En los años ochenta, la gesta del Nottingham Forest era famosa en todo el mundo. Brian Clough y sus chicos supieron llegar hasta el final en su deseo de ganar la Copa de Europa y, no contentos con eso, consiguieron, el año siguiente, defender el título con éxito, revalidando el título de mejor equipo de Europa. Solo un año después, llegó un equipo con los mismos colores a desposeer de opciones a los ingleses, echándolos en los dieciseisavos de final de la Copa de Europa del 80/81. El CSKA Sofia, equipo de la capital búlgara, acababa de eliminar al vigente campeón de la competición que les hizo eternos.
Sofia es una ciudad dividida futbolísticamente. A pesar de contar con cuatro grandes clubes históricos, la capital de Bulgaria contempla la mayor de las rivalidades entre las aficiones de Levski y CSKA, entre los que se divide la competitividad futbolística nacional. Los dos grandes equipos coronan las competiciones nacionales, teniendo entre ambos las nada desdeñables cifras de cincuenta y siete títulos de Liga y cuarenta y cinco Copas de Bulgaria. En los alrededores de la capital, la mente de cualquier niño soñaría con formar parte de uno de estos colosos del fútbol patrio y a solo ciento cuarenta kilómetros de la ciudad de Sofia no iba a ser diferente.
Recién llegado del Maritza Plovdiv, el joven Hristo Stoichkov solo aguantó en el Zhevros Jarmanli dos años, el tiempo justo para que los ojeadores del CSKA se fijaran en su calidad. Veloz, con carácter, ambición y con un guante como pie izquierdo, Hristo firmó en 1985 su primer contrato con el equipo capitalino y tardó solo unos meses en estrenarse en el choque entre los dos gigantes de Sofia, conocido como “el duelo eterno”. Y en una Copa de Bulgaria, que el CSKA se acabó llevando por dos goles a uno, pasó a la historia por motivos bien distintos.
Precedido el duelo por una atmósfera irrespirable, alimentada por una gran racha del Levski en Liga y Copa, el transcurso del mismo no paró de interrumpirse por altercados dentro y fuera del terreno de juego, con agresiones, incluso, al equipo arbitral. Todo este escenario trajo no pocas consecuencias al fútbol búlgaro y a los dos contendientes, que vieron cómo el conflicto se extendía más allá de los noventa minutos reglamentarios y del rectángulo de juego. Un problema que acabó con la suspensión de por vida de numerosos mandatarios, técnicos y jugadores (Stoichkov incluido) y la desarticulación de ambos clubes, todo por orden del Comité Central del Partido Comunista Búlgaro, que buscaba reprender con estas drásticas medidas a los dos conjuntos capitalinos. Con la Liga de ese año suspendida y todo en el aire, ambos clubes decidieron cambiar sus nombres y seguir compitiendo en Bulgaria. El Levski sería desde ese año el Vitosha y el CSKA, el Sredets.
Ese nuevo despertar del CSKA, ahora Sredets, no impidió que los resultados cayeran drásticamente en la temporada siguiente, quedando cuartos de la competición regular. Un fracaso deportivo que se revirtió solo un año después, con el “perdón” del Comité Central a muchos de los jugadores y ex mandatarios del club, que pudieron volver a sus antiguos puestos y conseguir poner de nuevo al Sredets en el lugar correspondiente. Ese mismo año, la nomenclatura añadió un CFKA al Sredets y consiguió alzar dos títulos de Liga y alcanzar, en 1989, las semifinales de la Recopa de Europa. Cayó, no obstante, en su carrera hacia la final, ante un Barcelona que se fijó en algo más que en el nombre del club. En un extremo veloz y con carácter, que puso en muchos problemas al equipo entrenado en ese entonces por Johan Cruyff. Meses después, cuatrocientos millones de pesetas (unos dos millones y medio de € al cambio) fueron suficientes para convencer al astro búlgaro de viajar a la ciudad condal y sumarse a los efectivos del técnico neerlandés.
Hristo Stoichkov permaneció en el conjunto azulgrana siete años (con una pausa de un año, en la que jugó en el Parma italiano), para volver brevemente de nuevo al que fuera su club en Bulgaria. Hristo firmó en 1985 con el CSKA Sofia, salió en 1990 del CFKA Sredets y volvió, en 1997, al CSKA Sofia de nuevo, cerrando un círculo que perdura hasta la actualidad. Etapas que, desde su fundación en 1948 y hasta el día de hoy, han visto pasar a jugadores gloriosos, como Ivanov, Bozhkov, Berbatov, Manchev, Petrov, Kostadinov o el propio Hristo Stoichkov y que en la memoria guarda para siempre esos días en los que un clásico CSKA vs Levski dejaba de existir para convertirse en un clásico Vitosha vs Sredets.
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