En esta vida, todo tiene fecha de caducidad. Conocemos el inicio, pero desconocemos el final, aunque sabemos que acabará llegando –a excepción de Eduard Punset, quien afirma que no está demostrado que vaya a morir–.
En el fútbol ocurre lo mismo: hay ciclos que duran más y otros que duran menos. Un caso es el de Ronaldinho, cuya etapa como rey fue breve, pero intensa. Fichó por el Barcelona en el 2003 devolviendo la sonrisa al club que llevaba cinco años sin alzar un trofeo. Llegó a la cúspide del deporte rey en el 2006, pudiendo alargar su reinado durante más años. Dicen que lo más difícil no es llegar a la cima, sino mantenerse, y este es uno de los ejemplos más claros.
El caso inverso sería la etapa dorada del Barça: empezó en el 2004 y se alarga hasta la actualidad. El club azulgrana ha conseguido mantenerse en la élite del fútbol mundial durante más de una década. Superando baches, como las dos últimas temporadas de Rijkaard o la desastrosa campaña de Gerardo Martino. Cuando parecía que el ciclo ganador se consumaba con la marcha del técnico holandés, apareció Pep Guardiola y lo mismo sucedió con el entrenador argentino y la llegada de Luis Enrique.
El caso del técnico asturiano es digno de estudio. Consiguió reactivar al equipo después del año sabático con el Tata Martino y lo llevó en volandas hasta la cima. Dotó al equipo de una verticalidad y velocidad de la que carecía. De esta manera, cuando hacía falta, el equipo contragolpeaba y en otras fases del encuentro dominaba la posesión. Pero el 5 de enero del 2015, tras la derrota en Anoeta, el ciclo de Luis Enrique como técnico del Barcelona parecía llegar a su fin. No obstante, el barco reflotó y llegó a buen puerto alzando el segundo triplete del club.
El pasado 1 de marzo, Lucho puso fecha de caducidad a su ciclo anunciando su marcha a final de temporada. A raíz de esta decisión, los medios de comunicación nos acribillaron con nombres de posibles sustitutos. A día de hoy, todo parece indicar que Ernesto Valverde o Juan Carlos Unzué le tomarán el relevo al asturiano.
En mi humilde opinión, creo que optar por Unzué –la mano derecha de Lucho– sería un error. Hay ciclos que se acaban y este parece haber llegado definitivamente a su fin. Luis Enrique consiguió reinventar el estilo del Barça, pero el equipo ha ido de más a menos. El fútbol que ofreció en su primera campaña y parte de la segunda, está alejado del que ha ofrecido durante esta temporada.
A mi parecer, el sustituto ideal sería Jorge Sampaoli, pero el chileno ha quedado descartado por la directiva. El actual técnico del Sevilla revitalizaría al equipo, igual que hicieron Guardiola y Luis Enrique en su momento. Además, es un claro defensor del fútbol de posición, el que tantos éxitos le ha dado al club azulgrana. Y por último, su ayudante es Juanma Lillo quien, junto a Johan Cruyff, es la persona de la que más ha aprendido Pep Guardiola.
Desde la directiva se busca una figura que haya estado en el club anteriormente. Si se acaban cumpliendo los rumores de los últimos días, sería Valverde el elegido. El Txingurri vistió la camiseta del Barça entre 1988 y 1990, pero las lesiones solo le permitieron jugar 22 partidos. Si haber estado en el club es una premisa para dirigirlo, ¿es suficiente con disputar una veintena de partidos? Se podría equiparar al caso de Thomas Vermaelen, quien estuvo dos temporadas en Can Barça y disputó 21 partidos, ya que las lesiones le perjudicaron. Es cierto que Valverde es un entrenador consolidado, pero, si acaba siendo el escogido, puede ir preparándose para estar en el banquillo más exigente del planeta fútbol.