La parejita de París

Me fascina la sinceridad de las personas
mayores: llega un momento en la vida en el que ya no se guardan nada, no
filtran sus opiniones. Para lo que me queda aquí, me quedo a gusto. Un
entrenador está próximo a la tercera edad cuando se juega ser despedido. Zidane
podía quedar sentenciado si el PSG le barría de la Champions. Entonces decidió
hacer lo que le pedía el cuerpo: quitó a Bale y puso a Isco en la ida; en la
vuelta, no alineó a ninguno de los dos y premió a Lucas y Asensio, la pareja
que revolucionó el partido del Bernabéu. 

Durante un tiempo, la principal crítica
a Zidane se instaló en la ausencia de meritocracia, sistema según el cual
deberían jugar los que se ganen el pan. La BBC era innegociable hiciera lo que
hiciera. Morata fue una víctima de la no aplicación de méritos. Eso ha empezado
a cambiar: Bale está haciendo las maletas con un año de retraso y Zidane ya no
tapa los huecos que los demás van abriendo a martillazos. 

Ante la ausencia de Kroos y Modric,
Zidane diseñó un centro del campo con ocho pulmones menores de 26 años: con
Kovacic y Casemiro (y los clones de Casemiro) en el centro, y Lucas Vázquez y
Asensio, la parejita de París, por las bandas. Correr aliviaría el sufrimiento
y estos cuatro podrían subir y bajar sin esperar al ascensor. 

Los goles llegaron tras sendos robos de
Asensio y Lucas. Presionan, roban, corren, pasan, se asocian. Para lo demás
está Cristiano. Esta plantilla se ha
propuesto ganar su tercera Champions consecutiva, y aunque sólo tiene una
carta en la mano, quién sabe si no es la ganadora. Exhibió poderío en el verde
mientras Kroos, Isco, Bale y Modric lo veían desde el banquillo (los tres
primeros salieron en los últimos 20 minutos). Si me lo dicen antes de la
eliminatoria, no apuesto ni 50 céntimos. 

Antes del partido contra el Barça de la
Liga pasada, Lucas y Asensio subieron a sus redes sociales una foto de cuando
eran niños. El gallego animaba con una bufanda del Real Madrid, mientras que el
balear aparece vestido con la camiseta de La Séptima junto a su hermano mayor.
Uno sólo puede alegrarse de que les vaya bien: no sólo están cumpliendo su
sueño, también el de muchos niños que nos vestíamos de blanco.