La selección de España recuperó su condición de «aspirante» a pelear por ganar el próximo Mundial después de 15 meses llenos de dificultades para ofrecer finalmente a su hinchada signos ilusionantes.
Fue el 27 de junio de 2016 cuando algo terminó. Ocurrió en la Eurocopa de Francia, en los octavos de final, cuando Italia venció por 2-0 a la selección entrenada entonces por Vicente del Bosque para poner un abrupto final a una aventura que contó con la cosecha anterior de dos Eurocopas y un Mundial.
Aquello constituyó el despertar de un sueño, la certeza de que algo había acabado, que había que reconstruir. Del Bosque renunció a la oferta de la federación española y se marchó. La hinchada entró en depresión mientras los agoreros hablaban de un futuro difícil sin jugadores como Iker Casillas, Xavi Hernández, Xabi Alonso y demás.
España había dejado de pertenecer a la élite después de no pasar de la fase de grupos en el Mundial de Brasil 2014 y de caer sin objeción posible en la primera eliminatoria de la Eurocopa 2016. Y le tocaba jugarse un puesto precisamente ante Italia en la clasificación para Rusia 2018.
Julen Lopetegui fue el elegido por la Federación y hoy se puede decir que su designación fue todo un éxito. Durante este tiempo, tuvo que combatir contra las dudas, la desesperanza, una federación asolada por la corrupción y el conflicto nacionalista de Gerard Piqué.
Su respuesta, desde la serenidad, es la que dictan los números: una fase de clasificación con 28 puntos de 30 en juego, más un balance de goles de 36 a favor y tres en contra. Y dentro de un grupo nada sencillo con un rival tan duro como Italia y otros, como Albania o Israel, capaces de incomodar.
«Hemos hecho una clasificación muy brillante, la diferencia de goles es fantástica», analizó Lopetegui el lunes tras ganar 1-0 en Israel para poner un broche de oro a su fase de grupos.
No sólo fueron los resultados, sino el fútbol desplegado. Existían dudas razonables sobre el estilo que impondría Lopetegui y lo que hizo fue puro continuismo, seguir con la línea ideada por Luis Aragonés y perpetuada por Del Bosque. Fue la España reconocible de la última década, el equipo identificado con la pelota y la posesión.
Lopetegui logró volver a hacer de España una selección competitiva con una mezcla de veteranos y jóvenes. Sergio Ramos, Piqué, Sergio Busquets, Andrés Iniesta y David Silva continuaron siendo piezas importantes, pero también emergieron nuevos talentos como Dani Carvajal, Marco Asensio, Álvaro Morata, Koke o Isco. Sobre todo éste último, llamado a ser un nuevo líder para el equipo.
Ahora a España le toca aguardar qué grupo le toca en el Mundial de Rusia y si es cabeza de serie, algo que no es sencillo. Pero lo que es seguro es que acudirá a la cita con una enorme autoestima y el máximo respeto por parte de todos sus rivales. En apenas 15 meses propició la metamorfosis.
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