Últimamente he tenido la posibilidad de ver muchos encuentros del Real Madrid. Y llevo bastante tiempo pensando si debía escribir algo sobre Cristiano Ronaldo. Quizás no lo haya llevado a cabo porque mi condición de simpatizante blaugrana pueda desacreditarme ante los ojos del aficionado madridista. Acaso me haya frenado el que nunca fuese fan del ‘7’ blanco. Y tal vez el reconocimiento generalizado hacia el protagonista pudiera tacharme de insensato al manifestar mi opinión. Pero por otro lado, entiendo que como seguidor de un deporte que me fascina, realizar un ejercicio de objetividad (en la medida de lo posible; yo siempre digo que nadie es completamente imparcial) para expresar las sensaciones que me causa el luso, tampoco va a hacer mal a nadie, si es que nadie se lo toma como algo personal. Porque no, no lo es. Así que al fin hoy, tras el último choque de los de Chamartín, me he decidido.
Cristiano Ronaldo tiene el mismo problema que el resto de los seres humanos. Se hace mayor, cumple años. Y eso nos afecta por igual a todos. Claro que no todos somos deportistas de élite, pero seguro que no hay mortal que suba las escaleras de la misma manera con 25 años que con 40. Y tampoco con 40 que con 55. Es la vida, el tiempo. Gana siempre. Nadie escapa de sus garras. Y hay que aceptarlo. ¿Qué se puede hacer ante esto? Desde mi punto de vista solo una cosa: reinventarse. Su más enconado rival en el Barça, Lionel Messi, descubrió su propia fórmula. Y posee el talento. Ya una vez quise poner en relieve su evolución, yéndose al centro del campo para hacer funciones que en el pasado le vimos a Xavi y hoy, a su manera, a Iniesta. Cuando no sea un atleta, su influencia estará en la medular, debido a la capacidad que atesora para generar juego. Entonces… ¿Qué debe hacer CR7? Personalmente, entiendo que ese talento, el de Leo, no lo tiene, pero sí que posee otras cualidades que podría explotar para, siendo diferente, mantener determinado estatus.
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Hay muchos puntos fuertes en los que apoyarse. Cristiano no va a perder su capacidad de disparo, va a seguir siendo un grandísimo cabeceador, podrá hacer esprines de quince metros, y en carrera todavía es capaz de regatear; esto es, en vuelo. El problema es que se obceca en hacer cosas que ya no puede llevar a cabo del mismo modo que antes. En parado ha dejado de ser una amenaza, y no se va de sus marcadores. A colación de esto, me topé hace unos días una estadística que manifiesta que en este curso supera las ocho pérdidas por partido. Ya no es el Cristiano dominador. Sin embargo, su figura es ensalzada por un entrenador que lo protege en exceso, y lo mantiene en su posición favorita (la del futbolista, me refiero). Yo me pregunto si Ronaldo como ‘9’ no haría más por su equipo que en el lugar que ocupa ahora (el de siempre). Reconvertirse no tiene por qué ser algo malo. Un ejemplo claro lleva su nombre. El Ronaldo Nazario de su primera etapa en España era muy diferente al que vino después. En el F.C. Barcelona su físico le permitía hacer carreras de cuarenta metros, si era necesario. Daba un poco igual dónde agarrara el esférico. Entre ceja y ceja estaba el arco rival, y buscaba el camino más directo para llegar a él. Sin esperar a sus compañeros, sin tiempo que perder. Luego las lesiones lo hicieron polvo. Así que, inteligentemente, varió su juego; esos cuarenta metros pasaron a ser diez, no arrancaba solo a por la meta contraria, se asociaba mucho, y además, sabía dosificarse; ninguna carrera estaba dada de cara a la galería a la espera de un aplauso fácil. Porque el Ronaldo Nazario del Real Madrid vivía de su talento, pero además, de su conocimiento del juego.
Cristiano debería ser más listo. Aceptar un nuevo rol. No pasa nada por ello. Tiene por delante un contrato que lo mantendrá vinculado al club merengue hasta que cumpla 36 años. Está a punto de alcanzar los 32. Y querrá seguir siendo importante. No me imagino cuatro años más del portugués tratando de ser el mismo CR7 de siempre. Nadie puede decir que no es un profesional absoluto. Pero pienso que no digo ningún disparate afirmando que hay en el planeta un puñado de jugadores con más aptitudes que él. Los ha habido todos estos años. Aunque, en cuanto a mentalidad se refiere, es el número uno. Indiscutible. Y eso lo ha llevado a pelear por el trono mundial con el que seguramente sea el mejor de todos los tiempos. Por ello me resulta absurdo que se enroque en el verde. Detrás de sus gestos no existe la intimidación de antaño. No es lo mismo llevarse el dedo al pecho, indicando que estás ahí al anotar un penalti, que después de hacerlo tras dejar por el camino a varios defensas incapaces de contrarrestar su potencia. No puede, ni debe, escudarse en la trinchera que le proporcionan unos premios que son tan brillantes como dudosos. No puede, ni debe, recurrir a una estadística inflada en duelos ante equipos de menor entidad. Y no puede, ni debe, asentir cuando la prensa afín le dedica toda la poesía viable y odas a lo que ha hecho hasta el momento. El halago debilita, y las editoriales sectarias entorpecen y confunden. Llegó a ser tildado de héroe en choques en los que pasó de puntillas. Ay, los medios…
Entendería que los más cercanos al de Madeira crean que este texto lo escribe un tipo que desea ver caer al ídolo. Qué va. Por supuesto que tengo mis preferencias, y deseo que mi equipo lo gane todo. Pero colores aparte, me enamora este deporte. Cuando veo a Modric flotar sobre el césped, disfruto, cuando Kroos pone un balón medido a treinta y cinco metros, aplaudo, cuando Varane llega a un cruce de manera imperial, asiento, y cuando Marcelo saca de la chistera un regate porque es lo que toca, sonrío. Que amor no quita conocimiento. Así que he dedicado estas líneas a Cristiano Ronaldo porque tocaba, y tratando de ser justo con él. Amigos, el fútbol es el instante. Lo que hiciste ayer no importa, y lo que harás mañana ya se verá. Se trata de ser el mejor hoy, cada día. Tu pasado puede albergar una tonelada de méritos. Pero, como todo, tu valor lo marca el momento. Si quieres seguir siendo presente, toca mirar al futuro. Y CR7 debe entender que el Cristiano Ronaldo de toda la vida no tiene sitio en él. Procede resetear. Renovarse o morir.
Tenerife. Estudié sociología aunque siempre he estado vinculado al mundo de la comunicación, sobre todo haciendo radio. Deporte en general y baloncesto más a fondo.
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