Chelsea era solo una niña. Una niña que soñaba con ser
gimnasta profesional. Todos los días entrenaba duramente para conseguir su
sueño, pero en el camino de Chelsea se cruzó un monstruo que destrozó su vida.
Los dedos fríos de Larry Nassar entraron dentro de su cuerpo destrozando su
inocencia. Ella se lo dijo a su madre, que no terminaba de creerse que
semejante perversidad fuera posible. Chelsea nunca volvió a ser la misma, cayó
en las drogas y unos años después decidió poner fin a su vida marcada por un
horror que nunca la dejaría vivir.
Chelsea Markham fue una de las 265 niñas que sufrieron
agresiones de Larry Nassar, el médico de las gimnastas femeninas de Estados
Unidos. Entre estas víctimas también se encontraba Simone Biles, cuatro veces
medallista en Río, que dijo: “No permitiré que un hombre y los que lo
permitieron roben mi amor y mi alegría”. Esta frase tiene una importancia vital
en este caso, porque no solo denuncia al monstruo, sino también a todos los que
hicieron la vista gorda.
En 1997 Larissa Boyce le dijo a su entrenadora que Nassar
estaba abusando sexualmente de ella. Su entrenadora no le hizo caso y le obligó
a pedirle disculpas a Nassar al día siguiente. Esto fue solo uno de los
múltiples hechos que ayudaron a Nassar a campar a sus anchas hasta que el caso
estalló en 2016. Entre la denuncia de Boyce y el juicio de Nassar han pasado 20
años donde ha seguido abusando impunemente de las jóvenes gimnastas.
Los que permitieron esto deben de pagar, no vale solo con
dimisiones que solo sirven para esconderse. El monstruo debe pudrirse en
prisión, pero sus encubridores también merecen una pena. Sin embargo, antes de
todo los que tenemos que abrir los ojos somos nosotros, la sociedad. Dejar de
pensar que cuando una mujer se queja del
acoso o el abuso que sufre, es una exagerada. Este caso ha sucedido en el
deporte y ha sacudido a la sociedad, como lo ha ocurrido y sigue ocurriendo en
Hollywood. Pero cosas así están a la orden del día en nuestra vida, nuestras
amigas, parejas, madres o hermanas, tienen que lidiar con situaciones de acoso
y machismo en su día a día. Que los depredadores sexuales dejen de existir no
será fácil, pero frenarlos tiene una fácil solución, una solución que se
pronuncia «Yo te creo».
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