Al salir del partido nos paran, pidiéndonos hacerse una foto con nosotras, que firmemos un cromo, una camiseta o una foto nuestra… La cara de ilusión de las niñas y niños que han venido a vernos jugar. Esas miradas llenas de admiración. Recuerdo la primera vez que me pararon para hacerse una foto conmigo y firmara un par de camisetas. Me quedé abrumada. “Solo soy una chica que juega a ese deporte que tanto le apasiona” pensaba yo. Pero me equivocaba. En nosotras están puestos miles de ojos y en nosotras se ven reflejadas muchas niñas que sueñan con ser futbolistas profesionales. Un camino complicado que se vuelve más sencillo cuando sigues los pasos de tus ídolos, como lo son muchas de mis compañeras para esas niñas.
Cuando yo empezaba a jugar a fútbol tenía como referentes a jugadores y ni siquiera podía soñar con jugar en un estadio, era algo impensable. Sin embargo, aquí estamos: jugando en estadios y pudiendo “vivir” del fútbol. Quiero destacar que la situación en la que estamos las jugadoras actualmente, con los derechos que poco a poco se han ganado (aunque queda mucho por conseguir) se ha logrado gracias a las pioneras que empezaron en este bonito deporte, en contra de todo lo que la sociedad dictaba en aquel entonces. Es gracias a ellas que nosotras podemos luchar por nuestros derechos. Es gracias a ellas que hoy estamos a un paso de ser profesionales. Nosotras también nos hemos enfrentado a dificultades en nuestros inicios y hemos tenido que luchar (y seguimos luchando) por conseguir que el fútbol femenino español sea lo que es hoy. Esta lucha la hacemos por nosotras, que lo estamos viviendo, pero también por todas las que lucharon antes y que nos abrieron la oportunidad que hoy tenemos, y por supuesto lo hacemos por las niñas que vendrán, para que vivan un fútbol pleno en derechos para las jugadoras.
Pero volviendo a esas miradas de admiración con las que miles de niñas nos miran al llegar a los campos de fútbol o al salir de los partidos, es inevitable pensar que tenemos una labor muy importante. Por el hecho de jugar donde jugamos nos hemos convertido en referentes para muchas personas, sobre todo para niñas que se ven reflejadas en muchas de mis compañeras. Este hecho conlleva para nosotras una responsabilidad, pues somos ejemplo para miles de niñas. La proximidad que demostremos, la humildad con la que vayamos, las acciones que hagamos y cómo nos comportemos sirve de ejemplo para las niñas que crecen como jugadoras. En mi opinión, es una herramienta de educación la que tenemos en nuestras manos. Quiero pensar que los valores que podamos transmitir harán que el fútbol femenino mantenga su esencia y siga creciendo dentro de los valores de esfuerzo, humildad, compañerismo y tolerancia.
Nuestra lucha por los derechos en el fútbol femenino va de la mano de nuestra labor educativa sobre las más pequeñas. Nuestra responsabilidad recae en mantener la esencia de este deporte y en continuar la lucha por nuestros derechos, pues todavía queda camino por recorrer en la consecución de un fútbol femenino profesional. Nuestro objetivo: que las niñas que nos tienen como referentes crezcan dentro de estos valores y puedan seguir soñando con llegar a ser jugadoras profesionales de fútbol.
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