Mis brazos temblaban. La gente, llorosa a mi alrededor, se negaba a creer lo que acababa de ocurrir. Una UD Salamanca histórica, orgullosa de su pasado, se había ido. Nos había dejado con un gran vacío a priori imposible de cubrir. Un equipo que hacía poco tiempo había disfrutado del manjar que para un club supone estar en Primera, había hecho equilibrios sobre la cuerda hasta caer al vacío. Fue en 2013, maldito año.
Una entidad ahogada y en concurso de acreedores bajaba el telón, quedando ocultos más de 90 años haciendo disfrutar al aficionado con su fútbol.
Grandes jugadores como Martín Vellisca habían vestido una elástica blanca que, ahora, iba a quedar cerrada en el armario, viendo como se le acumula el polvo sobre un escudo amado por tantos.
O no.
Superada la tristeza inicial, Salamanca tenía dos opciones: lamentarse por la pérdida, o luchar por un nuevo equipo que volviese a otorgar a la ciudad el sabor que merece. Se decantaron por lo segundo. Fue así como, un grupo de aficionados se decidió a formar un nuevo club: Unionistas de Salamanca.
Un grupo sin grandes aspiraciones en un inicio, ha sido capaz de unir a una ciudad, que lucha por el mismo objetivo: volver al fútbol profesional.
Desde su fundación, su ascenso ha sido auténticamente meteórico. Naciendo en una Liga Provincial de la que salieron victoriosos, otra Regional con el mismo desenlace para, dos años después de su fundación, disfrutar de una meritoria plaza en el Grupo VIII de la Tercera División española.
Salamanca es guerrera, por toda la historia que tiene a sus espaldas. Ciudad que lucha, y defiende lo que es suyo contra todo aquel que busca arrebatárselo. Unionistas no iba a acomodarse en una categoría que, sin lugar a dudas, no es a la que realmente pertenece. Un merecido tercer puesto con 78 puntos, le aseguraban el sueño de disputar el play-off de ascenso a Segunda División B tres semanas antes de finalizar la Liga regular.
El equipo “del pueblo”, de la lucha y el honor, tiene la oportunidad de avanzar un paso más en esta escalada que deja a todo el mundo del fútbol nacional boquiabierto.
El Olímpic de Xátiva será el rival. Un sólido XI campeón del grupo VI, con 87 puntos.
La hazaña parece difícil, pero este grupo de hombres nos ha dado motivos de sobra para poder creer.