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Fuera tópicos con Sergi Roberto

No es
muy corriente que jugadores, entrenadores y otros cargos de primera línea del
fútbol se salgan de los tópicos cuando deben responder ante los periodistas. En
un mundo en el que la prudencia y la moderación estructuran gran parte del
discurso habitual de estos personajes en el momento de enfrentarse a los
micrófonos, nos sobresalta y convertimos en noticia aquellas declaraciones que
salen de lo habitual. De modo colateral, los medios informativos que hacen del ‘click and share’ su gran apuesta
aprovechan estos sucesos para llenar (de forma muy lícita) sus páginas de fresco
contenido.

Precisamente
en los medios, descubrí las declaraciones que Ernesto Valverde hizo sobre Sergi
Roberto en lo que tenía que ser, en principio, una (también) habitual rueda de
prensa previa a un partido. Unas declaraciones que -alejadas de los típicos y
tópicos “no me gusta individualizar” o “aquí lo importante es el grupo”-
podríamos definir como una declaración de amor a uno de los jugadores que, en
este momento, está gozando por méritos propios del mayor beneplácito posible
por parte de toda la afición azulgrana. El fragmento más destacado que Valverde
dedica al jugador reusense es el siguiente: “Si me preguntas si cambiaría a
Sergi Roberto por cualquier otro lateral del mundo, te diría que no. Para
nosotros es una bendición tenerlo”.

Después
de que gente como Joshua Kimmich, Dani Carvajal, Kyle Walker o Dani Alves vinieran
a mi cabeza, trato de analizar la contundencia del mensaje emitido por todo un
embajador de la diplomacia como es Ernesto Valverde. Y me doy cuenta que estoy
de acuerdo con él, que su declaración no hace más que reafirmar lo que muchos
ya hemos detectado con el paso del tiempo: Sergi Roberto es el tipo de jugador
que todo entrenador desearía tener en su plantilla. Y no estoy recurriendo a un
tópico, ya que precisamente hoy nos estamos alejando de ellos, sino que lo
estoy afirmando en base a los mensajes que los entrenadores que han marcado su
carrera le han dedicado, saltándose los tópicos, desde que debutara con el
primer equipo en el año 2011.

El
primer mensaje fuera de lo habitual vino por parte de alguien que se siente muy
cómodo hablando claro, dando titulares, formando parte de este grupo de gente
que huye del comentario fácil y ordinario. Hablamos del mejor entrenador de la
historia del FC Barcelona, que en 2011 vaticinó que “Sergi Roberto es un
jugador a seguir en los próximos años. Cuando explote, la gente se sorprenderá
mucho con él”. No le faltaba razón a Pep Guardiola en su sospecha hacia un
jugador al que aún le esperaban dos temporadas más como jugador del filial
antes de tener ficha del primer equipo.

Tras
su salto al Camp Nou y un par de temporadas que no dejaron del todo claro un
futuro brillante de Sergi Roberto como integrante de la plantilla del FC
Barcelona, llegó Luis Enrique y con él la posibilidad de reubicar al jugador
hacia una posición (entonces) tan necesitada como la de lateral derecho. Este
nuevo rol le llevó a jugar, en la temporada 2015-16, tantos partidos como en
las tres anteriores, dejando atrás las dudas que pudo generar y reivindicándose
como un activo importante en la plantilla, hasta llegar a ganarse una
titularidad tan trabajada como merecida. El técnico asturiano trató de definir,
de esta forma, su importancia: “Sergi Roberto es inteligente, con recorrido
físico, conoce los conceptos y atesora calidad futbolística. Su capacidad para
entender hace que pueda adaptarse a todas las posiciones, y esta inteligencia
es un plus para un entrenador. Se nota que es uno de mis ojitos derechos”. El
amor hacia un discípulo llevado a otro nivel. El orgullo de haber acertado en
una de tus apuestas más personales. El respeto a alguien que, tras pasarse un
lustro viendo como los focos apuntaban a otros, por fin tenía la oportunidad de
aparecer en escena. Un premio al trabajo, al amor a unos colores, a la
paciencia.

En un mundo en el que abunda y hasta parece que se fomenta la
precocidad, Sergi Roberto es el espejo en el que deben mirarse los jóvenes que
están formándose en La Masia. Sí, deben fijarse en su trayectoria llena de
constancia, coherencia y pasos lentos pero bien dados. Aunque con 16 años no
hayan recibido ofertas mareantes de algún club de la Premier League.
Aunque con 17 años aún no hayan sido citados para entrenar con el primer equipo
o no formen parte del Barça B. Aunque con 20 años sigan jugando más
partidos con el filial que con el primer equipo. Aunque, como Sergi, se pasen
tres años en el primer equipo interpretando un papel totalmente secundario.

Porque al final, y perdonen por acabar (¡hoy!) con un tópico, la
paciencia siempre acaba dando sus frutos. Feliz renovación, Sergi.

«Jugar al fútbol es muy simple, pero jugar un fútbol simple es la cosa más difícil que existe». #GràciesJohan

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