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Villarreal

La temperatura la pone Trigueros

Puede que no sea un nombre muy de súper crack. Ni tampoco el más reconocido dentro de su equipo. Además juega en una posición en la que la competencia y el nivel para llegar a la Selección es casi imposible. Pero Manu Trigueros se ha convertido en un jugador extremadamente vistoso y sofisticado en lo que llevamos de temporada.

Si le tuviéramos que denominar de alguna manera sería como El Metrónomo’ y todo tiene su explicación. El de Talavera de la Reina es la mano derecha de Bruno Soriano. El capitán sin él no es el mismo, y el 8 ídem sin su capitán. Pero hay una diferencia entre ellos que le hace que se le pueda catalogar de esa manera.

Bruno es el ancla del Villarreal, desde donde parte todo. Para ser claros, el que da la calma absoluta a los de El Madrigal, pero Manu hace algo que es puro espectáculo, y para los ojos del buen entendido al fútbol es de agradecer.

Lo vistoso y sofisticado viene porque el mediocentro sabe subir perfectamente la temperatura de un partido cuando hace falta, al igual que sabe como bajarla. ¿Está claro lo de “El Metrónomo” ahora? . Lo podemos ver incluso sin participar, con un trote cansado, pero es su forma de jugar. No importa, porque aún viéndolo de esa manera sabes que es capaz que desde sus botas cambie la dinámica del partido.

Sin ninguna duda está siendo el mejor, el más regular de toda la temporada del Villarreal, y en Europa League puso a los suyos en la siguiente ronda en un ataque de temperatura, es decir, que el equipo y el partido necesitaba que alguien diera ese punto de más para no sufrir hasta el final. Ese fue Manu Trigueros con un golazo. Con ello descongestiono al submarino, quitó de un plumazo ese sufrimiento interior de todo el que era del Villarreal y estaba presente en El Madrigal.

Fue algo puntual, importante para las aspiraciones de los castellonenses, pero puntual. Porque se está viendo su forma de actuar, de cambiar la dinámica de un partido. Contra el Betis por ejemplo su pierna derecha desde fuera del área hizo que el partido fuera directamente a la deriva para los del Villamarín y todo lo contrario para los suyos.

Y decimos que puntual porque ayer lo volvió a hacer contra el Atlético. Lo bordó. Jugó e hizo jugar a las mil maravillas. Volvió a ser determinante, clave y abrió la lata para subir la temperatura. El reconocimiento a modo de cambio era obligado y más cuando ya no se necesitaban más de sus servicios porque ya lo había hecho todo.

Todo titularidades en Liga, y en Europa las rotaciones de Escribá le han privado de ello, pero está claro, está de dulce, está muy bien, está cada vez más maduro y está diciendo que puede llevar las riendas de su equipo cuando haga falta. La temperatura la pone él. Talento y magia amarilla.

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