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Wuilker Faríñez, presente y futuro de la portería de Venezuela

Llegaba
a casa cansado del colegio. Caminaba durante bastante tiempo por esas calles
desoladas, donde se respira pobreza y el crimen
está más de lo deseado en el orden del día. Tenía que pasar a diario por
aquella casa perforada con hasta 18 agujeros de bala, los que se quedaron ahí
perennes tras un asesinato famoso en la ciudad en el que volaron hasta 35
disparos. Pero entonces, veía el balón,
y donde por la mañana solo había trajín de gente pasando por los puestos de
venta ambulante, por la tarde solo había fútbol
improvisado
. Una decena de chavales que hacían del balón su método de
escape e improvisaban una final de la
Champions
en cada puesta de sol.

Pero
cuando Wuilker Faríñez (15 de
febrero de 1998, Caracas, Venezuela) era apenas un crío todavía no tenía muy
claro qué posición quería ocupar. Lo
único que tenía en mente era ser futbolista.
Igual podía meter un gol maradoniano, dejando sentados a todos sus rivales,
como pararle los pies a uno que minutos después había tratado de emularle con
una palomita de las que dolían en el duro cemento de la calle del barrio de Nuevo Horizonte. De ahí, los partidos
evolucionaron, pasando a jugar en la
cancha de tierra
cercana a su casa donde no había límite ni diferenciación
por edades. Todos contra todos.

Como en
la película ‘Hermano’, fue el Caracas FC quien se fijó en el fútbol
de favela y Faríñez, a los 14 años,
pasó a formar parte de la disciplina del club. Allí le recomendaron dejar de
jugar con los pies y ponerse los guantes para siempre y él, que hizo caso, no tardó ni unos meses en llegar a la
selección de Venezuela
. Le costó tomar la decisión, eso sí, de abandonar
ese don que parecía tener también para marcar goles con suma facilidad. A los 15 firmó su primer contrato y en
él figuraba que nada de filigranas y regates, que su sitio era la portería. Su
padre, portero amateur, sentía
orgulloso que su hijo había nacido con el don que él nunca tuvo.

La
decisión del Caracas también venía de algo más arriba. Y es que Wuilker había
sido uno de los chicos revelación del campus que organiza en el país el Real
Madrid donde se prueban más de 3000
muchachos
. Fue uno de los 20
elegidos
que viajó a la capital española para hacer una serie de pruebas y
fue uno de los dos porteros destacados, llegando incluso a prolongar un
entrenamiento más de la cuenta porque no había manera de hacerle un gol. Ya de
vuelta en casa, Jugó el Sudamericano Sub15
con la Vinotinto y ya se marcó con rojo su nombre para el futuro del fútbol
venezolano.

En
2014, con solo 16 años, debutó en el
profesionalismo jugando un duelo copero con el Caracas FC y siguió quemando
etapas volviendo a ser el portero
titular de la selección en el Sudamericano Sub17
. Venezuela cuajó malos
partidos, pero Faríñez siempre fue el más destacado. Tanto que Noel Sanvicente decidió que, pese a
tener 17 años, Faríñez iba a ser uno de sus tres porteros en la Copa América
2015
. No disputó ni un minuto, como era obvio, pero como el futuro portero
de la selección quiso el técnico que fuera conociendo de primera mano de qué
iba todo eso de representar a tu país en el máximo nivel.

En
2016, el Caracas FC vio cómo su hasta entonces portero titular se marchaba y
antes de cumplir la mayoría de edad Faríñez
debutó en la Primera División
de Venezuela, siendo ya para siempre el
portero titular del equipo. Su buen hacer le llevó a debutar un par de meses después con la selección absoluta, en un
partido amistoso contra Panamá. Pero fue la
categoría Sub20 la que le cambió al meta la vida
. Tras un Sudamericano Sub20 de notable alto,
donde Venezuela acabó tercera, llegó el turno del Mundial de la categoría. Y allí, la Vinotinto se coronó con honores Faríñez sacó matrícula de honor, llegando a una final histórica y
cayendo por la mínima ante una Inglaterra
que ha sido una apisonadora en categorías inferiores.

Pero lo
que Faríñez hizo en ambos torneos dejó a
todos de piedra
, siendo fundamental
en los momentos importantes
de cada partido, parando penaltis decisivos,
ganando tandas fatídicas desde los once metros, estirándose con palomitas
imposibles o siendo un muro infranqueable en cada mano a mano. Llegó incluso a anotar un gol, de
penalti, durante los 90 minutos ante la débil Vanuatu. Puede Venezuela presumir
de tener una generación de jugadores
ilusionantes
de cara al futuro. Por eso, Rafael Dudamel, técnico de las inferiores, no dudó en promocionar a
muchos de ellos cuando le dieron el mando de la absoluta tras su buen papel en
el Mundial juvenil.

Y su
primera decisión, nada más llegar, fue alinear de titular a un Faríñez que debía lidiar con las más feas. Perú y Chile, para empezar, asustando a
Paolo Guerrero y arruinando la confianza de Alexis Sánchez, a quien incluso le detuvo un penalti. Acto seguido,
Colombia, Argentina, Uruguay y Paraguay,
de corrido. O lo que es lo mismo, el
equipo colista
y hasta entonces la defensa más goleada del torneo contra
Falcao, James Rodríguez, Messi, Icardi, Dybala,
Luis Suárez y Cavani
, entre otros. Y todos ellos jugándose el pase para
estar en el Mundial. Venezuela no perdió
ninguno
y solo Argentina (un autogol de Feltscher) fue capaz de batir al
arquero que ya estaba en boca de todos.

¿De
dónde demonios ha salido? Clamaban en Argentina, que no las tenía todas consigo
para acudir al Mundial. De 12 partidos
sin Faríñez, Venezuela había perdido nueve
, ganado uno y empatado dos: 5
puntos. De 6 partidos con él, la
Vinotinto había cosechado una derrota
, una victoria y cuatro empates: 12
puntos. Ni hablar de los goles encajados (29 sin él, 6 con él). Pero su
actuación, más allá de los números, fue de sensaciones. Porque ese joven
muchacho de 19 años parecía llevar una
eternidad bajo los palos
y no ser un portero recién promocionado. Porque
daba la sensación de que era Venezuela la que se estaba jugando a muerte la
clasificación, cuando en realidad era colista sin opciones desde hacía meses.

 Por eso, era imposible pensar que San Wuilker, como le apodan desde
juveniles, iba a permanecer mucho tiempo en el fútbol venezolano. Faríñez es
desde el mes pasado portero del
Millonarios de Bogotá colombiano
, equipo que tiene un acuerdo de
cooperación con el Benfica. Por eso,
la prensa lusa aventuró que habían sido los lisboetas quienes habían fichado al
jugador para dejarlo fogueándose en Colombia. Una información que se encargaron
de desmentir desde la capital lusa con matices. “Faríñez no es jugador nuestro, pero eso no significa que la situación
no pueda cambiar”
. O lo que es lo mismo, que si Faríñez, que está en boca de todos, destaca como viene haciéndolo, volará a Portugal más pronto que tarde.

Y si de
algo presumen en el Estadio Da Luz en los últimos años es de sacar buenos
guardametas. Oblak y Ederson pueden
dar fe de ello. Ahora es el turno de Mile
Slivar
, apenas un año mayor que el venezolano, y quizás por esa similitud
de edades es por lo que el Benfica ha decidido no meter mano aún en Faríñez
para no estancar a uno de los dos. El chico, además, tiene un don para los penaltis. Ha detenido la mitad de los que
le han lanzado (sin contar tandas) y es un arma a la hora de salir con el balón
jugado. Su pasado como delantero le provee de un juego de pies exquisito.

 Lo que queda claro es que Venezuela tiene una hornada de jugadores (Soteldo, Córdova,
Peñaranda, Sosa, Lucena, Yángel Herrera) que pueden hacer el mejor papel de
siempre para su país. Y que por encima de todos ellos sobresale una estrella de 1’81m que una vez soñó
con meter goles y que ahora debe pararlos. Un chico muy elástico y muy plástico
bajo los palos a quien le dijeron que nunca
podría llegar a ser portero por su altura
. Un Wuilker Faríñez a quien nadie
le ha regalado nada y ahora es él quien se lo gana todo. 

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