus rivales, un tic que ha arrastrado desde sus inicios y que hace que el equipo pierda profundidad en tres cuartos de campo.
Otro jugador indiscutible en la disposición asociada a aquel triunfo perenne -que parece lejísimos, pero fue hace no mucho- es Marcelo. El carioca era un verso libre en el ataque blanco, flanqueado por Toni Kroos a su espalda. Su autonomía fue en muchos momentos la absoluta liberación del equipo, cuando parecía encarcelado en muchos envites. No es un lateral al uso, dobla tanto por dentro como por fuera y siempre tiene una solución a cualquier problema, dirigiendo su propia sonrisa al verde. Se juega como se vive, se suele decir. Sin embargo, si su recuperación es tardía tendrá a un chaval que está aprovechando la oportunidad de su vida: Reguilón. A sabiendas que en la banda derecha tiene dos futbolistas – Dani Carvajal y Álvaro Odriozola- de un extraordinario nivel, Zidane podrá agarrar a su Madrid de la misma forma que lo dejó. Con pequeños matices. Pero con unos objetivos al alcance del club que dirige. Aunque nadie sepa si esto es lo que realmente desea hacer. Puede afanarse a revivir sus propias ideas o volver a empezar.
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