Cuando la nueva ciudad deportiva del Sao Paulo abrió sus puertas, allá por 2005, hacía ya dos años que
su mejor jugador en mucho tiempo, Kaka,
había salido de la ciudad brasileña. Gran parte del traspaso del mediapunta al Milan sirvió para terminar de apuntalar
unas instalaciones que ya se erigían como la envidia del fútbol sudamericano. Por aquellos entonces, un
prometedor Lucas Moura que solo
contaba con 14 años ya era objeto de vídeos en la red y de correveidiles entre
la grada paulista por sus quehaceres para con el balón. En su misma quinta se
encontraba Casemiro, hoy fundamental
en el Madrid, entonces un mediocentro que jugaba más adelantado y que no
destacaba tanto en lo destructivo y sí más en lo creativo. Una generación por
delante de ellos estaba Oscar, que
sin tanto lustre en las inferiores, acabó haciéndose un jugador importante que llegaría a jugar en el Chelsea,
aunque luego lo cambiara por el dinero fresco de China. Y una por detrás, Ederson, el portero más caro de la
historia del fútbol, hoy en las filas del Manchester
City de Guardiola.
Ellos fueron los primeros niños maravilla del Centro de Formación de Atletas Presidente Laudo Natel, que así se
llama el fuerte del equipo de Sao Paulo. Hoy, tienen jugadores importantes
repartidos por todo el mundo, acaban de sacar una nueva hornada que promete
triunfar al máximo nivel en el futuro y ya van viendo cómo los jugadores juveniles asombran en su categoría y hacen moverse
con rapidez a los agentes en busca de un traspaso al fútbol europeo.
Vive Brasil una época de bonanza futbolística. Eso, unido a la
burbuja económica que se mueve en el mundo del balón y la necesidad de los
grandes adinerados por adelantarse a su enemigo de turno, llevan a que equipos
como el Barcelona se gastase en su día una millonada aún por esclarecer en un Neymar que peligraba en ser Robinho 2.0
y que el Real Madrid desembolse 45
millones de euros por un joven de 17 años que ni siquiera había debutado en
el profesionalismo. Sí, Vinicius Junior.
Chelsea, Milan, los dos Manchester o PSG, equipos de gatillo fácil
y cartera risueña, no dudan en desembolsar de igual manera cantidades ingentes de dinero por chicos que a saber qué harán
cuando den el salto al fútbol de verdad. Pesa mucho el hecho de que se te pueda
escapar el próximo gran jugador, aunque para ello haya que apechugar con 3 o 4
fracasos.
Y es en esa nómina de jugadores donde hay que destacar el buen
hacer el Sao Paulo, que en las últimas temporadas ha dotado al fútbol europeo
de chicos que han sabido adaptarse al ritmo del viejo continente. La semilla de ese éxito reside en ese
Centro de Formación de Atletas (CFA), que ha servido de modelo para decenas
de equipos del máximo nivel internacional y de centro de concentración de la
selección brasileña desde si inauguración hace casi tres lustros.
220 mil metros cuadrados de instalaciones que se expanden por el
paisaje paradisíaco de Cotia, a 30
kilómetros de Sao Paulo. En ellos se encuentra un todo en uno para los
jugadores de la academia del club, que viven y estudian en el centro, alejado de la vida de la ciudad y de
los peligros que a su edad podrían encontrar y que fácilmente les harían
desviarse de su camino. En Cotia encuentran la paz y la tranquilidad que necesitan para llegar a desarrollar su
máximo potencial en pos de un futuro profesional. El centro está considerado
como una referencia internacional en
tanto en cuanto a deportistas de alto rendimiento se refiere.
El eje fundamental de la ciudad deportiva es el Estadio Presidente Marcelo Figueireido
Portugal, con un graderío para 1500 personas donde disputa sus partidos el
equipo B y el juvenil desde que se construyera en 2011. Porque al centro, poco
a poco, se le han ido ampliando los
servicios. Además, existen siete campos
anexos de entrenamiento, que en un principio no eran tantos. En 2012 se
construyó un hotel de 70 habitaciones
pensado para alojar a 140 invitados, que ha servido de casa para el primer
equipo del Sao Paulo en numerosas concentraciones, así como a las categorías inferiores de la selección
brasileña en alguna de sus preparaciones para torneos internacionales.
Colombia, Argentina o Chile también han pasado por allí.
El CFA se encuentra constantemente recibiendo visitas de directivos de otros clubes que lo toman como
ejemplo para elaborar algo que se le parezca bastante. Es la mayor ciudad
deportiva que un equipo de Sudamérica tiene y de su meticulosidad sale la exportación de jóvenes talentos a Europa.
Hoy todo el mundo conoce a David
Neres, estrella en la banda derecha en el Ajax de Ámsterdam, que se marchó de Brasil por 13 millones de euros y en este inicio de temporada ya lleva 10 goles y 12 asistencias en Holanda,
siendo la sensación de la liga y llamando a las puertas de la absoluta de Brasil tras casi agotar su época con la
Sub20. Hoy Italia se emociona con Lyanco,
el joven central del Torino que está
cogiendo poco a poco el ritmo del fútbol transalpino y que tiene porte y pinta
de tener una carrera exitosa como zaguero. Hoy en Mónaco rezan porque Boschilia se recupere de su rodilla. El
extremo estaba cuajando una temporada soberbia el curso pasado hasta que se
rompió los ligamentos de su rodilla y, tras un par de reapariciones
esporádicas, no parece levantar cabeza a sus 21 años. Y hoy Luiz Araujo es uno de los jugadores sensación de la liga francesa, cuajando
grandes actuaciones en el perfil zurdo del Lille.
Todos ellos salieron del fuerte del Sao Paulo y son la generación
siguiente a los Moura, Casemiro, Oscar o Ederson. Disfrutaron, como los primeros,
del pabellón multiusos que poseen,
de la pista de fútbol playa con arena natural, de las dos piscinas cubiertas y
de los dos lagos donde se permite el baño en según qué épocas, de la sala de máquinas recreativas para el
ocio, de los cuidados de podología diarios, de un exhaustivo control dental
(con clínica privada en la ciudad deportiva), de las sesiones de psicología y de las dos clases donde estudiaban a
diario el correspondiente curso de colegio o instituto.
Por eso, el Sao Paulo ganó
la Copa Libertadores Sub20 hace dos cursos. Y no solo se queda ahí. El
talento que tiene en sus chicos no para de crecer. Las nuevas promesas, como Brenner, Rodrigo Néstor, Arthur Gazze,
Antonhy o Waverson ya empiezan a asomar la cabeza tanto a nivel de clubes
como a nivel de selección. El centro de entrenamiento del Sao Paulo es la envidia de Brasil y la mayoría de
equipos potentes de Europa lo tiene como ejemplo. Sus chicos son su mejor
exponente del éxito.
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