Juanan MOTA – Una o dos generaciones de Atléticos han vivido con el recuerdo de la final de Heysel de 1974, el recuerdo de un padre, un tío, o un abuelo contando como un alemán de nombre impronunciable echaba por los suelos el sueño de la mejor generación del Atlético de Madrid en toda su historia, al empatar un encuentro en el descuento tras el mítico gol de Luis Aragonés de falta directa.
Mucho ha llovido, mucho ha pasado, Ligas, Copas, descensos, ascensos, triunfos, derrotas, hasta que hace dos años y unos meses, Diego Pablo Simeone, arriesgó su leyenda como entrenador para acudir a un equipo que se encontraba en la UVI.
Dos años que han parecido dos minutos, del infierno al cielo, sin apenas paladearlo, todo deprisa, la perspectiva del tiempo en la distancia nos dará buena cuenta del mérito de estas dos temporadas y media.
El desempeño en la noche de hoy un veterano Tiago, de un extremo reconvertido a lateral derecho, de un delantero con la mentalidad por los suelos que vuelve a aparecer en una semifinal europea cuando su equipo más lo necesitaba. Ellos y el resto de la plantilla, plantilla unida, con más o menos minutos, con más o menos oportunidades, este Atleti es una flecha y en su punta de lanza se encuentra Diego Pablo Simeone.
Y como 40 años no son nada, esta victoria es de Luis Aragonés que nos dejó una mañana de febrero, Juan Carlos Arteche, y tantos otros nombres anónimos que no pudieron ver al Atlético de Madrid en el sitio, que por historia, se merece, por todos ellos, el Atlético marcha con el paso firme de un líder, el líder que hizo historia como jugador y que vino a escribir la página más gloriosa de este centenario club.
El siguiente capítulo europeo se escribe en Lisboa avanzado el mes de mayo, allí volverán a dejarse la piel un grupo excepcional de jugadores y amigos.
Gracias Atleti, gracias equipo, gracias Cholo.
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