Se dice que el tiempo es un gran maestro, lo malo es que va matando a sus discípulos. Esta frase puede resumir en mucha formas la vida de un futbolista profesional, desde jóvenes los vemos nacer, lograr sus primeros minutos en la cancha, consagrarse cuando se vuelven esenciales en sus equipos, llegar a la cúspide al alcanzar su pico deportivo y eventualmente empezamos a ver su caída, dolorosa, incómoda pero totalmente natural y lógica, es parte del proceso de existencia que vive un jugador de fútbol. Ningún futbolista escapa a esta realidad, pero algunos han sabido prolongar su período de relevancia, siendo capaces de aceptar el hecho de que no son lo que eran y que en el primer nivel, un rol complementario tiene una importancia altísima.
Ryan Giggs y Paul Scholes, leyendas absolutas en el Manchester United, son un buen ejemplo de lo que un jugador debe hacer para mantenerse importante dentro de sus equipos más allá de su edad. La administración de Sir Alex Ferguson con ellos, cuando pasaron los 30 años, también fue esencial para este proceso, Giggs y Scholes podían pasar dos semanas sin jugar o tan solo jugando algunos minutos, pero el escocés tenía claro cuando usarlos, de antemano se los hacía saber para que estuviesen preparados para apoyar al equipo en las ocasiones que su entrenador calificara necesarias.
Estos ejemplos, traídos a la actualidad del United hoy, presentan una opción para el hombre del que se ha hablado muchísimo en los últimos meses en Inglaterra, el señor Wayne Rooney. El inglés cumplirá 31 años el próximo 24 de Octubre, quizás su edad no es tan elevada para tratarle como un jugador en declive, pero sus actuales rendimientos han puesto a vista de todos, el evidente bajón de nivel que está experimentando el capitán inglés, Jose Mourinho, entrenador de los diablos rojos, ha tomado cartas en el asunto, dejando a Wayne en el banco en los últimos tres encuentros del United, con la idea de “protegerlo” de la avalancha de críticas que le llovían cada fin de semana, este tema se puede analizar desde varios puntos de vista pero es necesario poner en contexto lo que ha sido la trayectoria de Wayne Rooney.
Wayne, the legend | Getty
Ha sido un jugador que desde los 16 años cuando debutó con Everton (en 2002) ha jugado un promedio de 52 partidos por temporada durante 14 años, es el inglés con más partidos con su selección nacional (116) tan solo por detrás de Peter Shilton, David Beckham llegó a 115 partidos con la camiseta de los Tres Leones a sus 34 años de edad, Wayne Rooney superó ese número con apenas 30 años, es decir, con 4 años menos que el ícono británico ex Real Madrid. También existe, el tema corporal de Rooney, la contextura de Wayne siempre ha sido gruesa, nunca ha sido un tipo delgado como otros, por ende es complicado, pues no tiene la típica estructura de futbolista, si se unen ambos factores, la cantidad de partidos que ha disputado y la forma de su cuerpo, estamos ante un físico que ha dado mucho más de lo que se esperaba y se están notando los efectos de una actividad pronunciada.
La situación Rooney, no escapó del ojo clínico de Ferguson, en 2013 cuando todavía era entrenador de la entidad mancuniana, el escocés hizo unas declaraciones sobre el ex Everton, “Wayne es robusto, fuerte, no tiene el físico de Ryan Giggs, quien nunca sube de peso, Rooney por su forma debe jugar para mantenerse a ritmo”, ese mismo año, el legendario entrenador se preparaba para un United sin Rooney a largo plazo, al fichar a Robin van Persie y Shinji Kagawa, con la idea de que ambos lentamente pudieran tomar la responsabilidad ofensiva que en gran parte dependía del inglés, el tiempo deparaba otra cosa y el escocés terminó retirándose esa temporada, poniendo esos planes de suplantar a Wayne Rooney debajo de la tierra, pero Ferguson sabía que la actualidad de Wayne estaba a la vuelta de la esquina.
Tomar el camino que tomaron Giggs y Scholes parece ser la mejor opción para Rooney, ser líder, ser figura pero a la vez entendiendo que no puede jugar todos los minutos de todos los partidos, prepararse para cuando su club lo necesite y ahorrar piernas para prolongar su carrera. Si Wayne comprende esto y se lo toma con la seriedad que se lo tomaron sus predecesores podrá extender su legado en el United, reinventarse no tiene nada de malo, es dejar el orgullo a un lado y comprender que las necesidades del colectivo superan a las necesidades individuales, como buen jugador de equipo Wayne entenderá que ser verdaderamente grande no es una carrera, es un maratón y en los maratones, la clave está en administrarse para estar a tope en las etapas realmente importantes.