Tres temporadas caminando por el desierto. Es el tiempo que
la UD Almería lleva penando por la categoría de plata del fútbol español. Sergi
Barjuan, Rivera, Carrillo, Gorosito, Soriano, Luis Miguel Ramis y Lucas Alcaraz
han ocupado el banquillo almeriense en este período, todos ellos con más
sombras que luces. Sólo un hombre ofreció luz en diferentes y efímeras etapas
transitorias ocupándose del equipo: Fran Fernández.
Esa luz fue la que terminó convenciendo al club indálico de
que por fin, esta temporada, era el momento de ofrecer a Fran, hombre de la
casa, la oportunidad de hacerse cargo de un proyecto desde el inicio. Con
muchas dudas, pero finalmente le concedieron la oportunidad. Y Fran ha
respondido con trabajo, con la humildad y el sigilo que le caracterizan. Un
trabajo que ya está ofreciendo frutos.
Porque más allá de los resultados, lo que Fran Fernández
está ofreciendo a su equipo son valores que van mucho más allá de los puntos.
Para empezar, identidad. La UD Almería de la presente temporada tiene un estilo
definido, tiene el sello de su entrenador impregnado a fuego. El trabajo
realizado en pretemporada por el técnico está ofreciendo frutos, unos frutos
que se recogen en el verde jornada tras jornada.
Y es que el conjunto rojiblanco es un bloque sólido
construido a base de trabajo. Un equipo que se arma desde la presión alta y la
solidaridad del grupo. Desde el esfuerzo y la riqueza táctica en la medular y
también desde la defensa adelantada. Y también se caracteriza por el buen trato
del balón, pese a que el equipo almeriense no sea de aquellos que dominan los
porcentajes de posesión.
Un equipo que se construyó desde la austeridad económica, lo
que hacía presagiar una temporada más de travesía oscura y que ha sorprendido a
todos por su rendimiento. Con un René Román que se erige en uno de los mejores
guardametas de la categoría, pero que no es tan exigido como lo era la
temporada pasada. Con dos laterales casi desconocidos como Romera y Andoni
López que cumplen su cometido con precisión alemana, que escoltan a una pareja
de centrales formada por Saveljich y un Juan Ibiza que muestra cualidades que
le hacen tener una proyección excelente.
La medular carbura y lo hace con la gasolina de un Yan Eteki
incansable, apoyado en César de la Hoz, que aporta trabajo y calidad en la
distribución. Y con una segunda línea ofensiva de la que no se esperaba un
rendimiento tan espectacular. Luis Rioja es un puñal y Corpas un comodín
polivalente. Juan Carlos Real, por su parte, aporta un trabajo de valor
incalculable en la presión y la calidad que todos le presuponían. Una segunda
línea que, además, cuenta con balas alternativas como lo son la juventud,
desparpajo y calidad de Chema Núñez o la calidad y verticalidad de Narváez. Y
en punta, el trabajo y la riqueza de movimientos de Álvaro Giménez trae de
cabeza a las defensas rivales, pese a que le falte algo de puntería. Algo que
se encuentra por rachas, aunque su trabajo va mucho más allá del gol. Con el
joven y portentoso Sekou, la delantera parece cubierta con garantías.
Y todo ello, aderezado con un despliegue físico descomunal
que, especialmente en los partidos en el Mediterráneo, acaba con cualquier
rival asfixiado. Así, queda la duda de si el físico aguantará toda la temporada,
gran incógnita para conocer si el rendimiento seguirá siendo de un nivel tan
elevado. En cualquier caso, y mientras tanto, la afición del Almería disfruta
con algo que no hacía desde hace mucho tiempo. Se siente orgullosa de su
equipo. Y eso, en gran medida, es responsabilidad de un hombre, de un
almeriense: Fran Fernández.
You must be logged in to post a comment Login