Siempre gustó a los docentes el alumno que a clase
comparecía con la lección perfectamente aprendida. Con el contenido memorizado
y además con la capacidad de aplicar lo aprendido al contexto en el que así se
requiriese. Signo inequívoco de inteligencia, constatación práctica de las
capacidades del alumno, que le convierten en el ‘alumno aventajado’ que en toda
clase suele existir.
Ese es el Real Madrid en el Aula de la Champions League. No
importa el curso, la clase, la dificultad del examen o las características del
examinador. Acostumbrado al éxito, el conocimiento
adquirido es de tal riqueza que es capaz de aplicarlo en diferentes registros,
ofreciendo la respuesta adecuada a la exigencia presentada. No es el Real
Madrid de aquellos que se presenta al examen fiándolo todo a la suerte o al
estudio en la noche previa al examen, sino de los que ha estudiado durante todo
el curso y está totalmente preparado para bordarlo en el momento de la verdad,
en los exámenes de peso, en los que se decide la nota final.
El Real Madrid es el ojito derecho del profesor, el
preferido de la Champions League. Pero también es el que más lo cuida, aquel
que ensalza su valor y ese que idolatra hasta niveles incalculables la máxima
competición continental. Si hablásemos del baile de fin de curso, sería esa
persona con la que desea compartir la noche, la charla, los pasos y la
despedida. Llegar hasta el final y comenzar una relación. La relación del Real
Madrid con la Champions ya asemeja ser eterna.
Y es que el Real Madrid ya acumula ocho temporadas
consecutivas alcanzando las semifinales de la Champions. Ha alzado tres de las
últimas cuatro y ha logrado enlazar dos consecutivas, algo inédito en toda la
historia de la competición. Ahora, ha adquirido ventaja en las semifinales, en
una plaza siempre complicada como es la catedral bávara del fútbol, el Allianz
Arena. Derrotó al Bayern de Munich en un ejercicio de pragmatismo que, en
ocasiones, también es necesario. Y es que ya saben, el equipo merengue domina
todos los registros y es capaz de vencer exhibiendo un fútbol de altos quilates
como hizo en París o Turín, pero también de hacerlo acogiéndose a lo práctico
si la ocasión lo requiere.
Este Real Madrid, el de Zidane, ya es uno de los mejores
equipos de la historia. Los títulos lo aseveran, su fútbol lo corrobora. Un
equipo cimentado en una plantilla de calidad y amplitud en la que cualquiera
puede ser decisivo en cualquier momento en cualquier competición, aunque
especialmente en aquella que le obsesiona y persigue. Un equipo que ya es
leyenda, pero que lucha porque esa leyenda se extienda en el tiempo. Sólo dos
pasos le separan de continuar escribiendo con letras de oro la historia
madridista.
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