Sentir pasión por lo que hacemos. Nuestro trabajo, nuestro hobby, nuestro tiempo en soledad, nuestro tiempo compartido, o los pequeños detalles. Sea lo que sea que hagas, que la pasión te mueva. Sentir esas emociones que son motor en cada acción que llevas a cabo. Parece utópico, ¿verdad? Hallar aquello que te haga sentir que todo tu ser te empuja a hacerlo. Sentirlo en tu piel, en tus latidos. En definitiva, encontrar aquello que provoque en ti esa fuerza y esa sensación de saber que, pase lo que pase, está valiendo la pena.
En mi caso, mi pasión es lo que ahora es mi trabajo. Me siento afortunada de poder dedicarme al fútbol, pues es lo que mueve mi interior y determina gran parte de mi vida. Doy gracias por poder sentirme así y, por encima de esto, agradezco poder vivirlo junto a gente maravillosa que me acompaña y que comparte esta misma pasión.
Los que vivimos el fútbol sabemos que es un deporte con muchos momentos dolorosos. Aún así, siento que vale la pena. Si volviera atrás en el tiempo, volvería a escoger una y otra vez esta vida. El motivo: lo que me hace sentir y las personas que me regala día a día. Sin ellas, estoy segura que no sería lo mismo. Aunque el fútbol nos atrapa de una manera inexplicable por todas las emociones que nos provoca, son esas personas que aparecen y acompañan en el camino las que hacen que valga la pena.
Imagen de cabecera: Zaïra Flores (@zairafn4)
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