Bastaron cinco minutos más el
tiempo de descuento para que el jovencísimo futbolista mallorquín Tòfol Montiel
dejase a las claras en su precoz debut en la Serie A ante el Torino el tipo de
talento de posibilidades infinitas que encierra en su pierna izquierda. En ese
tiempo, el elegante y vibrante mediapunta de la Fiorentina intentó un disparo
desde lejos, puso un precioso centro de gol que su joven compañero Dusan
Vlahovic no logró llevar a la red y regaló un segundo pase clave más, acercando
a los de Stefano Pioli con su breve pero estimulante presencia a una victoria
que terminó por no llegar, a pesar de merecerlo en ese último tramo gracias al
impacto de la joya española de la cantera viola, que demostró su
capacidad para desarrollar su creatividad por todo el frente ofensivo, tanto a
pie natural en el pico izquierdo del área, como en la frontal y en el hoy día
más razonable sector derecho para favorecer así su pierna buena de cara a los
tres palos rivales.
La carta de presentación ya deja
a las claras qué tipo de jugador es: un generador de peligro, un creador de
ocasiones, una auténtica perla con un manejo de la pelota fantástico, con
llegada, dribbling, conducción, con muchísima personalidad, dotado de
una determinación y una visión de juego desbordantes y dueño de un notable
toque de balón. Zurdo, muy zurdo. Uno de esos trequartistas que hacen
que el espectador centre su mirada en ellos más que en el global del partido.
Además, ha crecido en un ambiente 100% futbolístico y sabe perfectamente los
sacrificios y la mentalidad que requiere el fútbol profesional, ya que es hijo
de Andrés Montiel, lateral derecho de Extremadura o Albacete a final de los ’90
y principio de los 2000. Un Tòfol que tiene como proclamadas referencias a
nombres como el de Andrés Iniesta o al de un Mesut Özil al que quizá se asemeja
más en este inicio de su carrera, por el motivo evidente de compartir la
lateralidad de sus respectivos pies hábiles y, más si cabe, por su verticalidad
hacia la portería contraria desde su posición en tres cuartos de cancha y su
gusto por dinamitar espacios y dirigir transiciones a base de calidad célere
muy difícil de contener, aunque tiene un potencial y unos recursos en la
finalización seguramente superiores al del alemán.
A sus 18 años -cumple 19 en este
mes de abril-, Montiel es un perfil de jugador con una carrocería que todavía
puede resultar demasiado liviana para la élite del Calcio, pero también con una
agilidad, un descaro y una técnica privilegiada capaces de compensar
sobradamente sus lógicos y mínimos déficits actuales y que le permiten ser
desde ya un activo preparado para sumar minutos, para aportar chispa a una
irregular Fiorentina y para aportar soluciones a la estructura ofensiva del
primer equipo, después de haber deslumbrado en la Primavera viola tras
haber aterrizado desde el Mallorca el pasado verano a cambio de los dos
millones de su cláusula de rescisión. Una primavera que se le venía quedando
muy pequeña para su nivel y en la que ha marcado quince goles y repartido siete
asistencias en 26 partidos entre el campeonato juvenil y el torneo de
Viareggio. Después de haber sacado a Bernardeschi o a Chiesa, el nuevo proyecto
de crack del equipo de Florencia es esta vez español. La Italia ‘calcistica’
ya se está aprendiendo su nombre y pronto lo hará toda Europa. Tòfol
Montiel, el futuro es todo suyo.
Imagen de cabecera: Fiorentina
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